Jaume Vicens Vives

Edición de M. A. Martín. Acantilado. Barcelona, 2013. 379 páginas, 24 euros



La figura del historiador Jaime Vicens Vives (Gerona, 1910-Lyon, 1960) se ha difuminado en los debates intelectuales de los últimos años, especialmente fuera de Cataluña que lo sigue teniendo como un gran renovador de la historiografía catalana y un líder intelectual de la segunda mitad del siglo XX.



En 1997 Josep M. Muñoz Lloret publicó una biografía intelectual sobre él que confirmó esta visión canónica y subrayó la extraordinaria labor de investigación y divulgación, cortada abruptamente por su prematura muerte. En los círculos intelectuales catalanes se ha insistido siempre en la depuración que sufrió, como catedrático de Instituto, después de la guerra civil, a la vez que ha habido una cierta resistencia a hablar de los contactos de Vicens con algunos ambientes franquistas barceloneses, representados por la revista Destino o la editorial Yunque, dirigidas ambas empresas por falangistas catalanes que apoyaron a Franco durante la guerra civil, o sus fluidas relaciones con directivos de la revista Arbor de Madrid, órgano del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.



Resulta claro, en todo caso, que a finales de la década de los cuarenta Vicens Vives había experimentado ya un profundo cambio en su pensamiento y se había transformado en un verdadero líder intergeneracional, con un clara conciencia de su papel en Cataluña.



Esta situación de liderazgo se fortaleció con su acceso a la cátedra universitaria en 1947 y su traslado a la Universidad de Barcelona. La presentación de una nueva revista en 1951, escribiría Jose María Jover, "dará lugar al enunciado de un programa en diez puntos, que constituye uno de los textos cardinales de la historiografía española durante el presente siglo". La cita tiene un especial valor porque Jover sería, precisamente, el objeto de una durísima crítica por parte de un Vicens Vives empeñado en combatir la historiografía ideologizada que había predominado en España durante la primera mitad del siglo XX. Vicens resultaría decisivo en el trabajo de historiadores como Santiago Sobrequés y Miquel Batllori y, tras su muerte, dejaría una profunda huella en las nuevas generaciones de historiadores que aparecerían desde los años sesenta.



Un destacado investigador de la historiografía más reciente, Miquel Àngel Marín Gelabert, ha preparado ahora, con el esmero que es habitual en las publicaciones de la editorial Acantilado, la recuperación de un viejo texto de Vicens relativo a la historia del mundo entre el final de la primera guerra mundial y el de la segunda. Un texto que confirma la vocación contemporaneista de Vicens, que era parte del gran giro historiográfico que había dado a finales de los años cuarenta del siglo pasado. Vicens hizo coincidir ese giro historiográfico con la voluntad de plasmar sus nuevas publicaciones en textos docentes y divulgativos que dieron aún más consistencia a sus nuevas preocupaciones.



En esa línea hay que situar este texto inédito y que responde a la revisión de una Historia universal que la Editorial Gallach había publicado en los años de la segunda República. El texto pudo estar finalizado hacia 1951 y, como señala Marín Gelabert, es un eslabón muy significativo, en la consolidación del Vicens contemporaneista. El texto ampliaba lo que ya había ofrecido en uno de sus grandes éxitos editoriales, la Historia general moderna que publicó la barcelonesa editorial Montaner y Simón en 1942.



El volumen arranca de los acuerdos de Versalles para tratar de ofrecer una imagen de la interacción entre democracia, fascismo y comunismo en los años que llevan hasta la segunda guerra mundial. Evidentemente, una edición como ésta presta un mayor servicio a la historia intelectual española que al conocimiento del periodo estudiado, sobre el que se ha producido con posterioridad a la fecha de redacción de estas páginas, una producción historiográfica apabullante. En todo caso, su contenido revela al gran maestro de historiadores que fue Vicens y el lector que recorra sus páginas sin perder de vista las circunstancias en las que el libro fue redactado podrá apreciar de cerca la gran aventura intelectual a la que Vicens dedicó su vida y que le convirtieron en referente de muchas generaciones de historiadores posteriores.