Image: Mea Cuba antes y después. Escritos políticos y literarios

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Ensayo

Mea Cuba antes y después. Escritos políticos y literarios

Guillermo Cabrera Infante

30 octubre, 2015 01:00

Guillermo Cabrera Infante en Cuba en 1959. Foto: AFP

A comienzos de 2012, cuando se cumplían siete años de la muerte de Guillermo Cabrera Infante (1929-2005), su viuda, Miriam Gómez, y Toni Munné, editor-arquitecto de Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg, mostraban al mundo la primera nave de un monumento comparable en literatura, por su envergadura, belleza y valores, a las catedrales más hermosas.

En el primer volumen de los ocho -puede que nueve- proyectados de las Obras Completas del hijo de dos cofundadores del partido comunista cubano (Guillermo y Zoila), el arquitecto y el médium o alma gemela de GCI rescataron en más de 1.500 páginas la mayor parte de las críticas, reportajes, artículos y entrevistas sobre cine publicados por G. Caín, uno de los muchos seudónimos de Cabrera, en la revista 'Carteles' entre 1954 y 1960.

A mediados de septiembre se abría al público la segunda nave de un monumental legado, en palabras de Miriam para Radio Martí "más importante para Cuba que para Guillermo"" porque, "como nos han engañado tanto, como los jóvenes no saben, como han borrado la historia y Guillermo no cuenta, quiero que levanten una piedra y encuentren la verdad".

Los seis volúmenes siguientes ya están bautizados: narrativa publicada en vida, narrativa póstuma, escritos cinematográficos II, ensayos literarios, miscelánea I (lenguaje, viajes, ciudades) y miscelánea II (música, humo, variedades). Cada nave tiene una cúpula o texto central (Un oficio del siglo XX el primer volumen, Mea Cuba el segundo) que da luz, cuerpo, identidad y vida a muchos de los mejores artículos y ensayos políticos y literarios de GCI, completando los dos libros de la edición de 1999 de Alfaguara dirigida por Juan Cruz con una cuidada selección de artículos inéditos o publicados sólo en prensa desde el 99 hasta la muerte del autor.

"Estas páginas sólo han pretendido ayudar al lector a entender las razones que movieron a Cabrera a escribirlo", dice Munné en un prólogo que, por su calidad, es más que un prólogo. "Desde sus inquietudes revolucionarias de la primera hora, pasando por los cargos oficiales que ocupó y la etapa de 'Lunes de Revolución', las motivaciones del exilio, su ruptura con el régimen y la sutil pero implacable persecución a que se vio sometido hasta el fin de sus días"".

El antes de Mea Cuba recoge 28 artículos, ensayos más bien, publicados (todos menos dos) en ‘Lunes' desde marzo de 1959 hasta noviembre de 1961, y dos libros: el primero que escribió, Así en la paz como en la guerra (1960), y Vista del Amanecer en el Trópico, concluido en 1964 pero inédito hasta 1974, ya en el exilio. Estos primerizos libros son una galería de cuentos y viñetas presentados en su día como ficción, que lo es, pero con una fuerza literaria y un ritmo musical que adelantan ya la mejor prosa poética de Ella cantaba boleros, génesis de Tres Tristes Tigres, donde GCI se consagra como uno de los mejores escritores de América Latina en la segunda mitad del siglo XX y se aleja definitivamente de los dictados del realismo socialista y de las consignas revolucionarias.

Más que "el periodista que escribía novelas", como decía de sí mismo, el GCI de Mea Cuba es un Pablo de Tarso caribeño que, ya en 1968, fecha de arranque de los artículos y ensayos de la obra central, se había caído del Caballo y se había convertido en la voz más independiente, coherente y brillante del exilio cubano. "En el libro está mucho de lo dicho por mí hasta ahora acerca de mi país y de la política que le ha sido impuesta con crueldad nunca merecida", escribe en la segunda página de Mea Culpa (la 466 de este libro).

"Nadie me considera un escritor político ni yo me considero un escritor político, pero hay ocasiones en que la política se convierte intensamente en una actividad ética". El título -confiesa más adelante- viene de Cuba y Mea Culpa. "No hay escritura inocente, ya lo sé. Mea Culpa puede querer decir Mi Cuba, pero también sugiere la culpa de Cuba... La culpa es mucha y es ducha: por haber dejado mi tierra para ser un desterrado y, al mismo tiempo, dejado detrás a los que iban en la misma nave, que yo ayudé a echar al mar sin saber que era el mal".

España aparece una y otra vez como lluvia fina que gotea sobre muchos apartados de la obra. GCI levanta cada piedra del rocambolesco camino recorrido por políticos, poetas y artistas que, con mejores o peores resultados, han vivido, sufrido, admirado o aborrecido en un momento u otro Cuba, más bien su régimen tiránico. Miriam, su viuda, es mucho más que la médium que dice ser. Sin ella -memoria viva, primera lectora y, con frecuencia, insustituible traductora del océano de papeles, cuadernos, libros y manuscritos recuperados del olvido-, difícilmente habría fructificado una obra tan ambiciosa.