Rafael Sánchez Ferlosio. Foto: YouTube

Rafael Sánchez Ferlosio. Debate. Barcelona, 2017. 784 páginas. 34,90 €. Ebook: 12,34 €

El título coincide con un artículo del autor publicado en El País el 7 de octubre de 1990 sobre el embargo impuesto por el Consejo de Seguridad de la ONU al Irak de Sadam Husein tras la invasión de Kuwait. En esas cuatro páginas, respondiendo a un análisis del corresponsal del Washington Post en Riad Patrick Tayler, ya se vislumbran algunas de las luces -líneas de fuerza las llama Ignacio Echevarría en la presentación del tomo- que iluminan el tercero de los cuatro Ensayos en que Random House (Debate) está recuperando la obra de Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 1927), uno de los prosistas más destacados de las letras españolas del último medio siglo.



Sin ser, ni mucho menos, el artículo más significativo de la obra, en él se plantea "un esclarecedor y decisivo contraste entre la antigua y auténtica ética de la guerra, y la ética universalista que en la actualidad justifica y fomenta un constante aprovisionamiento de armas... abocándonos a una directa regresión a la barbarie", escribe Echevarría.



La idea estrella sobre la que, acertadamente, se ha ordenado la amplísima y heterogénea obra del autor sobre asuntos internacionales, es la guerra, concepto de múltiples y contradictorios significados, terrible flagelo para unos, exultante autorrealización para otros, que, en un amago de prefacio, el autor considera incompatible con cualquier suerte de racionalización.



Para empezar a entender la guerra, aconseja desenredar cuidadosamente "la tenebrosa y arcaica irracionalidad que se manifiesta en el amor a la victoria como fin en sí mismo" y, viendo en las armas el instrumento que confiere a los hombres el mayor de todos los poderes -el poder de vida o muerte-, termina viendo en la guerra "la más terrible perversión instrumental de los humanos" (p. 305). Inevitable y absurdo preguntarse, a partir de ahí, qué sería de los humanos sin la guerra. ¿Seguirían siendo humanos?



Desde un conocimiento profundo de los clásicos, y sin caer en ninguna bandería ni partido, Ferlosio hace una defensa firme del humanismo

Alrededor del sol -destructor o vitalizador, según se mire- de la guerra, sus causas y sus numerosos planetas (venganza, castigo, ética, derecho, justicia, fuerza, religión, identidad, patriotismo, historia, destino, poder…) giran los, aproximadamente, sesenta textos en los que, entre el 2 de noviembre de 1980 y el 24 de febrero de 2013, Sánchez Ferlosio analiza el fin de un sistema internacional y el nacimiento de otro.



En los periódicos que publicaron la mayor parte de sus artículos, El País sobre todo (Abc, El Mundo, La Vanguardia y otros de forma esporádica), pueden encontrarse, seguramente, mejores análisis diplomáticos, estratégicos, económicos y políticos sobre las guerras analizadas: Irak-Kuwait de 1990-1991, Irak desde 2003 y, con menos intensidad, la soviético-afgana de los años 80, Afganistán desde 2001, las Malvinas en 1982, Kósovo de 1996 a 1999 y, siempre, el enfrentamiento de Israel con sus vecinos.



La verdad es que las guerras de nuestros días, para Sánchez Ferlosio, son simples excusas para adentrarse en las grandes batallas que ha librado la humanidad entre el bien y el mal, lo que le lleva al Peloponeso, a las Galias, a Alejandro Magno, a la Edad Media, a las guerras de la "Reconquista", a Napoleón... hasta Vietnam y la Nicaragua de Reagan. Apenas hay referencias a las dos guerras mundiales, salvo en un asunto central: el genocidio y la responsabilidad.



De todas ellas extrae lecciones y razones para defender cuestiones tan actuales y polémicas como la mili obligatoria -el ejército de ciudadanos- sobre la profesional -el ejército de mercenarios-, la guerra entre partes sobre las guerras escatológicas de nuestros días, el poder civil sobre la autonomía militar y los límites legales y éticos del uso de la fuerza.



No encontraremos a nadie que explique mejor los enigmas y los sofismas, los juicios y los prejuicios, los valores y los intereses, públicos y ocultos, que subyacen en cada una de las guerras citadas y de las otras muchas que, por lejanía física o psicológica, quedan fuera del foco del autor.



Nunca rehúye la polémica y, como en el espinoso tema de la mujer en el ejército, se decanta totalmente en contra: "La exclusión de las mujeres del servicio militar es una de las pocas diferencias entre sexos que sólo desde una actitud irreflexiva puede sentirse como ofensivamente discriminatoria".



Para Sánchez Ferlosio las guerras de nuestros días son simples excusas àra adentrarse en las grandes batallas que se han librado entre el biel y el mal
Palabras de 1987 y fáciles de rebatir desde hoy, pero comprensibles y bien argumentadas entonces por el autor: "Si en la invención de la guerra está la causa de la invención de los varones y de las mujeres como dos especies humanas socialmente diferenciadas, la reivindicación por las mujeres de su derecho a tomar parte en la guerra tiene su sesgo de razón en cuanto, recusando su exclusión de ella, apunta certeramente al propio origen de su segregación y sumisión...".



Sin los ensayos -"Cuando la flecha está en el arco, tiene que partir", "God & Gun", "Carácter y destino" (su discurso de recepción del Premio Cervantes en abril de 2004), "O religión o historia"...- es difícil, si no imposible, entender sus artículos y, mucho menos, darnos cuenta de su extraordinaria calidad.



¿Qué experto no empezaría un artículo, libro o ensayo sobre la guerra con Carl von Clausewitz o Sun Tzu? Pues en las 700 páginas de la obra internacional de Sánchez Ferlosio recogida en este volumen, donde se cita ocho veces a Susan Sontag y siete al polemólogo Michael Walzer, al general prusiano sólo se le cita una vez (p. 537) y al general, estratega militar y filósofo de la China antigua, ninguna.



Y lo cierto es que tampoco los echamos mucho de menos. Con Polibio, Hegel, Weber, Cicerón, Plutarco, Homero, Adorno, Veblen, Horkheimer, Ortega, Bühler, Marx, Engels, los padres de la Iglesia y, cómo no, El Quijote -a los que vuelve una y otra vez-, descubrimos las mimbres teóricas de un pensamiento integral superior al de la mayor parte de los articulistas y ensayistas de las últimas generaciones.



Desde un conocimiento profundo de esos autores, de la Grecia clásica y de la cultura romana, sin caer en ninguna clase de bandería o partido, el resultado es una defensa firme y bien articulada del humanismo, de la libertad y de la ética de la responsabilidad, frente al imperialismo, el militarismo, el patriotismo, los intervencionismos, los absolutismos, la guerra y la ética de la convicción.