Adam Zagajewski durante su encuentro con los lectores este martes. Foto: FPA | Yeray Menéndez

Antes de recibir el Premio Princesa de Asturias de las Letras el próximo viernes, el poeta polaco disecciona su trayectoria vital y literaria en un encuentro con los lectores y, a instancias de la prensa, opina sobre la situación política en Cataluña y la naturaleza de los nacionalismos.

El escritor polaco Adam Zagajewski (Ucrania, 1945) define España como "un país muy oscuro con un sol muy brillante", y ese astro que nos ilumina es, para el poeta, la cultura. En cambio, el cielo de Oviedo, donde ya está Zagajewski a la espera de recibir el Premio Princesa de Asturias de las Letras este viernes, permanece cubierto por el humo de los incendios que han arrasado el noroeste de la península. Precisamente esta imagen le sirvió como recurso comparativo al ser preguntado este martes en una rueda de prensa por el conflicto catalán. "El nacionalismo es como un incendio forestal, puede empezar de manera benigna pero luego puede descontrolarse y acabar siendo terrible".



Durante el tradicional acto del encuentro con los lectores, siempre a cargo del premiado en la categoría de Letras, Zagajewski explicó cómo de joven "tenía en España la imagen de un pilar de Europa". Por ello, al poeta, perseguido por el régimen comunista -tuvo que exiliarse durante veinte años en Alemania, París y Estados Unidos hasta regresar en 2002 a Cracovia, donde reside actualmente- le preocupa el desvanecimiento del proyecto europeo, por mucho que "las emociones patrióticas puedan ser muy bonitas y románticas". Con todo, Zagajeweski, que perteneció a la Generación del 68, también denominada Nueva Ola por ser de carácter combativo y crítico con el gobierno comunista de la época, reconoce que "es tarde ya para volver a transformarse en un escritor político y comprometido". Precisamente él estableció los lemas más atractivos de aquella generación, "Di la verdad" y "Habla claro", y respecto al primero asegura que "ahora decir la verdad es tener una actitud crítica". Como él la tuvo en 1986, cuando expuso las tesis sobre el compromiso político de los escritores en el ensayo Solidaridad y soledad, uno de sus textos más reconocidos.



De toda su trayectoria vital y, en lógica consecuencia, literaria, habló con Juan Manuel Bonet, director del Instituto Cervantes y Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2005, durante el encuentro con los 115 clubes de lectura venidos de toda España que se celebró, como cada año, en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo. "Yo viví dificultades pero fui un niño inocente y feliz", reconoció el poeta, que trató de desdramatizar su historia a lo largo de toda la conversación con Bonet, a quien conoció en París durante su exilio. "Se puede vivir normal en paralelo a una dimensión política", aseguraba, y sin embargo no era capaz de referirse a Cracovia, la ciudad de su vida, sin un gesto agridulce. "Tengo la sensación de que nos guían los muertos", farfullaba al recordar a sus compañeros en una ciudad a la que llegó con 18 años. "Era muy hermosa pero el comunismo, que tenía la capacidad de volverlo todo gris, la hizo menos hermosa".



Por sus años de exilio, el "poeta errante" que dice ser ama el Mediterráneo y su luz, aunque matiza: "No soy un gran viajero, me desplazo contra mi voluntad". Obsesionado con la pintura flamenca y la música clásica, considera que la poesía es el tercer elemento de la tríada que conforma un único arte. A este concepto estético llegó precisamente a través de la transformación de su poesía, que evolucionó hacia la contemplación, alejándose de la reivindicación política de sus primeras obras.



El encuentro se volvió más emocionante hacia el final, cuando Zagajewski recitó junto a un traductor cuatro poemas en su lengua original. A modo de síntesis de toda su obra poética, se deslizó por la música, la crueldad de la guerra y, por supuesto, la condición femenina en un poema, "Concurso", que es un homenaje a la mujer a través de la figura de su madre.



@JaimeCedilloMar