Image: Didier Decoin: Tengo muchas historias dentro de mí y tienen que salir, si no me asfixio

Image: Didier Decoin: "Tengo muchas historias dentro de mí y tienen que salir, si no me asfixio"

Letras

Didier Decoin: "Tengo muchas historias dentro de mí y tienen que salir, si no me asfixio"

El escritor, premio Goncourt, acaba de publicar La Oficina de Estanques y Jardines (Alfaguara), una novela con olor propio ambientada en el Japón de 1100

26 enero, 2018 01:00

Didier Decoin

Con tono afable y calmado, Didier Decoin (Boulogne-Billancourt, 1945) conversa como si estuviera escribiendo una de sus novelas. Con razón -además de por el influjo de su propio padre, el cineasta francés Henri Decoin-, compagina su labor como autor con la escritura de guiones de cine. Confiesa, cual adicción, estar "borracho" de relatos. "Tengo muchísimas historias dentro de mí y tienen que salir, si no me asfixio", explica en una entrevista concedida a El Cultural.

Desde que en 1977 le otorgaran el premio Goncourt por su novela John L'Enfer, el escritor ha dedicado los últimos cuarenta años, de hecho, a esta empresa. Aunque le hubiera gustado ser piloto, restaurador o pintor, admite que lo suyo es realmente contar historias. "Algunas no estaban demasiado mal, otras no eran interesantes, pero las he sacado de todas formas. Las he hecho vivir. Y creo que no podría hacer otra cosa más que esto".

Decoin adelanta que ya ha empezado una nueva novela, de la que ha escrito trece páginas, que tratará sobre el exilio y estará protagonizada por una heroína joven de 23 años y origen ruso. No obstante, se lamenta de no saber contarles historias a sus nietos porque son impacientes. "Yo creo que hay que tomarse su tiempo. El lector, al contrario que ellos, no me interrumpe, no me pregunta nada, no interviene hasta que el libro está acabado". No bromea. Doce años le ha llevado concluir La Oficina de Estanques y Jardines. Ambientada en el mayor periodo de paz en la historia de Japón, en el año 1100 de la era Heian, cuenta la historia de una joven (Miyuki), viuda de un pescador (Katsuro), que se embarca en un largo viaje para surtir los estanques de la ciudad imperial con las carpas que su marido había pescado antes de morir. Su aventura coincidará con la organización de un concurso de perfumes convocado por el emperador.

Pregunta.- En su última novela escribe que "todo el arte del takimono awase -el concurso de perfumes- residía en la forma de mezclar entre sí los ingredientes", ¿podríamos aplicar esta misma premisa también a la literatura?
Respuesta.- Es exactamente lo mismo. Salvo que en la escritura podemos desarrollar muchísimas más cosas y crear muchísimo más. Los perfumes estaban mucho más limitados porque los elementos que mezclaban eran inciensos y los inciensos terminaban por tener un poco un olor similar. Con las palabras es diferente, son infinitas. Los dos mecanismos de expresión más amplios y más inmensos son la música y la palabra. Con siete notas conseguimos hacer cosas alucinantes. Nosotros, con pocas letras, logramos contar muchas cosas. Pero es la mezcla, esa combinación, la que va a crear al final la obra maestra.

P.- Y en este sentido, ¿qué ingredientes ha utilizado para escribir La Oficina de Estanques y Jardines?
R.- Es difícil responder porque tiene varias capas. Está la base, donde se sitúa la sensualidad. Es la sensualidad del bosque, del clima, de Miyuki y de Katsuro. Y luego, conforme vamos subiendo, está la sensualidad de lo invisible. Porque este libro es la historia de un viaje de dos personajes. Miyuki pero también Katsuro, el fallecido, que camina junto a ella. Ella no está sola en su viaje, su marido le da energía, le hace avanzar, le da coraje. Es lo que va a hacer que llegue hasta el final de su periplo. Él está muerto para todo el mundo salvo para ella.

P.- Describe su novela como una obra muy olfativa, ¿a qué huele su libro?
R.- Cuando empecé la novela quise titularla Pobre y sucia porque Miyuki, aunque no sea por su culpa, está sucia. Durante todo su viaje no se lava. No sé exactamente cómo olerá, nunca vi a nadie así, pero es el olor de lo femenino llevado a su extremo. Este libro huele a eso. Quizás puede asquear a algunos pero al mismo tiempo es el olor de la vida. Solo Miyuki emite el olor de joven. Un olor dulce, afrutado, de hojas, agrio, de humo... es complejo pero es ella la que lo emana. Cuando leí El perfume de Patrick Söskin me sentí furioso porque me hubiera gustado escribirlo a mí, pero él se me adelantó. No obstante, su personaje es malvado mientras que el mío es un ángel adorable.

P.- Ahora que menciona a su personaje principal, Miyuki es una mujer joven, ¿considera que la literatura le debe páginas a las protagonistas femeninas?
R.- Sinceramente no me importa lo que haya hecho la literatura. Lo que me interesa es lo que hago yo y yo prefiero a las mujeres que a los hombres. He dedicado doce años para escribir este libro, tenía que hacerlo con un personaje que me gustara, que fuera mi cómplice y con el que sintiera realmente alegría todas las mañanas cuando escribiera. Miyuki lo hacía. Si yo hubiera dedicado mi tiempo a un personaje masculino pues diría que tengo un buen amigo hombre pero prefiero de lejos la mentalidad y la psicología femenina. También la literatura ha dado grandes retratos de mujeres admirables. Aunque los autores, en Francia sobre todo, tienden a tener personajes masculinos que han ido a la guerra. A veces también son mujeres muy mayores. Pero la chica joven de 20 o 25 años es verdad que es más raro, a mí es lo que más me interesa.

P.- Ha comentado que La Oficina de Estanques y Jardines es su novela preferida, la más sincera, la que más se le parece. ¿Por qué la considera así?
R.- Primero porque no creía que lo podría hacer. Cuando empecé pensé que no llegaría al final tal y como creía que Miyuki no llegaría tampoco al final de su viaje. Yo pensaba que nunca lograría reconstruir este mundo de Japón de 1100 porque es muy complicado. Creía que me desanimaría, que estaría iniciando algo que no sabía si iba a ser capaz de terminar. Pero cuando llegué al final sentí una especie de alegría inusitada. Como el corredor del maratón que llega agotado a la meta pero que ha conseguido acabar la competición.

P.- Una competición que le ha supuesto doce años intensos de documentación. ¿Cómo fue? ¿Se planteó viajar o llegó a trasladarse al país nipón?
R.- El Japón del que hablo ya no existe. Era un error ir porque hubiera almacenado imágenes y conceptos que no son los de aquella época. Este Japón solo existe en los libros, en la música japonesa de aquella época y en las películas que la representan. Los nipones son muy conscientes de que la era de Heian ha sido una de las grandes épocas de su historia y grandes directores como Kurosawa y Ozu han hablado de esto en sus trabajos. Como me gusta mucho el cine japonés no era un castigo para mí ver todas estas películas. Era mucho más importante esto que desplazarme hasta el país.

P.- ¿Y cuáles fueron sus referentes literarios?
R.- El primero era La historia de Genji de Monogatari. Otras mujeres luego se pusieron a escribir libros que por primera vez no hablaban de guerras ni de héroes portando espadas. Eran historias de amor, de psicología femenina. Pienso, y no soy el único en pensarlo, que la literatura moderna que conocemos hoy data de aquella época. Se dice a menudo que la novela ha sido inventada por Homero con la Ilíada o la Odisea pero no. Homero es un cierto tipo de novela, novela de guerra, de conquista o gloriosa, pero la que consumimos hoy, basada en la psicología o en los sentimientos, fue inventada por los japoneses de aquella época.

P.- Usted sostiene que Japón es un mundo paralelo pero no tan lejano, ¿qué fue lo que más le sorprendió?
R.- La práctica de la tolerancia que han llevado hasta el extremo mientras que nosotros vivimos, en mi opinión, en una sociedad que es violentamente no tolerante. No soportamos que el otro haga algo diferente. Muchas veces son pequeñas cosas. Ya no se tolera el error, ni la diferencia. En aquella época había dos religiones en Japón, las dos igual de importantes: el budismo y el sintoísmo. No tenían nada que ver la una con la otra pero se podían practicar ambas. Es como si alguien dijera que practica el judaísmo pero al mismo tiempo quisiera ser musulmán. Hoy en día no sería posible, hay que elegir. En Japón las dos religiones eran antinómicas pero allí la vida se construyó sobre las dos. Es una lección para nosotros. Así que una de mis pasiones es la tolerancia. No sé si soy tolerante o no. Quizás no lo sea tanto como yo quisiera. Pero es mi cualidad preferida.

P.- Con más de veinte libros publicados, y cuarenta años ejerciendo esta profesión, ¿qué consejo le daría a alguien que quisiera iniciarse en la escritura?
R.- Que lea mucho, porque es leyendo como se comprende la importancia del desafío que supone la escritura, y sobre todo cuáles son las herramientas que se pueden utilizar. Creo sinceramente que soy una de las personas en Francia que lee más libros. Mi casa es una biblioteca. Hay que ir saltando los libros porque además están por todas partes. Leyendo, leyendo. Es como el cocinero, Paul Bocuse, que acaba de fallecer, sabemos que hasta el final de sus días degustaba platos de otros cocineros porque quería conocer sabores nuevos, como mezclar camembert con cerezas. Lo mismo para escribir, hay que leer sobre camembert y sobre cerezas.

@mailouti