Theodor Kallifatides (1938) es de esos escritores que, por su experiencia, amabilidad y sonrisa, uno se quedaría el día escuchando. Sin prisa, habla mirándote a los ojos, a través del azul claro de los suyos. Su humor es contagioso. Cuando viene a España, es para quedarse el mes entero, recorriendo ciudades y conociendo a los lectores que llenan las salas en las que se presentan sus novelas. Firmará en la Feria del libro de Madrid, en varias casetas, presentando su nueva novela: Timandra.

Escribe sobre Grecia, antigua, moderna, actual, a través de su yo más profundo. A pesar de que más de dos mil años de historia separan los dos momentos, en los libros de Kallifatides los tiempos aparecen imbricados, unidos, como la historia completa de la humanidad. Ha sido uno de los primeros escritores en expresarse en el idioma de su país de adopción, Suecia, donde reside desde 1964. Cuando con veinticinco años llegó a Estocolmo, en una carta le prometió a su madre que aprendería sueco mejor que los mismos suecos y así lo hizo.

Hasta tal punto se hizo con la lengua que publicó sus primeras obras en ese idioma. De corte existencialista, tan íntimos como desgarradores, sus libros marcan un hito, descubriendo una Grecia diferente al país exótico y vacacional por el que se la conocía allende sus fronteras. Galaxia Gutenberg publicaba sus novelas a la vez que estas cosechaban éxitos por el mundo entero. Tras una primera etapa en sueco, el autor ha vuelto al griego desde hace unos años en El asedio de Troya, Madres e hijos, Lo pasado no es un sueño, (Premio Nacional griego de Literatura Testimonial) cuyo título está inspirado en Quevedo, y Otra vida por vivir (Premio Cálamo «Extraordinario 2019»).

Pregunta. En todos sus libros, la mujer es personaje principal. ¿Siempre ha sido usted tan feminista?



Respuesta. Para mí la escritura representa a mi madre y ella es la esencia de la feminidad. Me explico. Mi madre era divertida, imaginativa, buena. ¡De lo mucho que se reía, nunca podía terminar una historia! Cuando nací, mis padres querían una chica y como le ocurrió a Aquiles, empezaron a vestirme como a una niña. Una tarde, en plena Ocupación Alemana, mi madre me llevó a presenciar una ejecución. Me agarraba de la mano cuando vi al asesinado caer y pude cruzar con él una mirada. Volví a casa y, en vez de salir a jugar, me puse a escribir.

"Para mí la escritura representa a mi madre y ella es la esencia de la feminidad"

>>Desde entonces, a la hora de escribir, siempre he visto esa mirada y sentido la mano de mi madre. El día que murió mi madre, dejé de sentirla y no pude seguir escribiendo. Me bloqueé. Hasta que, dos años más tarde, en una de las conferencias que daba, una mujer me susurró al oído: “estoy segura de que su madre quería que usted siguiera escribiendo”. En ese momento, marché a Grecia y me puse con Otra vida por vivir.

P. Por tanto, existe un antes y un después en su proceso creativo, también marcado por un cambio de lengua literaria. Publicó sus primeras obras en sueco, pero a partir de aquel bloqueo, tras un silencio de dos años, se expresará en griego. ¿Qué sentido tiene este cambio en su obra?

R. Cuando empiezo una novela en un idioma, debo terminarla en el mismo. Luego las traduzco. O, mejor, las reescribo. Digo “reescribo” ya que la obra precisa de una cierta transformación. En esencia, los libros son iguales, en sueco o en griego. La diferencia no está en el lenguaje, sino en el “alma” del país. Por ejemplo, la tristeza en Suecia se vive en silencio, mientras que en Grecia se llora de forma casi teatral. La gente siente compasión por ello. Cuando escribo en griego o en sueco, cambio las palabras y el mundo.Con las bromas ocurre lo mismo. Un país se ríe por cosas que no se entienden en otro lugar.

P. En algún momento dijo que su escritura era como el arma de un guerrero. Sin embargo, elige a Timandra, una mujer, prostituta, como narradora. ¿por qué?

R. No es que fuera prostituta como se entiende la palabra hoy en día, sino que eran mujeres de gran belleza e inteligencia, que elegían a sus amantes. Aspasia, por ejemplo, la mujer de Pericles, era hetera también. Con ello, la mujer adquiría un nombre, no tenía que ser madre, se volvía independiente, libre de vivir su vida sin ser de nadie, ni de su padre, ni de su hermano, ni de su marido. Por otro lado, me interesaba describir a una mujer, quizá para hacer honor a mi madre, la persona más importante en mi vida, pero no solo a ella.

>>Cuando fuimos invadidos por los alemanes y vivimos rodeados de las mayores atrocidades que se pueda imaginar, pobreza, hambre, ejecuciones, etc, sobrevivimos por ser niños y gracias a las mujeres. Ellas fueron las verdaderas vencedoras. Las viejecitas se levantaban tempranísimo, se iban a las montañas donde recolectaban plantas que masticaban durante horas para que nosotros, los niños, las pudiéramos comer después. Incluso mi abuela, aunque fuera una mujer diminuta, tenía un poder inmenso en su mirada. Ellas nos mantuvieron con vida. Los hombres estaban en el exilio, en la cárcel, en los campos de trabajo o muertos.

"La tristeza en Suecia se vive en silencio, mientras que en Grecia se llora de forma casi teatral"

P. Timandra es una novela que aúna sexo y guerra, que pueden parecer dos contrarios, sin embargo, en su novela parece que se complementan, como Timandra y Alcibíades. ¿Son las dos caras que mueven al ser humano?

R. ¡Probablemente, sí! El tema de la guerra está de penosa actualidad... Sin embargo, en la Antigüedad, en Homero, la guerra se veía como un acto heroico.

P. También ha cambiado la concepción del amor. ¿Qué ha motivado estos cambios, según su criterio?

R. No creo que la concepción de la guerra haya cambiado en absoluto, siempre ha sido una monstruosidad. La humanidad piensa que es la única manera de solucionar un problema. Lo vemos hoy en día en Ucrania, tanta crueldad, miles de refugiados y el resto del mundo no hace nada para impedirlo, sino todo lo contrario.

>>El amor ha cambiado porque las mujeres llevan siglos luchando por ello, por salir de la misoginia en la que siempre hemos vivido en occidente. De hecho, empecé a escribir gracias a esto. Cuando éramos pequeños, los chicos, que no hacían más que pelearse, me pagaban a mí para que les escribiera sus cartas de amor que, como suele ocurrir, iban todas dirigidas a la misma chica, que se llamaba María. He visto el silencio en el que las mujeres están obligadas a permanecer muchas veces para salvarse a sí mismas o a sus hijos. Cuando era un niño, siempre tenía la sensación de que debía proteger a mi madre. ¿A usted le parece eso normal?

>>Antiguamente, en Grecia las mujeres solo podían casarse si traían una dote al matrimonio, en cambio el hombre podía venir sin nada. Todo esto ya no existe desde hace unos años y el mayor cambio ha surgido gracias al acceso a la educación. Las mujeres tienen más éxito que los hombres en los estudios, cada vez son mas numerosas en carreras de alto rango y acceden a buenos puestos de trabajo.

"En un mundo en el que todos son nuestros enemigos, no podemos progresar"

P. En España hemos asistido al fenómeno literario de Irene Vallejo y su ensayo El infinito en un junco sobre la historia de la Antigüedad grecorromana. ¿Por qué piensa usted que (como ha ocurrido anteriormente en la historia) parece que haya un resurgir de la literatura clásica?

R. Yo creo que es porque estamos en crisis contra todos y con todos. Putin es visto como nuestro enemigo, vamos contra China, contra los pobres, etc. No luchamos contra la pobreza, sino contra los pobres. No luchamos contra la guerra, sino contra Putin. En un mundo en el que todos son nuestros enemigos, no podemos progresar. Lo mismo ocurre con la filosofía y se lo dice alguien que ha estudiado y trabajado como filósofo hasta que me cansé. Cuando uno plantea preguntas que no interesan a nadie, no va a ninguna parte. Una noche me llamó un profesor y me preguntó: “¿cómo sabes que estabas vivo ayer?”. Y yo le contesté: “Pregúntale a tu perro. ¡Él sabe que ayer estaba vivo!”.

Theodor Kallifatides. Foto: Florence Montmare

>>En literatura ocurre lo mismo. Antiguamente, los autores no firmaban sus obras, sino que lo único que buscaban era transmitir una idea. Luego la literatura se fijó en instruir, aportar al ser humano conocimiento. En cambio, ahora solo se busca ganar. Se considera que una obra es buena según lo que has vendido. Jean Paul Sartre y Albert Camus fueron para mí los últimos escritores en expresar ideas universales.

>>La literatura actual, salvo algunas excepciones como Édouard Louis, que retrata la pobreza en Francia, la mayoría de las obras literarias que se escriben son puro entretenimiento, obras policiacas, de crímenes, de sexo, de fantasía, etc. En Grecia, este siglo ha dado grandes poetas, Constantino Kavafis, por supuesto, pero también Giorgios Seferis o Yannis Ritsos. La diferencia con la literatura clásica es que esta expresa ideas universales, que nos siguen interesando a todos. Quiénes somos, de dónde venimos, “conócete a ti mismo”, de Sócrates.

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