Arequipa
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Amén de la polémica en torno al director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado, el Congreso de la Lengua continúa imparable su programación, cuyo eje transversal es Mario Vargas Llosa. El escritor peruano, fallecido este año, propuso la sede en Arequipa, su ciudad natal, para la celebración de este evento, que se ha llenado de actos para homenajearlo.

Este martes ha tenido lugar la presentación del Diccionario Mario Vargas Llosa. Habitó las palabras, publicado por el Instituto Cervantes en la colección Los Galeotes. Se trata de un libro que sintetiza su vida y su obra, o sea, las obsesiones del autor de Conversación en la catedral, galardonado con el Nobel de Literatura.

Familiares, amigos, escritores, periodistas, filósofos, actores y cineastas han participado en las 101 entradas del diccionario. Cada una de las palabras glosadas –amor, Arequipa, escritura, lengua, rebelión...– están dispuestas por orden alfabético y, como cabe suponer, se repite la letra inicial en la mayoría de ellas. No es el caso de la "ñ", cuya única entrada –"Ñ"– corresponde a Martín Caparrós, autor de Ñamérica.

El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, uno de los participantes del proyecto, ha asegurado en la presentación que el Diccionario constituye una "radiografía colectiva y una biografía coral" que da buena cuenta de su "inagotable curiosidad por el mundo". Además, "hay un hilo conductor entre todas las palabras: las relaciones de poder", tanto en el ámbito político como en los vínculos entre los estudiantes, en el sexo… Vargas Llosa "escribía novelas para vivir todas las vidas que no pudo vivir", ha apostillado.

Carlos Granés, también colombiano, ha comparecido desde la mesa en la que se encontraban García Montero, Morgana Vargas Llosa, hija del escritor, y Raquel Caleya, directora de Cultura, Bibliotecas y Cultura Digital del Cervantes y prologuista de la edición. "Vargas Llosa logró una hazaña improbable, un mundo ficticio que había logrado reemplazar al mundo real", ha dicho Granés, que considera que "este libro sobrepasa el homenaje".

"La ambición estética de Mario fue escribir una novela total y seducir al lector con su complejidad", ha explicado. Tanto que, de su mano, "las palabras tuvieron nuevos significados y este diccionario lo demuestra".

Morgana, su hija, se hizo cargo de la palabra "madre", y esta era Dorita, que "fue víctima de ese padre" al que Vargas Llosa conoció a los diez años, cuando pensaba que estaba muerto. "Ella misma le contaba que, de pequeño, cambiaba los finales de las historias que leía porque no le gustaban", reza una frase de su texto.

Muchos otros participantes del proyecto se encontraban entre el público y han intervenido en el acto. Fernando Iwasaki ha destacado sus tres novelas escritas antes de cumplir 30 años: Los jefes, La ciudad y los perros y La casa verde. Nada menos.

Darío Villanueva, que se ocupó de "lengua", ha recordado el "gran respeto que tenía por la poesía" y que eligió a Azorín para su discurso de ingreso en la RAE. Jordi Gracia, que le tocó "Quijote", ha señalado la "perspicacia, inteligencia analítica y valentía interpretativa como crítico literario", a la altura de su condición de novelista según su criterio.

García Montero, por su parte, ha destacado que "esa capacidad para buscar el rigor creativo ha definido una obra fundamental".

El director del Cervantes ha intervenido también en el acto celebrado en la casa-museo de Vargas Llosa, inaugurada para la ocasión por Luis Llosa, primo del escritor, con el apoyo de las instituciones peruanas, presentes en el homenaje. García Montero ha sido el encargado de recibir el legado in memoriam del nobel, que viajará a la Caja de las Letras de la sede del Cervantes en Madrid al término del Congreso.

Se trata de la preciosa pluma que corresponde al prestigioso Premio Ritz París Hemingway, con el que fue reconocido el escritor en 1985. La intrahistoria tiene su enjundia. Según Raúl Tola, director de la cátedra Vargas Llosa, al autor de La fiesta del chivo le hizo mucha ilusión recibir la propuesta para ser jurado en ese galardón, que le permitiría conocer a Catherine Deneuve, designada para entregarlo.

Sin embargo, pronto alguien cayó en la cuenta de que su obra La guerra del fin del mundo era una de las candidatas, por lo que se descartó su participación como miembro del jurado. Pero faltaba el último giro de los acontecimientos. La novela que recrea la guerra de los Canudos en Brasil fue finalmente la ganadora y Vargas Llosa pudo encontrarse con la musa francesa.

La vicedirectora de la RAE, Carme Riera Guilera, devela una placa en la Casa Museo Mario Vargas Llosa este martes, en Arequipa (Perú). Foto: EFE/ Paolo Aguilar

Además, Carme Riera, en representación de la RAE, ha recibido uno de los hipopótamos favoritos de la colección que con tanto mimo cuidaba el escritor, un apasionado de estos animales, que se caracterizan por la voracidad física y sexual y, sin embargo, son vegetarianos. Esas contradicciones le entusiasmaban.

La Academia, además, ha asumido el honor de descubrir la placa con la que se inaugura la casa-museo dedicada al escritor. En realidad, se trata de un relanzamiento, pues Luis Llosa la puso en marcha mucho tiempo antes, pero durante unos años ha estado inhabilitada.

Fotografía que muestra la Casa Museo Mario Vargas Llosa este martes, en Arequipa (Perú). Foto: EFE/ Paolo Aguilar

La historia del hogar en el que nació el escritor –y donde pasó los seis primeros meses de su vida– no es menos interesante que la de la pluma que lo conectaría para siempre a Catherine Deneuve. La vivienda, emplazada en la segunda planta de un edificio ubicado en la arequipeña Avenida Parra, se vendió a los propietarios de una empresa de maquillaje meses antes de que a Vargas Llosa le concedieran el Nobel.

Cuando esto ocurrió, los dueños llamaron a Luis Llosa para trasladarle sus sospechas acerca del futuro de la casa: el gobierno se la acabaría expropiando para convertirla en Patrimonio Nacional. El caso es que la cedieron y Luis Llosa, con la ayuda del propio Vargas Llosa, montó un museo que recoge buena parte de los hitos de su vida.

El propio escritor se nos aparece, muy hospitalario, en un holograma a la entrada. A partir de aquí, el visitante puede visitar, por ejemplo, el cuarto donde fue alumbrado por Dorita. El parto, a propósito, también está dramáticamente recreado en una proyección dispuesta sobre el lecho. A lo largo de todas las habitaciones, ingresamos en cada una de las etapas de su agitada vida, felizmente celebrada este martes en su ciudad.