Huaco retrato

Gabriela Wiener

Literatura Random House. Barcelona, 2021. 160 páginas. 17,90 €. Ebook: 7,99 €

Gabriela Wiener (Lima, 1975), la gran voz descolonial de la literatura en lengua castellana, tuvo un tatarabuelo de origen austríaco que participó con entusiasmo del expolio europeo a Latinoamérica. Wiener, cuya obra hay que incluir en cualquier bibliografía sobre el poliamor como posibilidad real de tejer afectos libres, es hija de un padre bello que escindió su vida entre la esposa y la amante, fabulando ante ambas para que el difícil equilibrio de la impostura no se derrumbara y las dos familias no supieran la una de la otra, o supieran solo lo que parecían capaces de soportar.

Wiener, a la que percibimos como una figura pública de discurso firme y contundente, siente celos cuando está sola en casa, y vacila y duda al gobernar su vida (qué reconfortante ha sido para este lector asistir a la cotidianidad entre seres que se aman y se desean sin suspender por ello las preguntas incómodas).

Al juntar todas estas contradicciones, grietas y desencajes en un mismo libro, el resultado es un Huaco retrato; el término nombra a los rostros prehispánicos recreados en cerámica, un tipo de pieza artística que se cuenta entre la saqueada con mayor insistencia por Charles Wiener, que se los llevaba al viejo continente para labrarse fama, crédito y patrimonio. Ocurre que las cerámicas caen y se rompen, y que luego pueden repararse, hasta cierto punto, pero es imposible obviar las marcas del accidente. De hecho, esas marcas se convierten en parte esencial de la pieza, información relevante sobre su historia.

“Escribir bien” es escribir exactamente como precisa ser escrito lo que cuentas. Así ocurre con 'Huaco retrato'

El reto de Gabriela Wiener en este libro es cruzar sus temas, en apariencia distintos, de tal modo que se iluminen, alimenten, expliquen o amplifiquen entre ellos. Sin psicologismo fácil y sin manierismos. Y lo consigue gracias a una prosa tan dúctil como siempre en ella, capaz de rozar la arenga aquí y desmoronarse en confidencias allá, forjada en la crónica pero modulada por lo emocional, una prosa política en forma y fondo (el fondo: una conciencia, estudiada y vivida por igual, de la desigualdad como estructura ideológica; la forma: claridad antipedante y zigzagueo narrativo). “Escribir bien”, ese significante casi vacío, puede significar muchas cosas distintas, que se resumen en una: escribir exactamente como precisa ser escrito lo que cuentas. Así ocurre con Huaco retrato.

No por casualidad, en el corazón de este libro hay dos niños: uno es el indígena que Charles Wiener compró-robó para convertirlo en su experimento antropológico privado; otro es el que nace de la familia de dos madres y un padre que Gabriela Wiener comparte. Del primero desconocemos su destino porque a nadie le importó registrarlo. Del segundo tampoco sabemos qué futuro le espera. Lo único que su familia le dará es libertad y la capacidad de “ver con los dos ojos”, una tarea para la que será muy útil la lectura de Huaco retrato. Alguna vez estará a la intemperie, seguro. Y se romperá, seguro: para indagar y recomponerse. Para encontrarse.

@Nadal_Suau