Alberto Núñez Feijóo dijo ayer en Toledo que del ego del presidente del Gobierno dependía la negociación con Puigdemont y la deshonra de España. Me hizo recordar a otro Núñez, el del XIX, que dijo aquello de “prefiero honra sin barcos que barcos sin honra”. En el caso de Sánchez, ya sabemos lo que preferimos. Su personalidad compleja da por sentado que nada podemos descartar con él. Se sabe el más listo, el más guapo, el más confiado… Frente a un pueblo que sólo quiere para que lo aplauda y se haga tiras la piel por tenerlo a él como presidente. Espejito, espejito, dime quién es el presidente más guapito… Y así estamos, esperando que la rana se convierta en príncipe.

Sucede que la rana sigue a gusto en Waterloo y está jodiendo la badana más de lo que pareciese al principio. Sin embargo, al final tragará pues nunca se verá en otra para decir como Tarradellas aquello de “ja sóc aquí”. Nadie de los decisivos quiere elecciones en enero y aunque sólo sea por eso, todo hace pensar que Sánchez se comerá el turrón con otro mandato por delante. Como los polvorones en primavera, igual se le quedan duros y el mantecado de Puigdemont le rompe el diente. Pero eso sólo lo veremos con el tiempo.

Ayer el PP quiso marcar territorio en Toledo frente a Page, que habla pero no actúa, señalan. Sin embargo, Feijóo no lo nombró en ningún momento, aunque para eso estaba Paco Núñez quien remarcó que el presidente de la Junta no iba al Senado para no molestar a Sánchez. Velázquez también intervino en el mitin por la igualdad y comenzó mandando un saludo a Joaquín Romera, que se recupera tras el contratiempo de salud que tuvo hace algunas semanas. El Niño de la Bisagra es toro bravo y sabrá andar el camino. En cuanto te recuperes, Joaquín, nos vamos a Las Ventas para ver una de Victorino.

El Partido Popular hará todo el ruido que pueda con el asunto de la amnistía. Se sabe perdido frente al ego de Sánchez y sus consecuencias, pero no por ello claudica ni deja la calle. Frente a ello, Page marca discurso propio. Está muy pendiente de todo lo que suceda y aunque nadie tenga información de las negociaciones que sólo Sánchez sabe cómo van, no renuncia a influir y dar su opinión. El otro día siguió con mucho interés la entrevista de Alsina en Onda Cero a Zapatero, camino de Sigüenza. Le pareció excepcional, por lo que de clarividente tuvo. Zapatero quiere Venezuela y sus bolivarianismos y no renunciará a defender a Sánchez para que lo deje seguir en el negocio. Es un matrimonio a conveniencia. Pero el hombre que arruinó España quiere ahora dictar lecciones de política. Las sales, que no puedo y me voy por la pata abajo.

El momento es complicado y la amnistía abre una puerta que nadie sabe dónde va y probablemente nos conduzca al cantón y el referéndum. Los vascos sensatos como Urkullu se tiran de los pelos por haber sucumbido a Ortúzar y no pactar con el PP. El blanqueamiento de Bildu los está haciendo polvo, pero más vale que se ahogue un maketo de derechas en la ría que Otegi, según reza el evangelio de Arana y su chapela. Dijo Felipe González que los regímenes en España duran cuarenta años y parece que el tiempo le da la razón. Ahora es el momento del ego y la deshonra. Sin barcos, sin épica, sin nada.