Clara Campoamor

De Juan de Mena a Manuel Machado, pasando por Quevedo, Fray Luis de León o Bécquer, la escritora y política mostró desde su exilio argentino su apasionada visión de la historia de la poesía hispánica en una serie de artículos reunidos en la antología "Del amor y otras pasiones", realizada por la investigadora Beatriz Ledesma Fernández de Castillejo y publicada por la Fundación Banco Santander.

Reconocida hoy con justicia como figura pionera del feminismo español y extraordinaria oradora, Clara Campoamor (Madrid, 1888 - Lausana, Suiza, 1972) fue una de las primeras diputadas en las cortes españolas durante la II República y tuvo un papel decisivo en la aprobación del sufragio femenino en 1931 y de la Ley de Divorcio un año más tarde. Entre sus obras destacan ensayos políticos como El derecho de la mujer en España y El voto femenino y yo: mi pecado mortal, pero ahora una nueva publicación en la colección Cuadernos de obra fundamental de la Fundación Banco Santander pretende dar a conocer su faceta menos conocida, la de ensayista literaria.



Titulado Del amor y otras pasiones. Artículos literarios, el volumen ha sido antologado y prologado por Beatriz Ledesma Fernández de Castillejo, investigadora y doctora en letras hispánicas y especialista en la figura de Campoamor y otros autores españoles exiliados tras la guerra civil, que ha presentado la obra este jueves en la sede madrileña de la fundación, acompañada por su responsable literario, Francisco Javier Expósito, y las periodistas y escritoras Carmen Posadas y Marta Robles.



Además de dos entrevistas a Campoamor aparecidas en en el semanario argentino Caras y Caretas en 1931 y 1932, donde la autora habla del papel de la mujer en la política y la sociedad, el libro reúne 29 ensayos sobre literatura hispánica que publicó durante su exilio en Buenos Aires en la revista femenina Chabela, publicación muy popular en la época y que condiciona por tanto el tono divulgativo de los escritos. "Lo que más destaca en Clara Campoamor es su vocación de servicio, primero a su país y sobre todo a las causas en las que cree", señala Ledesma. "Y en esta labor también quiere transmitir a los demás su pasión por la poesía y sus deslumbramientos literarios. Eso es lo que pretendió con los artículos reunidos en este libro", continúa la investigadora. Campoamor se remonta en algunos de ellos al Prerrenacimiento, como los dedicados a Juan de Mena y al primer Marqués de Santillana. Aborda también el Siglo de Oro con figuras como Quevedo, Góngora o Garcilaso; el Romanticismo, a través de autores como Espronceda, Zorrilla o Bécquer; sin olvidar a sus admirados poetas místicos San Juan de la Cruz y Sor Juana Inés de la Cruz, la única mujer que incluye en estos textos. En estos escritos, Campoamor "no realiza solo una valoración estrictamente literaria, sino que nos habla de los sentimientos que recogen estos poemas", explica Ledesma, que considera que estos ensayos son "una radiografía emocional" de la autora.



Campoamor se remonta al pasado y apenas se ocupa de los poetas contemporáneos (solo incluye al mexicano Amado Nervo y, a pesar de sus diferencias ideológicas, a Manuel Machado) porque, "como ocurre con otros autores españoles del exilio, mirar al pasado implicaba insertarse en una tradición que ofrecía seguridad ante la fragilidad del presente incierto que se abría ante ellos", opina Ledesma.



Estos breves ensayos componen "una historia personal de la poesía en lengua española" dirigida a los lectores argentinos en una época en la que se da en aquel país "un apogeo de la cultura de masas y las clases medias muestran un fervor por cultivarse", explica la antóloga, que ha buceado en las hemerotecas y archivos argentinos para reunir esta poco conocida serie de ensayos.



Un fructífero exilio

Ledesma divide la biografía de Campoamor en tres etapas: la más conocida, en la que desempeña su labor política en España hasta 1936; su largo exilio en Argentina, de 1938 a 1955, periodo en el que escribe los ensayos reunidos en Del amor y otras pasiones; y su segundo exilio, en Lausana (Suiza), de 1955 hasta su muerte en 1972. Para la investigadora, el exilio argentino fue, a pesar del carácter trágico de todo destierro, un periodo muy fructífero en la faceta literaria de Campoamor. En Buenos Aires formó parte activa de la vida cultural e intelectual de la ciudad y estuvo ligada a otros exiliados ilustres. Dio numerosas conferencias sobre la cultura y la historia españolas y formó parte del círculo íntimo de Niceto Alcalá Zamora, el primer presidente de la II República. También formaba parte de él el tío abuelo de la antóloga del libro, el político y erudito cordobés Federico Fernández de Castillejo, con quien Clara Campoamor tuvo amistad y escribió a su llegada a Argentina el libro Heroísmo criollo: la marina argentina en el drama español, sobre la labor de asistencia del ejército del país americano a los exiliados republicanos.



Durante sus años porteños Campoamor formó parte de instituciones culturales como el Ateneo Iberoamericano, siendo la única mujer miembro durante años, la Asociación Patriótica Española y el Liceo de España, donde impartió clases de literatura española, y participó en diferentes foros y programas radiofónicos. También escribió biografías de Concepción Arenal y sor Juana Inés de la Cruz, sus dos grandes referentes, y otra sobre Francisco de Quevedo. Además se dedicó a la traducción de obras francesas de autores como Víctor Hugo, Émile Zola o los hermanos Goncourt.



Luchadora incansable

"Se conoce a Clara Campoamor como la gran defensora del voto femenino, pero ante todo es un ejemplo de superación personal y de lucha contra la adversidad. Era de origen humilde, no una señorita bien, no una sufragista de salón, sino una luchadora que subió peldaño a peldaño hasta que consiguió traer el sufragio femenino a España", señala Ledesma.



"A principios del siglo XX, el 70 % de las mujeres españolas eran analfabetas, y cuando Campoamor empezó a escribir, el 58 %", recuerda Carmen Posadas. "Ella tuvo que hacer un gran esfuerzo porque no pudo estudiar en su momento ya que su padre murió joven y ella tuvo que trabajar como modista, después hizo unas oposiciones y entonces fue cuando decidió que quería hacer el bachillerato y una carrera y a los 36 años se convirtió en abogada". La periodista destaca que Campoamor consiguió convertirse en un personaje respetado no solo en la República, sino antes. "Ya durante la dictadura de Primo de Rivera le ofrecen cargos públicos que rechaza porque no era monárquica", explica. En el ejercicio de su labor jurídica, "vio una gran contradicción entre el código civil, que consideraba a las mujeres irresponsables, a la altura de los niños y los locos, y el código penal, en el que por ejemplo se penaba el adulterio de las mujeres de forma más severa que el de los hombres. Además del voto femenino, consiguió otros logros de los que se habla menos, como el acceso de la mujer a cargos públicos de importancia, también consiguió derechos relativos al matrimonio, y también luchó por que se investigara la paternidad y la regulación del trabajo de mujeres y niños".



Cuando Campoamor defendió la implantación del voto en España se enfrentó no solo a los sectores más reaccionarios de la época, sino también a otros republicanos que consideraban que las mujeres españolas aún no estaban preparadas para votar porque estaban subordinadas a los sacerdotes y por tanto votarían por la opción que estos les pidieran. "[...] Cuando creíamos que inaugurábamos un régimen de justicia y de leal libertad, resulta que unos señores se asustan de sus propias ideas y les ponen un límite. Esos señores acuerdan que la mujer no está todavía preparada para el uso de las actividades políticas. Lo cual equivale a declararla irresponsable. Es decir, un ser inferior…", contestó Campoamor al respecto en una de las dos entrevistas recogidas en Del amor y otras pasiones. Por su parte, Marta Robles considera que al defender esto, la política, abogada y escritora estaba "defendiendo el derecho de las mujeres a equivocarse".



@FDQuijano