Asa Larsson. Foto: Antonio Moreno

Traducción de Mayte Giménez y Pontus Sánchez. Seix Barral, 2011. 462 páginas, 19 euros



Hitchcock ha pasado a la historia del cine como el mago del suspense, pero el valor de su filmografía no reside en su capacidad de urdir y resolver intrigas, sino en su talento para explorar los aspectos más inquietantes de la condición humana. Con la muerte en los talones hipnotiza al espectador, pero Vértigo desata esa catarsis donde se mezclan la piedad y el horror. Asa Larsson (Kiruna, Suecia, 1966) pretende conseguir ambas cosas con su literatura, buscando un punto de convergencia entre el relato policíaco y la novela negra. Su forma de escribir recuerda la atemporalidad de los autores sin estilo. Stendhal utilizó este procedimiento y ha superado la prueba del tiempo. Asa Larsson busca la limpieza, la fluidez, la funcionalidad. Su intención es revelar las turbulencias que se agitan bajo de las aguas aparentemente tranquilas de la sociedad sueca.



Suecia no cesa de producir autores de novela policíaca, donde se aborda la violencia de género, la inadaptación individual, el crimen gratuito y la corrupción política. Henning Mankell y Stieg Larsson se han ocupado de estas cuestiones, con resultados desiguales. Mankell transita por la melancolía y el desengaño, pero Stieg Larsson nos ofrece una perspectiva terrorífica de Suecia. Asa Larsson no es optimista, pero no se limita a mostrar la obscenidad del mal. La senda oscura explota uno de los clichés del género: el hallazgo de un cadáver en un lugar inhóspito. Cerca del lago de Torneträsk, aparece el cuerpo sin vida de Inna Wattrang, una ejecutiva de la empresa minera Kallis Mining. La inspectora Anna-Maria Mella y Rebecka Martinsson, una brillante abogada con un pasado traumático, coordinarán sus esfuerzos para resolver el caso. El contraste entre sus personalidades añade al relato matices que mejoran su credibilidad.



Larsson ejerció como fiscal. Su experiencia se combina con una técnica de documentación minuciosa. Sabe redactar un informe psiquiátrico, describir el desorden mental de un brote psicótico o recrear las técnicas de investigación policial. Rebecka Martinsson es una mujer infinitamente más compleja que la inspectora Anna-Maria Mella, pero ninguna de las dos se ha acostumbrado al sufrimiento de las víctimas. El asesinato de Inna está ligado a turbias conspiraciones políticas. Nada es lo que parece. Suecia no es un paraíso. Su prosperidad material está lastrada por la podredumbre moral. No es algo extraordinario. La famosa globalización sólo es una red por la que circulan la violencia, la avaricia y la falta de escrúpulos, sin dejar espacio para la dignidad humana. Asa Larsson está más cerca de Mankell que de Stieg Larsson. No hay ese despliegue de inmundicia moral que tanto irritó a Donna Leon tras leer Milennium. Larsson también habla de ternura, esperanza y espíritu de superación, pero sin lograr trascender las limitaciones del género.



La senda oscura sólo es una efímera novela de entretenimiento, pero puede ser una excelente compañía en uno de esos apartamentos vacíos que habitarán los europeos del siglo XXI.