Ismael Grasa

Salman Rushdie escribió que el integrista, en su mundo de certezas absolutas, cree que nosotros no creemos en nada, sumidos en un mundo de lujo y exceso. Pero que, para demostrarle que se equivoca, debemos primero saber que se equivoca y "ponernos de acuerdo en qué es lo importante: besarse en público, los bocadillos de beicon, las discrepancias, la moda de rabiosa actualidad, la literatura, la generosidad, el agua, una distribución más equitativa de los recursos del mundo, el cine, la música, la libertad de pensamiento, la belleza, el amor. Esas serán nuestras armas".



Esos pequeños detalles, los gestos del día a día, son los que quiere reivindicar Ismael Grasa (Huesca, 1968) en su último libro, La hazaña secreta, partiendo precisamente de la cita de Rushdie. El libro es una recopilación de escritos que reflexionan acerca de "la importancia de las rutinas, de los pequeños gestos cotidianos que constituyen la verdadera forma de heroísmo", en palabras del autor.



Remite a una cita de Albert Camus, quien, en sus Cartas a un amigo alemán, escribe, previendo la derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, diciéndoles que el heroísmo que detentan los alemanes no tiene sentido ni dirección alguna, y que han impuesto a todo el mundo este tipo de heroísmo, orientado únicamente a la voluntad de supervivencia. "Pero nos hemos dado cuenta -dice el Nobel francés- de que nuestra superioridad sobre vosotros era la de tener una dirección. Ahora que esto se va a acabar, podemos deciros lo que hemos aprendido: es que el heroísmo es poca cosa, que es más difícil la felicidad".



Y es que las reflexiones que Grasa ofrece en La hazaña secreta están salpicadas de numerosísimas citas literarias, que abarcan desde los ya mencionados Rushdie y Camus hasta Aristóteles, Bécquer, Orwell o Montaigne. El mismo título del libro es una cita de Ramón Gómez de la Serna. En este sentido, "el libro quiere ser una invitación a conocer autores a partir de esas citas". Todas ellas van en esa línea del sentido cívico, de la sustancia y la convicción que subyacen en el fondo de las cosas que hacemos cada día para dar un verdadero sentido a la vida.



En las páginas de La hazaña secreta, encontramos un verdadero manual de buenas maneras y de urbanidad: recomienda limpiarse los zapatos, afeitarse cada mañana, recorrer el centro de las ciudades prestando atención a los comercios, cómo ordenar la casa y nuestra biblioteca… "Los manuales de este tipo -dice el autor- son libros que envejecen enseguida y, cuando los encontramos en el Rastro, nos producen casi risa, pero creo que son necesarios y que debemos reescribirlos una y otra vez, ya que nos dan las nociones básicas que nos pueden ayudar, al menos, para empezar. Cuando uno no está bien y seguro en la vida, en la sociedad, conviene volver a los consejos que nos dieron y que formulo en el libro". Avisa, sin embargo, que los consejos no deben ser tomados al pie de la letra, sino que son un punto de partida para una reflexión mayor.



Porque, a pesar de las apariencias, el libro esconde, detrás de la aparente superficialidad, un fondo muy importante de idealismo. "Porque yo creo que, en el fondo, todos tenemos ideales, incluso el más cínico. Todos hacemos cosas porque tenemos una serie de convicciones, aunque no siempre las formulamos". Y, a veces, la vida nos impone situaciones "en las que vemos que las personas a las que queremos se están descarriando y tenemos que intentar ayudarlas". Y es entonces cuando se hace patente la necesidad de rescatar esos viejos consejos, limpiar el polvo que hayan acumulado, y creer de nuevo en ellos para poder transmitirlos.



El autor teme usar la palabra "trascendencia" por las implicaciones religiosas que conlleva. Sin embargo, es algo evidente para él que, aunque no se esté vinculado a ningún credo religioso, el ser humano busca siempre una cierta idea trascendental, una serie de valores eternos y universales. "Yo siempre me aferro a la idea de los poetas de que sólo el amor perdura. ¿De qué manera? Yo no lo sé, pero es una intuición que aparece varias veces en el libro".



La hazaña secreta trata, esencialmente, de la búsqueda de nuestras convicciones de fondo, de los valores de los que habla. "Eso es, al mismo tiempo, lo que nos emociona cuando leemos a los poetas. Son las guías que me han llevado a escribir este pequeño tratado. Pensaba escribir de ideales y he acabado escribiendo de zapatos, pero bien está así, porque una cosa lleva a la otra".



Esta es una de las ideas que recorren el libro, que va y viene continuamente de lo pequeño a lo grande. El libro reivindica lo cotidiano, "siguiendo la tradición de Montaigne", que esconde bajo su disfraz un trasfondo mucho más profundo. "He querido ir a lo oculto, a la grandeza de lo cotidiano partiendo de cosas concretas, como el mobiliario o la indumentaria". Es, afirma el autor, un libro bastante protestante en el sentido de que no penaliza la riqueza (no entendida como las grandes fortunas, sino el comercio y los lujos habituales), y que busca la felicidad en esos pequeños placeres, siempre de forma discreta.



Es curioso que, en los tiempos que corren, en los que la rutina es atacada ferozmente por muchos sectores, aparezca este libro, no sólo reivindicando su validez, sino proponiendo un replanteamiento vital que ponga en el centro de la vida esos rituales. Si bien se suele decir que las rutinas convierten la vida en un infierno repetitivo, Grasa afirma que "el infierno son esas sociedades donde las rutinas no son posibles. Los que quieren acabar con esas rutinas deberían viajar, aunque sea por un momento, al lugar donde les conduciría perder la rutina y el orden".



El libro habla, dice el escritor, de vivir en democracia. "Nos cuesta aceptar que la democracia consiste en confiar plenamente en los otros y en hacer que cada día sea grande a pesar de que nunca pase nada". Porque cada acto que hacemos cada día, por muy pequeño que sea, es un acto político. "No existe separación entre lo público y lo privado, sino que todo es un continuo".



El recientemente fallecido Philip Roth tenía un lema personal: "Hice lo que pude con lo que tuve". Esta parece ser la columna vertebral de La hazaña secreta, que pretende ser una verdadera guía a la trascendencia a partir de los pequeños objetos, de los signos que podemos leer y escribir cada día y que nos posicionan frente a la realidad, y que, en el fondo, constituyen el verdadero heroísmo al pretender hacer un mundo mejor.