Destino. Barcelona, 2019. 399 páginas. 19 €. Ebook 11,99 €
¿Podemos aprender a vivir con aquello que no es posible cambiar? ¿Qué habría sucedido si en el pasado hubiéramos tomado decisiones diferentes? ¿Conocemos de verdad a las personas con las que compartimos la vida?¿Estamos a salvo cuando creemos que lo estamos? Estas son algunas de las preguntas que suscita la lectura de Todo el bien y todo el mal, la última entrega de Care Santos (Mataró, 1970), una narradora muy conocida en el ámbito de la creación infantil y juvenil que está consiguiendo un espacio propio en el de la literatura para adultos. De hecho, fue la ganadora del premio Nadal 2017 con Media vida, una novela sobre el peso de la culpa.
El lector se deja arrastrar por la prosa ágil de Care Santos y sus diálogos creíbles
En Todo el bien y todo el mal Care Santos vuelve a bucear en el interior femenino para preguntarse qué sucedería si nos viéramos obligados a replantearnos nuestra vida cuando surge algo inesperado que hace que todo salte por los aires. En el momento presente, Reina Gené es lo que se puede considerar una mujer triunfadora. Psicóloga de profesión, tiene un trabajo para una multinacional farmacéutica que le permite viajar en business y alojarse en hoteles de lujo. Y cree que tiene una vida estable con su pareja y su hijo adolescente, lo que no le impide tener amantes ocasionales. Reina Gené vive con la arrogancia de los que se saben por encima del destino y se creen intocables. Sin embargo, una difícil situación familiar se convertirá en el detonante que la obligue a replantearse su vida. La suerte quiere que, cuando suceden los hechos, ella se encuentre atrapada en el aeropuerto Coanda de Bucarest, cerrado por una tormenta siberiana. Allí, lejos de casa y sin poder compartir la angustia de lo que sucede tan lejos, repasa su vida en busca de alguna clave que le sirva para resolver, o al menos explicar, la confusa situación presente. El viaje de regreso cobra carácter simbólico y se convierte en la fórmula perfecta para mostrar el periplo interior de Reina. La novela resulta atractiva desde el principio. El lector se deja arrastrar por una prosa ágil y por unos diálogos creíbles que van desgranando una historia complicada en la que intervienen condicionantes de toda índole -individuales, sociales, sentimentales, de poder- que atañen a muchas personas y a su forma de actuar en el pasado. Uno de los logros de Todo el bien, todo el mal tiene que ver con la forma de recuperar los hechos desde un presente desconcertante. También con cómo se muestran los hilos de una trama compleja, alguno de cuyos lances, no obstante, resulta excesivo y roza lo inverosímil. El texto se presenta como parte de una bilogía que continuará en una segunda entrega cuya intriga queda convenientemente esbozada, un aliciente más que contribuye a la fidelización de los lectores.