Tuve que leer varias veces la palabra hasta entender el significado. Agustín Jiménez, alcalde de Noblejas, se refería así al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, para señalar que lo único que compartía con él era el carnet del Partido Socialista. De ahí, lo de cocarnetario… Que yo pensaba era algo del Cuaternario, los dinosaurios o el Concavenator…

Y resulta que no, que era sólo una jerga de viejos compañeros de partido. Lo que se degrada la literatura. En cualquier caso, Jiménez va ya por la semana de huelga de hambre y se resiste a deponer la actitud, pese a que ha recibido ya varias notificaciones o avisos de los médicos para trasladarlo al hospital. A los doctores no les dio las magdalenas famosas de Espadas, pero poco le faltó. Sigue así, por tanto, este desafío, que uno intuye más personal y político que técnico, pues no puede ser que la construcción de un instituto, por más que estuviera prometido, desencadene una reacción tan desmedida.

Agustín Jiménez es un gran alcalde. Los que nos dedicamos a esto sabemos de él casi desde que el mundo es mundo. Ha hecho de Noblejas un pueblo estupendo de la mesa de Ocaña, con un polígono industrial inconmensurable, a la estela de los pasos de Illescas. Allí hemos acudido varias ocasiones para contarlo en la radio y nos ha sorprendido esa plaza tan moderna, a la que un día llamó José Bono. Jiménez y la bufanda roja son inseparables, pues la lleva en recuerdo de su mujer fallecida hace mucho tiempo… De ahí que la luzca con tanto cariño, incluso en verano. Como mano derecha tiene a otro viejo conocido, Ángel Luengo…

Ya entonces sí que eran las épocas del Concavenator cuando Luengo disputaba la secretaría general a los Gutiérrez en Toledo, osando levantar la voz al poder omnímodo de Page, materializado en sus lugartenientes más fieles. Quiere decirse que la disputa y polémica no son nuevas. Sí que lo es la decisión del alcalde de cerrar la boca mientras la abre para explicar lo que le pasa. La Junta ya ha dado un primer paso y el consejero ha enviado una carta en la que pide datos, información y documentos para empezar a hablar. Creo que Jiménez quiere llegar a Page e insistirá… Pero eso son sólo impresiones mías.

La rueda de prensa del otro día fue de una escenografía bárbara, que a todos nos dejó embobados. "Si le quitas el discurso a la derecha, a lo mejor yo también voto en blanco como Felipe González", vino a decir Agustín, que con setenta y siete años las ha visto de todos los colores. Es sanchista hasta la médula – o socialista, como él dice- y después de cuarenta años en la alcaldía no se casa con nadie, sino consigo mismo. Está sirviendo para que las filas sanchistas de la región se muevan y recuerden a Page que no está solo y que igual tendrá que pactar con alguien. O no, que decía Rajoy. Santiago Lucas Torres, mano derecha de Núñez, vicepresidente de las Cortes y de los más listos que uno conoce en política, olió pronto la tostada y enseguida apareció por allí. Tiene buena relación con Jiménez de sus tiempos en la empresa privada y vio el filón para aprovechar el momento. Otro más que se sumaba, aparte de mi compañero de columna, Jesús Fuentes Lázaro, y un interesante grupo de nuevos y viejos comancheros. Sea como fuere, yo propondría que Page y Jiménez se comieran la magdalena de la paz. Seguro que el bueno de Fernando Espadas es capaz de hacerla tan famosa como la de Proust.