Fútbol, valores y liderazgo

Fútbol, valores y liderazgo

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¿Son antagónicos los mundos del deporte y la cultura?

Intelectuales y deporte. La victoria de la selección femenina de fútbol en el Mundial ha provocado un gran entusiasmo en la sociedad. ¿No tienen nada que reflexionar los intelectuales? 

Benjamín Prado Ana Merino
5 septiembre, 2023 02:44


Los poetas también somos campeonas

Foto: © Juan Pelegrín

Foto: © Juan Pelegrín

En realidad, no somos más que dos cosas, mente y cuerpo, y lo demás es inventado: las divisiones de raza, género y demás van contra la razón y, sobre todo, contra la biología. El deporte es una metáfora de la vida, un resumen de sus placeres, sus trabajos y sus servidumbres, en él se juntan libertad, diversión, salud, espectáculo, rito social, ansia de superación, militancia en unos colores o una bandera, espíritu competitivo…

Y como no es un territorio segregado, sino otra habitación de la misma casa común, también a él ha llegado la ola imparable del feminismo, que reclamó las mismas oportunidades y en cuanto las ha tenido, ha llegado a la misma meta: en España ya hemos ganado dos mundiales de fútbol, uno masculino y ahora otro femenino, y esa paridad en los títulos es un ejemplo esperanzador de un mundo que da pasos de gigante hacia la igualdad, que a estas alturas de la historia es el único estado aceptable de la existencia.

Me gusta cuando oigo a los hombres saltarse orgullosamente las reglas de la gramática y decir eso: somos campeonas del mundo. La idea de la mente sana en un cuerpo sano es una exhortación al uso inteligente del cuerpo, pero además en el deporte existe la misma base filosófica que en la cultura: hemos inventado el baloncesto por las mismas razones que el teatro o el cine, para llevarnos un poco más allá de nosotros mismos, por dentro y por fuera, y también para entretenernos lo suficiente como para no estar las veinticuatro horas del día recordando nuestra condición mortal y el paso desolador del tiempo.

Hemos inventado el baloncesto por las mismas razones que el teatro
o el cine, para llevarnos un poco más allá de nosotros mismos,
por dentro y por fuera, y también para entretenernos

La explosión de júbilo en la victoria o la tristeza en la derrota son lo mismo: el pegamento de la tribu, una representación multitudinaria del sentimiento colectivo, gloria bendita en esta época contaminada por el individualismo.

No sé de dónde proviene la idea de que los intelectuales guardan las distancias con el mundo del deporte: no serán los que yo trato, desde luego, entre los que lo raro es que no tengan algún equipo al que siguen, hijas e hijos a los que les compran su uniforme o un salón donde nos juntamos para ver un partido o una carrera. Si me pongo a contar la cantidad de libros y discos que tenemos publicados los que nos hemos reunido este verano en Rota, Cádiz, para ver a la selección, hemos pegado un bote en el sofá con el gol de Olga Carmona o nos han dado las tantas viendo a Carlos Alcaraz, me tengo que salir de este artículo y colarme en el de al lado.

España es una potencia en muchos deportes y las y los españoles disfrutamos de sus campeonatos, sus copas y sus medallas, nos duelen las lesiones ajenas, damos saltos de júbilo con una canasta, un gol o un ciclista que cruza la meta o debatimos si era o no fuera de juego... y después escribimos un poema o una novela. Nada es incompatible cuando se hace con pasión y con alegría, que son dos de nuestras virtudes más señaladas. 

Cultura y fútbol

Ana Merino

Novelista y poeta. Autora de Amigo (Destino) y Salvamento de hormigas (Visor).

Practicar algún deporte nos ayuda a sentirnos mejor, de eso no hay duda. La actividad física es clave para la salud. Si además se transforma en un juego donde desarrollamos nuestra sociabilidad tiene un efecto reconfortante. De niña me gustaba jugar al fútbol y a bases, que era una especie de béisbol precario y sin bate. Leer y jugar eran perfectamente compatibles. Si estaba sola leía, y si estaba acompañada jugábamos a algo. El cuerpo te pide correr, moverte de un lado a otro, y el fútbol es un deporte lleno de coreografías donde te diviertes en grupo.

Con los años te aficionas a la pasión de los demás cuando siguen a su equipo. En mi niñez yo no tenía un equipo definido, todos me parecían bien. Me gustaba sobre todo la voz trepidante de los locutores relatando la contienda de dos equipos y la desesperación de la hinchada cerrando los puños con nerviosismo. Me distraía ver partidos en la televisión y observar el poso que dejaba en los demás la experiencia futbolera.

Con los años he notado lo mucho que me gusta que gane España. He vivido tanto tiempo fuera que cada victoria la siento muy cercana. Recuerdo el verano de 2010 cuando ganó España el Mundial masculino y lo celebré con tanta alegría que se me ocurrió crear una asignatura para la Universidad de Iowa que consiste en analizar el impacto sociocultural del fútbol iberoamericano y estimula a los estudiantes a leer y a pensar.

He tenido la suerte de vivir el Mundial femenino de primera mano mientras enseñaba sobre fútbol en Dartmouth College, en Nuevo Hampshire. Hemos analizado poemas, crónicas, cuentos y películas...

Este verano, he tenido la suerte de vivir el Mundial femenino de primera mano mientras enseñaba sobre fútbol en Dartmouth College, en Nuevo Hampshire. Hemos analizado poemas, crónicas, columnas, cuentos, canciones y películas. Nos hemos sumergido en la historia de los mundiales ligada a la realidad sociopolítica del siglo XX y XXI. Hemos estudiado las reglas, visto documentales, fotografías y carteles antiguos.

Nos hemos detenido en la mirada de las vanguardias, las dictaduras y la propaganda, las guerras, la construcción de las masculinidades, la evolución del juego y los estadios, la energía de la hinchada, el empoderamiento de las mujeres, el impacto económico y global, la presión psicológica, el lado oscuro de la corrupción y la violencia, el lado luminoso del compromiso y la celebración. Todos los temas que hemos ido tocando aportaban ingredientes a la experiencia del deporte y su capacidad para generar emociones, sinergias y reflexiones.

Los escritores solemos tener mucha curiosidad y en el deporte rey hay un pálpito humano energizante. Este verano las mujeres futbolistas nos regalaron un Mundial apasionante. Yo me he sentido feliz de que ganara España, feliz de que mis semanas impartiendo la asignatura tuvieran un relato épico paralelo donde comentar las tácticas, la evolución del juego, los ataques, los pases largos, las asistencias, la presión, los tiros y los saques. Ver diferentes partidos e ir disfrutando con todos los equipos y el periplo de su aventura. La coreografía del deporte, su expresividad en la cancha son un estímulo creativo que invita a disfrutar y a sentir el instante pleno de las derrotas y las victorias. 

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