Edición de Helena Vidal. Acantilado, 2012. 135 pp., 16 e.

Es una costumbre bastante arraigada en el mundo editorial español la de hinchar textos que por sí solos no habrían podido componer un volumen con otros relacionados más o menos prescindibles. Es el caso de Armenia en prosa y en verso del gran Mandelstam (Varsovia, 1891). Se perdona aquí porque tras una tediosa introducción de Gueorgui Kubatián, los cuatro textos siguientes que componen la sección de prosa de este viaje a Armenia son algunos de los textos más extraordinarios de prosa poética escritos por el autor y también unos de los más conflictivos en su historia personal.



A finales de los años 20 los viajes profesionales de los escritores a ciertas provincias de la URSS eran algo muy habitual. Se trataba de una estrategia propagandística: las expediciones "literarias" partían desde Moscú y al regreso el escritor se comprometía a escribir un ensayo sobre la república visitada y "su extraordinario florecimiento en su ejercicio de la construcción del socialismo". Mandelstam, a su regreso de Armenia publica en mayo de 1933 en la revista Znamia (La bandera) un texto que está muy lejos de ser complaciente. La presión sobre Mandelstam crece cuando se niega a retractarse y es detenido en mayo de 1934 y desterrado. Tres años más tarde será detenido de nuevo para morir en un campo de concentración.



Estos textos de Mandelstam, crípticos, subjetivos, misteriosos y disidentes son la raíz de su propio drama. Los textos en prosa son de un lirismo, una lentitud y una esencialidad que por momentos parecen figuraciones literarias de imágenes de Tarkovski. Son de hecho, como apunta la antóloga, de un lirismo muy superior al de los poemas que también están recogidos en esta edición. Sólo por la descripción de poco más de una página acerca de cómo talan un viejo árbol, o por ver cómo narra la epopeya del nadador Gambárov merece la pena leer el libro completo. Mandelstam se comporta como una verdadera voz natural, una voz subversiva, pero no porque se levante en armas contra la alabanza programática del socialismo, sino porque describe a unos pueblos de Rusia que viven ignorantes unos de otros, como niños. Armenia es una especie de superconcentración del alma rusa; un alma gastada, pero también natural y hermosa.



La confianza de Mandelstam es, al final, una confianza en lo primigenio, como sucede en toda la gran literatura rusa del siglo. "¿Cuánto tiempo nos queda aún por andar entre tumbas,/ como moza de pueblo que sale a por setas? / Éramos gente y ahora somos gentuza condenada/ Los humanos aúllan como fieras/ y las fieras parecen humanas". Conmueve pensar que por versos como estos Mandelstam se estaba condenando primero a la prisión, luego al campo de concentración y a la muerte.