Rutu Modan. Foto: FDQ

Cuando vives en un país como Israel, la violencia y la tensión se cuelan en la vida cotidiana como parte del paisaje urbano. Rutu Modan (Tel Aviv, 1966) es la autora de cómic israelí con mayor proyección internacional y ha reflejado esta cruda realidad en sus obras. En 2007 ganó popularidad con Metralla (Sins Entido, reeditada por Astiberri en 2015), su primera novela gráfica, que ganó un premio Eisner, aunque había publicado ya en medios y editoriales extranjeras. Cuando empezó a colaborar con Drawn & Quarterly, uno de los sellos más importantes del panorama alternativo en Estados Unidos, el editor le pidió una historia genuinamente israelí. Le dijo: "Rutu, queremos que hagas una novela gráfica, pero no escribas una historia que pueda pasar en Canadá". Sorprendida, ella respondió que aunque quisiera, no podría ambientarla en otro lugar que no fuera Israel, con su compleja identidad y su extrema singularidad.



En Metralla, un atentado suicida cometido por un palestino es el detonante de una historia de secretos familiares. En Jamilti (Jamilti y otras historias, Astiberri, 2016), los personajes discuten por su postura en el conflicto entre Israel y Palestina e incluso hablan con sarcasmo de los atentados: "Llevamos dos semanas muy tranquilas. Están bastante vagos", suelta uno de los personajes. No obstante, reconoce haberse alejado de lo grotesco y del humor negro de sus primeras obras: "Ahora creo que soy más madura y compasiva, o quizás me he vuelto más blanda".



Viñetas de Jamilti y otras historias

Modan ha visitado España para presentar su último lanzamiento, La cena con la reina (Fulgencio Pimentel), un tebeo infantil para todas las edades que tiene su origen en una anécdota que la autora vivió con su hija. La niña estaba comiendo con maneras poco decorosas y su madre le dijo: "Compórtate. ¿Harías lo mismo si estuvieras cenando con la reina de Inglaterra en el palacio de Buckingham?", a lo que la niña contestó: "Pues resulta que la reina es muy amiga mía y me ha dicho que como perfectamente". Se escapó del castigo por la vía del humor. Quince años después aquella conversación dio pie a este álbum en el que una niña es invitada a un gran banquete en palacio y en el que todos los comensales acaban desmelenándose como la protagonista. "Siempre me han gustado los cómics para niños y los libros ilustrados. Incluso con 15 años los seguía comprando diciendo que eran para mi hermana pequeña".



Detalle de la portada de La cena con la reina

Una pequeña escena sin industria

Modan describe el semidesértico panorama del cómic israelí, donde "no hay una industria, pero sí una escena". "Hay dos tiendas de cómics en todo el país y se pueden contar con los dedos de ambas manos las novelas gráficas hechas en Israel. Solo hay un autor de cómic mainstream, así que no se puede decir que exista mainstream, y muchos autores jóvenes que hacen cómic independiente y que se autopublican sus obras", explica. Así empezó ella y acabó fundando en 1995 el colectivo Actus Tragicus, que también sirve como plataforma de publicación de este tipo de autores.



Pero, "en un país con 8 millones de habitantes de los que el 20 % son árabes y el otro 20 % son judíos ortodoxos", no abundan los lectores de cómics; ni siquiera hay tradición de tiras cómicas en la prensa, salvo viñetas aisladas de análisis político, explica la autora. Por eso, cuando Modan dirigió en 1994 la versión israelí de la popular revista estadounidense MAD, tuvo que cerrarla al año siguiente por falta de ventas.



Viñetas de Metralla

Sin ningún referente cercano, Modan descubrió a los veinte años que hacer cómics era una profesión y decidió dedicarse a ello porque siempre le había gustado dibujar y contar historias. Sus padres, médicos de prestigio, no le pusieron pegas, aunque su padre insistió durante mucho tiempo para que se hiciera doctora, incluso después de haber publicado su primera obra en varios países. "Mi madre pertenece a la primera generación de mujeres israelíes que empezaron a luchar por tener una carrera profesional importante. En casa hemos sido tres hermanas y el mensaje de mis padres siempre fue que puedes ser lo que quieras".



La autora nunca se ha planteado abandonar su país. "Amo y odio Israel. El hebreo es mi lengua, y creo que un autor debe vivir en el país que mejor comprende". Su próximo libro, dice, será "el más israelí" de cuantos ha hecho hasta ahora. "Si es que encuentro un final para la historia...".



@FDQuijano