Juan Villoro. Menoscuarto. Palencia, 2019. 112 pp. 14,90 €

Dos amores perdidos es un libro de pocas páginas que recoge dos historias. Se trata de dos cuentos largos o dos novelas cortas, un género que no se prodiga mucho a pesar de que se sustenta sobre un valor que algunos lectores aprecian mucho: la brevedad. Su autor, Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), de obra dilatada y premiada a ambos lados del Atlántico, conoce bien el arte de la escritura y su orquestación, como conoce los fundamentos de la narración concisa.

El volumen se inicia con un exordio del autor (“Dos formas de la lluvia”) al que conviene acercarse al final para que no condicione la interpretación, unas páginas sobre la exégesis de los relatos que aportan alguna clave de lectura. Las narraciones abordan el tema de los amores perdidos y su posible recuperación por medio de la palabra, en un ámbito que no existe fuera de la imaginación o la ficción, y en un mundo virtual. La primera de ellas (“Llamadas de Ámsterdam”) muestra el vínculo de una pareja que se separa y el intento de uno de sus miembros, pasado el tiempo, por rescatar aquel espacio en el que, ahora lo reconoce, fue feliz. El segundo (“Conferencia sobre la lluvia”) recrea una situación inquietante. Al iniciar una conferencia sobre la ligazón entre la lluvia y la poesía amorosa, el conferenciante se da cuenta de que ha perdido sus papeles, a pesar de lo cual decide seguir adelante. La improvisación le obliga a hablar sin guion fijo, lo que le lleva a asomarse al abismo ante la posibilidad de quedarse en blanco frente a un auditorio expectante. De ahí que decida contar su vida personal y se enrede en el relato de sus fracasadas relaciones amorosas.

El libro tiene una escritura cadenciosa, refinada y precisa, no exenta de ironía, desde la que el mundo puede ser otro

Los dos textos están protagonizados por tipos de fuerte personalidad, y el primero está contado por un narrador tal vez demasiado presente. Nuria y Juan Jesús se perdieron en el limbo del tiempo pero se recuperan, cuando ya nada es posible, por medio de un hilo telefónico que es también una metáfora. El segundo, “Conferencia sobre la lluvia”, es un relato que vuela libre aunque sigue el orden que le imponen los autores y las citas que lo vertebran. Por allí desfilan desde Neruda a Cortázar, pasando por Lêdo Ivo o José Emilio Pacheco. Mientras, Villorio trata de amalgamar la lluvia y la literatura, al tiempo que hace bandera de los conocidos versos de Verlaine “Il pleure dans mon coeur / Comme il pleut sur la ville”. El libro tiene una escritura cadenciosa, refinada y precisa, no exenta de cierta ironía, desde la que el mundo, en efecto, puede ser otro.