Leo en este digital que los Fondos Next Generation han regado Castilla-La Mancha con 3.150 millones de euros, el mayor volumen de inversión en la historia de la comunidad autónoma. Una buena noticia, sin peros.
La verdad es que esto de 'Fondos Next Generation' es un pedazo de nombre. Nacieron para hacer frente a los estragos del COVID-19, pero van más allá, buscan la modernización, la digitalización y "la ecologización" para mejorar la vida de la próxima generación de ciudadanos de la Unión. Esa resiliencia que está ahora tan de moda y que no es otra cosa que tratar de salir más fuertes de un momento traumático, en este caso una pandemia.
Unos buenos dineros procedentes de Bruselas que se han invertido en nueva tecnología para los hospitales, en la digitalización de la educación, en crear 11.000 nuevas plazas de Formación Profesional y 3.600 de guardería, en comprar 40 camiones autobomba contra incendios, en planes de sostenibilidad turística, en placas solares, en ayudas para la rehabilitación energética de viviendas y para la adquisición de vehículos eléctricos… Y, lo que también es importante, uno de cada dos euros de los fondos Next Generation se ha ido directamente a los bolsillos de las pymes de la región.
Una buena noticia, -no me duele repetirlo-, que viene acompañada de otro dato que me ha llamado aún más la atención: al Gobierno de García-Page le quedan 367 millones aún por gastar.
Por circunstancias que no toca detallar aquí, últimamente me he visto inmersa en eso que se llama 'dependencia' y en lidiar con todo el aparataje burocrático que el Estado y la Junta de Comunidades han desarrollado para cuidar, no a la generación del futuro, sino a la del pasado. Es por eso que desde esta columna hago una proposición a la Junta: que lo queda por gastar de estos fondos Next Generation se vaya a la previous generation, a esa generación estoica que hoy tiene 70, 80, 90 años y que no puede estar esperando seis meses a que evalúen su nivel de dependencia y un año más a que le adjudiquen una residencia pública.
Y sí, ya sé eso de que Castilla-La Mancha lidera año tras año el ranking del Observatorio de la Dependencia en cuanto a la prestación de este servicio, con una nota de 8,3 sobre 10. Pero, créame querido lector, este notable no es suficiente.
La España de hoy, esa que ellos y ellas levantaron en silencio, callando y obedeciendo, no les puede dar ahora la espalda, no puede mirar hacia otro lado. Estos castellanomanchegos que construyeron esta comunidad y ven la tele regional en tropel, precisan que la Junta esté presente y sea un agente de cambio para mantener su bienestar y conservar su dignidad en el tramo final de sus vidas. Para que, por ejemplo, se acorten los tiempos de espera de las ayudas que piden a Bienestar Social, para que esas ayudas sean funcionales de verdad y no un parchecito, para que las plazas de residencias públicas aumenten tanto como las de las guarderías, para que no se arruinen… ¿Sabe, querido lector, que hay familias de ancianos, ahorradores y hacendosos de toda la vida, que se arruinan en esta tierra nuestra cuando precisan de cuidados geriátricos? Pues sí, los hay.
Si hay una generación que se merece unos fondos que lleven su nombre son estas personas. ¡Ojalá pueda leer en este digital en un futuro cercano el anuncio de que estos fondos Next Generation se han gastado en la generación previa! ¿Difícil? Se verá.