La Felguera. Madrid, 2014. 231 páginas, 20 euros

No. El mayor enemigo de Sherlock Holmes no fue el diabólico profesor Moriarty sino más bien un muy popular mago escapista: Henry Houdini. Quien dice Holmes, dice su autor, ese genio inglés torturado que se llamó Arthur Conan Doyle, y que fue, además del escritor más leído de su tiempo, un seguidor apasionado de las llamadas ciencias ocultas: la vida en el más allá y las revelaciones de los espíritus. El padre de Sherlock Holmes y Houdini forjaron una temprana amistad que saltó por los aires cuando, al fallecer la madre del mago, Conan Doyle quiso atrarle a sus filas convocando una sesión espitirismo para contactar con su progenitora. Aquello fue un desastre y Houdini, de por sí escéptico, libró el resto de su vida una batalla feroz contra aquellos vendedores de crecepelos fantasmales comandados por su antiguo amigo.



Ojo, como relata con despliegue de fotos y documentos de época este apasionante libro, Houdini era un mago, el mejor. Ningún truco le era ajeno, y le resultó sencillo desenmascarar los burdos ardides de aquellos ocultistas concitando su odio. De hecho, les preparó una reto postrero, un código que debían de intentar adivinar a su muerte. ¿Lo consiguieron?