Cuando me he pasado media vida de mi carrera periodística diciendo que Page era Bono, corregido y aumentado, jamás pensé que la profecía llegase tan lejos. Lo hice incluso en tiempos de la tele de Cospedal, cuando era alcalde de Toledo y el PP de entonces ya comenzaba a temerlo. Lo conseguido esta semana ha sido verdaderamente asombroso, abriendo todos los telediarios de España, las radios del país y los periódicos del norte y el sur. Es el mayor activo que tiene Castilla-La Mancha en el ruedo ibérico. Emiliano García-Page ha desarrollado una capacidad comunicativa inédita en el parlamento mediático de la opinión, que hace que cada reflexión, frase o palabra suya vaya directa al pabellón de los titulares que circundan ese virtual hemiciclo diario. Evidentemente, si lo ha conseguido no es por casualidad, ya que algo debe tener el agua cuando la bendicen. EGP se ha convertido en la voz más crítica del sanchismo 2.0, el de la segunda legislatura, en que los indepes ya nos van ganando al resto de españoles por dos goles a cero, los del indulto y la amnistía, sin contar los penaltys de la malversación y la sedición. Como Xavi, pero al revés.

Recuerdo los días de gloria de Bono y Zapatero y no alcanzo a vislumbrar un efecto semejante a las declaraciones de Page. Es cierto que Bono era mosca cojonera de Zapatero cuando le ganó el congreso de los nueve votos y luego tuvo que tirarse cuatro años de oposición a Aznar. Todavía recuerdo aquella comida del Psoe navideño en que ambos coincidieron, minutos antes de que ZP se fuese a Marruecos para hacerse la foto ante un mapa de África con Ceuta y Melilla. Entreguismo ilustrado y con talante, así eran las cosas de Bambi. No hay que olvidar los escarceos y escaramuzas de Bono con Borrell –cuidado con él, Gala siempre en el recuerdo- o aquellas del Ave, González y Guerra hacia Sevilla, cuando se repetía aquello de “si no para, no pasa”. Barreda vino luego e intentó algo parecido también con un ZP ya más tardío, aquel que nos arruinó y llevó a España al Plan E, la quiebra y los parados. A José María se le ocurrió decir una noche en La Solana con Alsina que estábamos en “crisis”, la palabra maldita, y copó todos los titulares de aquel momento. Pero nada, ni sombra, de lo que Emiliano ha conseguido estos días y la trayectoria que ejerce quien sin duda tiene perfil político propio y voz autorizada.

Ni siquiera me encaja con aquello del verso libre que se le aplicaba por ejemplo a Gallardón en los tiempos del PP de Aznar. Page es el resultado de muchos años en política y haberlas visto de todos los colores y sabores. Lo recuerdo con su cara de crío en la portavocía de Bono, cuando ya contendía con los periodistas y conseguía muchas veces su complicidad y amistad. Cuidó siempre las relaciones personales, lo cual habla excelentemente de él. Pero aprendió también de cerca lo que a la prensa le ponía. Tú podrías ser muy buen amigo o conocido, pero si no dabas el titular o pisabas el charco, la prensa no te sacaba. Desarrolló prístino, antes que ninguno, ese olfato que determina aquello que a los periodistas nos interesa o no… Que básicamente, es lo mismo que a la ciudadanía importa. De qué vale hablar del cielo y las nubes, el olor y el sabor.

Plutarco escribió sus Vidas Paralelas hace ahora veinte siglos y quedó como un auténtico género literario para la posteridad. Recuerdo que Cuartango siguió la estela varios domingos en El Mundo de manera lúcida. Los casos de Bono y Page parecerían también similares, pero el segundo ya se ha desligado por completo del primero. No veo al presidente de la Junta como ministro de Defensa ni presidente del Congreso, aunque todo pudiera darse. Ha de tener cuidado, porque van por él. Ten cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos. Lo que está claro es que su voz se escucha, resuena y retumba. Hasta el PP le da la razón, aunque le pide que pase de las palabras a los hechos y vote contra la amnistía. La cuestión no es tan fácil. Quizá Emiliano esté más solo aún en el Psoe de lo que parece, aunque la sociedad lo arrope. Pero como él dice, lo que hoy es blanco, mañana será negro. Pedro pasará a la Historia, pero curiosamente no le concederá la amnistía que él va a procurar. Y en inmejorable metáfora que este periódico sacó ayer en la carta del director, el Laocoonte del Gobierno comienza a asfixiarse con las serpientes indepes. Page dice que el emperador está desnudo. Y todos sabemos cómo acaba el cuento.