Image: Regiones devastadas

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Poesía

Regiones devastadas

Guillermo Carnero

28 abril, 2017 02:00

Guillermo Carnero. Foto: Vicente Barbera

Fundación J. M. Lara. Sevilla, 2017. 88 páginas. 10'71€

La destrucción que ocasionaba la guerra española llevó al gobierno de los sublevados a la creación de un organismo que había de paliar el desastre en lo que se denominó "regiones devastadas". De ahí proviene el título de este nuevo libro de Guillermo Carnero (Valencia, 1947), destacado estudioso de la literatura y uno de los poetas relevantes de nuestro tiempo desde su primer libro, Dibujo de la muerte, publicado ahora hace 50 años; autor de una obra que ha merecido significativos premios y la mejor de las recepciones críticas.

Si la expresión tiene la mencionada referencia, su significación aquí es muy otra; a lo que señala es a cómo lo vivo está destinado a morir y es ya por ello una región devastada. El tema, presente en la literatura desde la época clásica, estaba ya presente en el mencionado Dibujo de la muerte, donde la inscripción de esa palabra clave no era gratuita y era una constante en ese libro y en el conjunto de la obra de Carnero.

El paso del tiempo implica el deterioro del cuerpo y el dictum memento mori recorre la literatura y el arte. Tema grave, como suele decirse, que induce a la reflexión y se ofrece a una diversidad de posiciones: el dolor, la desesperación, la aceptación cristiana o religiosa en general, la llamada a la vida, encuentra, por otra parte, el que, como dice el personaje de Sunday Morning de Wallace Stevens, "Death is the mother of beauty" y esa metáfora dice verdad.

Desde luego dice verdad en los poemas de Regiones devastadas, en sus versos de armonía musical, en su léxico cuidado y en los asuntos particulares de cada uno de los textos. Insistiendo en un modo de escritura muy característico de Carnero -y de otros poetas coetáneos-, el culturalismo, el decir se recubre de elementos provenientes de la literatura, del arte, del pensamiento, en fin, de la cultura, de manera que escribir a partir de ella, incorporándola, es ya un reescribir y un inscribirse en la serie.

En varios de los poemas, la referencia tiene lugar como monólogo dramático y, así, se da la voz, entre otros, al rey David, a Aldana, a Góngora -nada menos que en 1612 con el Prometeo y las Soledades en el escritorio-, pero también a un comerciante, alguien innominado, todos ellos ejemplos morales, amantes de la belleza y la cultura; en "Oración de Venancio Fortunato" dice este con orgullo "Borra mis inscripciones, destruye mis medallas. / No entregues a estos bárbaros mi palabra y mi nombre", en eso, su escritura, su fama, está su honor, su gloria. Otros de los poemas toman la forma de la écfrasis y una obra de arte es el motivo del discurso; en uno de ellos, el sujeto ante un cuadro de Tintoretto expresa su deseo: "Quién fuera simulacro de formas y colores […] fuera del tiempo". Frente a la espera de la muerte cierta, la salvación del arte, y de la poesía naturalmente, de la belleza.

Espléndido libro este que viene a continuar una obra poética que, si en la expresión es toda ella irreprochable, no ha de entenderse que ella sirva al conocimiento, sino que esa misma forma es ya también conocimiento, ¿acaso hay algún hiato entre palabra y pensamiento?