Veinte años antes que Marwan, César Brandon o Elvira Sastre rompieran esquemas (y nervios) de lectores bienpensantes ( o exigentes, si lo prefieren), un poeta alicantino de origen inglés, Roger Wolfe (Kent, 1962), agitaba nuestras letras con versos que remitían al mejor Bukowski, pero pasado por el tamiz de la tradición española.

Aunque nunca ha dejado de trabajar (su blog lo demuestra), muchos le perdieron la pista hasta ahora, cuando dos nuevos títulos coinciden en librerías, la antología La poesía es un revolver apuntando al corazón (Aguilar) y los ensayos de Todos los monos del mundo (Renacimiento). El propio Wolfe no tiene claro cuál de los dos es el mejor para que un lector poco avisado lo descubra como autor y comprenda su propuesta poética. “Creo que le recomendaría los dos. Monos podría leerse e interpretarse como el contexto vital en el que luego fueron escritos muchos de esos poemas; queda bien para ‘situar la escena'... En ese sentido, tal vez fuera buena idea leerlo en primer lugar, y pasar después a la antología poética”, explica.

Pregunta. ¿Qué revela y qué le presta el ensayista Wolfe al poeta, y viceversa?

Respuesta.Todos los monos del mundo es un libro de lo que yo llamo "ensayo-ficción", término que acuñé para rebautizar, de algún modo, el viejo género (si de género se puede hablar) del "cuaderno de escritor", que quizá sea el tipo de producción literaria más fascinante que exista, puesto que revela los acontecimientos internos del devenir del artista...; es como un conjunto de vislumbres de la "cocina mental" de un creador. Yo me considero Escritor Total; todas las aguas de mis diferentes fuentes de inspiración y de trabajo se funden y confunden, se alimentan y retroalimentan, se nutren y aderezan entre sí. La obra adopta luego el formato más conveniente para cada momento o para cada forma de expresión. Hay experiencias y procesos mentales que exigen el verso, y los hay que piden la prosa, pero fundamentalmente todos esos cauces conducen a la misma desembocadura.

P. El éxito de la ciberpoesía, esa que llena teatros y triunfa en las listas de los más vendidos, ¿ayuda a otros poetas quizá menos mediáticos, pero que también "van apuntando al corazón"?

R. Todo aquello que remueva las inteligencias y las sensibilidades, despierte los mecanismos de la atención y la reflexión estéticas, y haga pensar, disfrutando al mismo tiempo del goce de los placeres cerebrales, es bueno para difundir la búsqueda de la belleza, que en mi opinión es el cometido del arte. Si la "ciberpoesía" (por llamarla de algún modo, porque poesía en realidad hay una sola) llena teatros..., ¿cómo no alegrarse? Me parece fabuloso. Todo suma; y la suma, en último término, es buena.

"La literatura es una forma de mentir para decir la verdad. El poeta puede ser un fingidor, pero el poema no puede hacerlo"

P. ¿Le hacen justicia cuando le consideran el Bukowski español? ¿Por qué?

R. ¡Podrían considerarme cosas peores! ¡Ja ja ja! Yo no soy Charles Bukowski; soy Roger Wolfe. Pero está bien. Todo está bien, y una de las mayores verdades del mundo, cuyas bondades constato cada vez más con el paso de los años, es la que recoge el famoso dicho de que no hay mal que por bien no venga. No sé si era Cabrera Infante quien decía que contra los tópicos no se debía luchar. Con los tópicos hay que practicar una especie de judo intelectual: aprovechar su fuerza para desarmarlos, y salir cada vez más airoso del encuentro con ellos.

P. ¿En qué se parecen y qué les aleja?

R. Yo creo -y se me va a perdonar la inmodestia- que todos los grandes creadores somos esencialmente iguales. Lo que nos separa es el temperamento, que se manifiesta de formas diferentes. Pero el "gran mensaje" suele ser el mismo.

P. Si le dijera que muchos de sus poemas parecen escritos por Leonard Cohen se sentiría...

R. Profundamente orgulloso.

P. Escribe para la gente "que no tiene / otro sitio en que caerse muerta / que la superficie de un poema". ¿Internet ha hecho posible que la relación sea más fluida ahora? ¿Son mejores tiempos para un poeta ajeno a modas y camarillas como usted?

R. Sí. Internet ayuda mucho. Adoro internet. Lo que más me gusta de ese espacio, que debemos preservar libre y saludable a toda costa, es que les ha quebrado la médula espinal a quienes tenían la sartén empuñada por el mango. Los mandamases siguen ahí, pero cada vez se les hace menos caso. Es algo que me llena de alegría.

P. ¿Dónde deja eso a la crítica especializada y a los otros poetas?

R. La crítica especializada debe seguir haciendo su trabajo, pero con más honradez, enriquecida y revitalizada por el nuevo estado de las cosas. Lo mismo puede decirse de los demás poetas. En lo que se refiere a los críticos, y también a muchos editores, ahora ya no pueden hacer caso omiso -como antes- y salirse tan fácilmente con la suya. Los oligopolios se han venido abajo. El arte del ninguneo, y del "mirar para otro lado" y fingir que la única realidad es la que los "expertos" tienen la deferencia de mostrarle al público, ya no es posible ejercerlos con el mismo descaro que en la era gutenberg. Eso se ha terminado para siempre.

P. ¿Cuánta verdad y cuánta impostura, si la hay, asoman en sus versos?

R. La literatura es muchas veces una forma de mentir para decir la verdad. El poeta, como sabemos, puede ser un fingidor... Ahora bien: lo que no puede fingir es el poema. Toda obra de arte buena es una obra de arte verdadera.

"La poesía española más joven goza de muy buena salud y el tiempo hará lo que siempre hace, con su ancestral sabiduría: separar el grano de la paja"

P. ¿Y en la poesía española más joven?

R. La poesía española más joven goza de muy buena salud, y a mí eso me parece estupendo. El tiempo hará lo que siempre hace, con su ancestral sabiduría: separar el grano de la paja. Cuanto más material haya para esa trilla, mejor.

P. Bomba de mano, su poesía habla de amores echados a perder y de vidas malgastadas. ¿Qué libros suyos salvaría de una hipotética quema?

R. ¿Se les pregunta a un padre o a una madre qué hijos suyos salvarían, si pudieran, en caso de hipotética hecatombe? La pregunta es imposible de contestar. Yo salvaría un puñado de poemas que he escrito, que considero que tienen cierto valor. Lo que más me gustaría sería dejarlos en manos de los poetas futuros, para que los rehagan con elegancia y dignidad, sumándoles otros légamos que los enriquezcan y les den vida eterna.

P. ¿Y de otro poeta contemporáneo, español o no, y por qué?

R. En este momento se me ha venido a la cabeza un nombre, entre muchos que podrían acudir a mi memoria, y es el de Félix Grande, uno de los mejores y más desgarradoramente humanos poetas -y prosistas- contemporáneos en lengua española. Sus libros los salvaría todos, desde luego.

P. Volviendo a las redes, ¿nos han hecho más felices o están aumentando la (auto)censura, el postureo y el miedo?

R. Las redes son una herramienta. En ese sentido, se parecen a cualquier otra, de las muchas que nos ha legado el avance tecnológico. Tienen sus ventajas y sus inconvenientes, pero en su uso está el secreto. La radio y la televisión fueron también en su día fabulosos inventos revolucionarios; lo cual no quiere decir que no puedan llenarse de basura. Pero no es la basura lo que interesa o debería interesar, sino el oro; y el oro puede hallarse en cualquier parte.

P. Como crítico, ¿ qué es lo que más valora en un libro de otro autor?

R. Que me deslumbre, que me golpee, que me conmueva, que me revuelva, que me reduzca al llanto y a la risa, que me salve, que me humanice y que me haga mejor persona.

P. ¿Y qué le hace renunciar a la lectura, qué defecto no debería cometer jamás quién quiera tenerle entre sus lectores?

R. Que me cuenten lo que en la calle llaman "milongas".

@nmazancot