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La tribuna

“La banalidad del mal” y la responsabilidad de los otros

10 marzo, 2022 06:40

En circunstancias como las que estamos viviendo, donde líderes carismáticos son capaces de llevar a todo un pueblo al ocaso, a la sinrazón y al odio como si se tratase de ganado, me viene a la cabeza un concepto que defendió la filósofa alemana de origen judío Hannah Arendt: “La banalidad del mal”, en el que desacredita que los criminales de guerra fueran manifiestamente psicópatas y diferentes de la gente normal, a propósito de un texto que dedicó al líder alemán nazi Adolf Eichmann (Eichmann en Jerusalén, 1966).

La compañera del también filósofo que curiosamente había coqueteado con el nazismo, Heiddeger, y uno de los padres del existencialismo, proponía una reflexión profunda y no exenta de polémica que venía a decir si realmente estos personajes que se encuentran detrás o al lado de líderes como Hitler (también Stalin que masacró a tanta población como el primero, aunque en lugar de hacerlo de forma fulminante  en varias décadas), y en este caso Eichman, o en nuestros días los “mamporreros de Putin”, si son unos monstruos o si se trata de burócratas que no saben reaccionar antes las órdenes del mal que reciben (Invasión actual rusa de Ucrania). Y llevado al plano psiquiátrico, si debemos considerar a todos estos individuos que hacen el mal si son unos psicópatas, gente mala carente de empatía y no digamos capaz de amar al prójimo, o individuos con más poder y responsabilidad de la que creen y que simplemente no son capaces de reaccionar ante el mal y que por obediencia, o por banalidad (en palabras de Arendt) acaban convirtiéndose en artífices de ese terror, o ese desastre.

En algunos casos el dolor que han ocasionado les acompañará toda la vida, si es que escapan a juicios por delitos contra la humanidad, o bien acaban con sus vidas atormentadas, o por cobardía y antes de pasar por los tribunales correspondientes ponen fin a su existencia.

En este grupo, que para mi son casi tan responsables como Putin, opino que debemos incluir a los mandos directos y militares de alto rango, y a continuación, en menor medida, a personalidades, intelectuales, prestigiosos científicos, líderes de opinión tan importantes en nuestros días, youtubers, y cualquier individuo cuya capacidad de influir en la ciudadanía sea notable.

Quiero ir más allá, todos somos responsables. No solo se obra mal por nuestros actos, sino también por omisión. El silencio en ocasiones es mucho peor. Nelson Mandela y Martin Luther King se expresaron bien claro. “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los carentes de ética. Lo que me preocupa es el silencio de los buenos”. 

¡Por la Rebelión contra Putin! Creo que es lo único que puede parar a este personaje que no debería haber nacido.

Jesús Romero

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