Pedro Mairal

Libros del Asteroide. Barcelona, 2017. 144 páginas. 15'90 €. Ebook: 6'99 €

La uruguaya, de Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) es una magnífica novela. Lo digo sin atenuantes, al principio de la reseña, para que vaya por delante y no quede ninguna duda. Se trata, además, de un texto de lectura absorbente, lo que no suele ser habitual. Una ficción breve, bien dosificada, llena de elementos que la hacen atractiva y sugerente.



Lucas Pereyra es un escritor argentino que percibe anticipos de dos editoriales -una colombiana y otra española- por obras que todavía no ha escrito. El dinero paliará sus dificultades económicas, le permitirá trabajar con cierta tranquilidad y le situará de igual a igual con Catalina, su compañera y madre de su hijo Maiko. La difícil situación financiera de un país como Argentina le empuja a viajar a la cercana Montevideo donde puede cobrar de forma mucho más ventajosa para él, a pesar del riesgo que supone cruzar de regreso la frontera con una cantidad de dólares que se considera ilegal. Pero ese no es el único riesgo al que se enfrentará Lucas.



En Montevideo, va a encontrarse con una amiga con la que ha mantenido correspondencia electrónica. Se llama Magalí Guerra, la conoció en un viaje anterior, y hasta la fecha no ha sido posible que los dos culminen su relación, aunque Lucas confía en que la nueva visita a la capital de Uruguay lo haga posible.



La historia está contada por el propio Lucas, lo que contribuye a la credibilidad de lo que se cuenta. Lo extraño es que se trata de un narrador no fiable, que oculta información para dirigir la interpretación del lector. Este narrador, en efecto, conoce todo lo que ha ocurrido porque narra cuando los hechos han terminado, pero se cuida mucho de revelar lo que no desea, de modo que el lector pasará gran parte del tiempo engañado sobre la realidad de lo acontecido. Además, al ser una narración en primera persona, no se tendrá certeza sobre algunos de los acontecimientos, ya que al "yo" que cuenta le resulta imposible acceder al interior de otros personajes. La novela se presenta, pues, como un pedazo sustraído a la vida en el que, como nos sucede a menudo, no es posible tener certidumbre sobre los hechos que protagonizamos.



En el texto, que recoge lo acontecido en apenas unas horas, se habla de muchos temas: de la intensidad que puede haber en un amor no consumado, de las crisis que nos afectan en nuestra trayectoria vital, de la conjunción tremenda de algunas circunstancias, de la dificultad de ser padre, de lo que quitan los hijos -también de lo que dan-, de la fragilidad del amor y de la dificultad de las relaciones de pareja, del abismo ante la posibilidad de un cambio de vida, del miedo a lo desconocido, de la toma de decisiones, de lo endeble de la realidad, de cómo nos protegemos al no querer saber, de la supervivencia, del desamor y del amor después del desamor, de la lealtad, de los momentos mágicos que a veces nos sorprenden, de nuestras contradicciones y de lo poco que conocemos a las personas a las que creemos conocer. Aunque quizá el tema central sea el de la fragilidad de nuestras relaciones y de nosotros mismos en ellas.



Escrita con fluidez y utilizando un español rioplatense vivísimo que casi se escucha, la novela nos conmueve, nos hace pensar, nos coloca en la piel de otros y lo hace con brillantez. Pura literatura que estremece y pura vida en ella.