Infantil y juvenil

La mirada de Pablo

Antonio Ventura

17 octubre, 2002 02:00

Siruela. 136 páginas, 12’30 euros

No es nada habitual tropezar, entre los libros que se destinan a lectores jóvenes, con un texto de tan hondo lirismo como éste de Antonio Ventura, un hombre nada ajeno al panorama de la literatura infantil y juvenil, no sólo desde ese observatorio tras la barrera que siempre es el periodismo -en este caso el de la prestigiosa revista especializada Babar, de la cual fue fundador-, también desde el ruedo de la autoría de varios títulos, entre los que destacan No todas las vacas son iguales (1999) y Osos de cuento (2002).

Ahora el autor madrileño regresa a sus escenarios para contar, desde el punto de vista de un niño, una infancia más bien gris y triste -el tono pesimista del relato sorprende y emociona: ¿quién dijo que el de la infancia ha de ser necesariamente un mundo feliz?- marcada por las penurias económicas y la soledad.

Pablo es un niño solitario que observa con detalle un mundo en el que siempre hay una olla hirviendo en la cocina, un padre lejano que escribe cartas y viene muy de tarde en tarde, una hermana enferma que tose y no acaba de restablecerse y una madre que se queja porque no sabe cómo llegar a fin de mes. Todo eso en los escenario más comunes: la casa, por supuesto, ese gran escenario de toda infancia; la escuela, la calle... poblados por algunos secundarios que entran y salen del campo de visión del protagonista: el ciego Manolo o Inés, la enamorada (en el sentido clásico del término).

En resumen: Antonio Ventura no nos cuenta nada memorable, sino las pequeñas aventuras cotidianas de un niño vulgar y corriente. En ese sentido, el título del libro no puede ser más acertado. Sólo que a la mirada de Pablo se une en esta bella edición la de los ilustradores Judit Morales y Adrià Gòdia. Entre los tres -autor e ilustradores- rinden homenaje a cientos de infancias grises y, al mismo tiempo, memorables.