Albert Boadella envuelto en la bandera de Tabarnia

"¡Esto son anticuerpos contra el nacionalismo!", dice Albert Boadella (Barcelona, 1946) blandiendo su último libro, ¡Viva Tabarnia! (Espasa). El veterano dramaturgo y cómico catalán, proclamado presidente en el exilio de esa comunidad autónoma ficticia que ocuparía varias comarcas de Barcelona y Tarragona, aspiración última de un movimiento que se enfrenta así a las pretensiones independentistas de Cataluña con respecto a España, argumentando que en estas zonas el independentismo ha fracasado en las urnas por ser lugares abiertos, cosmopolitas y bilingües.



El proyecto de Tabarnia está rodeado por ese halo satírico con el que Boadella reviste todo lo que toca y, como escribe el fundador de Joglars en el libro, "muchos se preguntan si Tabarnia es una broma o es una cosa seria". La respuesta, unas líneas más adelante, no despeja del todo la incógnita: "Su arma principal es el humor. Pero resulta que el humor es una de las cosas más serias que existen, es lo que distingue al animal del ser humano. Hay animales que se divierten, es verdad, pero no tienen sentido del humor. Porque para desarrollar el sentido del humor es necesario distanciarse, tomar distancia contigo mismo y del conjunto de tus allegados, y eso es algo que solo el ser humano civilizado sabe hacer. Tabarnia toma distancia de los tabúes identitarios".



Con prólogo de Mario Vargas Llosa, el libro reúne las respuestas de Boadella a una entrevista mantenida durante varios días con el portavoz de Tabarnia, el periodista Jaume Vives, con capítulos como "La gestación del virus", "La manipulación de la historia", "El populismo" o "El despertar de la disidencia". El último de los mencionados ubica ese despertar en las manifestaciones del 30 de septiembre y del 8 de octubre de 2017, justo antes y poco después del referéndum ilegal del 1-O. Para Boadella, la segunda, la más multitudinaria de las dos, "fue muy importante porque los no independentistas pudimos vernos las caras y descubrir que no estábamos solos", ha señalado el exdirector de los Teatros del Canal de Madrid.



Boadella nunca ha tenido reparos en expresar sus opiniones políticas. Lo ha hecho en multitud de ocasiones tanto fuera como dentro de los escenarios (en 1977 fue encarcelado para ser sometido a un consejo de guerra por injurias al ejército en su obra La torna, pero se fugó antes de que empezara el juicio; y una de sus obras más famosas es Ubú president, que ridiculizaba a Jordi Pujol). En su bufonada más reciente, viajó hasta Waterloo para desafiar, megáfono en mano, al huido presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, a la puerta de su domicilio.



Boadella cree que "Cataluña puede ser una brecha mortífera para Europa" y, respecto al futuro del conflicto, vaticina que "seguiremos inmersos en este proceso de degradación moral y política", pero no cree que la situación de tensión política degenere en violencia: "Vivimos en una época en la que la gente se pone histérica si le joden un fin de semana; así es difícil mantener un estado revolucionario. Veremos a una parte de la sociedad catalana quemando neumáticos, parando trenes o haciendo muestras de pacifismo al estilo hindú rodeando el Parlament, pero nada más. En los años 30 mucha gente no tenía nada que perder, ni piso ni coche ni nada. Pero ahora sí. Si se aplica la ley con justicia y rigor no creo que haya problemas, siempre que no aparezca una potencia exterior que eche leña al fuego o una potencia partidista interior interesada en que todo esto salga por los aires".



En su prólogo, el premio Nobel hispanoperuano y acérrimo liberal considera que Boadella es "un cómico, un provocador insolente, un intelectual comprometido, un pensador sutil, un valiente, un escritor descomedido y, ahora, un icono en España. Nadie ha encarnado como él la lucha contra el independentismo catalán y nadie ha sido tan consecuente con sus convicciones democráticas y libertarias".



@FDQuijano