Pío Baroja

Desde que el pasado mes de diciembre la editorial navarra Ipso, dirigida por Joaquín Ciáurriz, se estrenó con su colección "Baroja & Yo", dieciséis autores y críticos han pasado por este proyecto que pretende bosquejar, en clave autobiográfica, su relación con el autor de El árbol de la ciencia. Ascensión Rivas, Soledad Puértolas, Luis Antonio de Villena, Bernardo Atxaga y Joxemari Iturralde, Jon Juaristi, Sergio del Molino, entre otros son algunos de los literatos que han formado parte ya de este proyecto que contará, en total, con veinticinco publicaciones. El último en sumarse, Manuel Hidalgo presenta hoy a las 20.00 en la librería Tipos Infames de Madrid su título Del balneario al monasterio. "Una crónica, una memoria, una autobiografía -define el propio escritor- de mi relación con Baroja y los lugares y momentos que, por esos designios de la vida, me ha tocado compartir con él".



Con un enfoque muy narrativo que se aparta del tono más erudito del experto o del estudio crítico, los dos lugares que dan título a esta publicación son el hilo conductor de este texto en el que el periodista recuerda a Baroja a partir de sus novelas en un recorrido que pasa por el cine, la pintura y los escenarios que ambos han compartido en sus vidas. "Leí a Baroja en mi adolescencia -cuenta ahora Hidalgo-. Ha valido la pena regresar a él, incluso más, en mi caso, por una afinidad profunda del paisaje, del lugar, porque yo soy navarro, de Pamplona y todo su mundo me resulta muy familiar, está muy cerca de mi bagaje personal".



Uno de los aspectos que definen esta colección es, de hecho, su tono confesional y más personal. A él, al menos, le ha permitido evocar a su propia familia. "La lectura no es algo separado, no es un acontecimiento estanco que ocurre dentro de la vida como algo acotado, más bien guarda una relación enorme con ella, con la vida más vivida, vivible y contable -señala el escritor-. Y no solo la mía, sino lo que yo creo que comprenderá el lector de este libro es que también tiene que ver con la suya. Hay ideas, sentimientos, sensaciones que tienen que ver con todos nosotros. En ese sentido creo que este encargo de "Baroja & Yo" es Baroja y yo y todos nosotros".



En su trasfondo, tres de sus lecturas barojianas favoritas, La busca, Él árbol de la ciencia y Camino de perfección, conforman el poso de este texto. Hay otras, claro está, aunque de manera algo anecdótica, como La feria de los discretos, obra que le ha permitido volver a los escenarios de una Córdoba que él también ha recorrido en varias ocasiones. Pero es a partir de La busca, concreta el autor de Pensar en España o El lugar de uno mismo, que evoca su primera adolescencia y su relación con su padre. Una obra que "me bebí, pese al amargor y a la acidez de su sabor, a tragos largos", recuerda hoy entre las páginas del Del balneario al monasterio.



Eso sí, nada comparado, no obstante, con la "desazón" y el "zarandeo" que le produjo su primer acercamiento al segundo de estos títulos. El árbol de la ciencia le llevó además a un lugar. "La experiencia como médico del protagonista del libro está basada en la experiencia del propio Baroja en Cestona", explica Hidalgo, por cuyo balneario ha pasado él mismo en varias momentos de su vida. Un recorrido por estas experiencias comunes, que culmina Camino de perfección, cuya historia arranca en el Monasterio de El Paular. Allí fue, lugar de vacaciones durante muchos años para el crítico, donde él mismo empezó a escribir su novela La infanta baila.



Aclara el autor, sin embargo, que todo esto nunca fue premeditado. "Yo no hice estos recorridos para coincidir con él sino que la vida me ha llevado a ello y ahora recapitulo esas coincidencias". De lugares, al menos, está lleno este volumen. Como su Pamplona natal, donde Baroja también vivió de niño y con quien comparte algún escenario "significativo" aunque "por razones muy distintas".



"Escribir el libro me ha servido para confirmarme una cierta identidad, que no es total ni global, pero sí de una cierta cercanía -reflexiona el periodista-. Todos tenemos escritores que nos gustan o admiramos pero con algunos pocos encuentras una especie de vecindad, como algo de la familia. Esa sensación la he vuelto a tener. No se trata de un descubrimiento sobre él sino sobre mí mismo. O sobre mí mismo en relación con él".



Su acercamiento a él, además, no se limita a sus novelas. Hidalgo valora entre la producción barojiana los libros de artículos, crónicas, misceláneos y de temas diversos como Las horas solitarias o Vitrina pintoresca, a partir de los cuales trasciende, según sus palabras, un Baroja muy libre que en su época y desde su soledad, sin alinearse con nadie, exponía sus opiniones. "Me divierte mucho el Baroja librepensador, intempestivo, hoy diríamos que muy poco correcto".



"Yo encuentro en Baroja -comenta- una independencia, una intemperancia calculada, una libertad, una cierta tendencia al aislamiento y cierto carácter refunfuñón que, aunque yo no sea así al cien por cien ni mucho menos, puede tener que ver conmigo y en algún caso con alguna aspiración mía".



Sobre su literatura, el crítico huye de repetir los tópicos sobre el estilo barojiano y se centra en las virtudes que él mismo admira: sus descripciones del paisaje y la caracterización de sus personajes, donde se muestra especialmente hábil para mezclar los aspectos físicos y psicológicos. A ellos, suma una tercera. "Se percibe en él una mezcla que es muy difícil de conseguir. Es un escritor que elabora el estilo y al mismo tiempo la voz narrativa o las voces de sus protagonistas tienen mucho de oralidad". De hecho, destaca, Baroja tenía muy buen oído para captar eso y reproducirlo hasta el punto de que "a veces leyéndolo creo escuchar a algunos de mis abuelos. Ese modo de hablar de antes, de narrar, que podía ser propio de cualquier persona con algo que contar, que lo contaba muy pegado a la oralidad y a la sencillez del habla de la gente".



@mailouti