Niccolò Ammaniti. Foto: Antonio Moreno

El escritor italiano publica Anna, una distopía ambientada en Sicilia en el año 2020 que prefigura el colapso de la civilación occidental

Niccolò Ammaniti (Roma, 1966) vuelve a sumergirse en la ansiedad existencial de la adolescencia. Ese periodo vital en el que los niños empiezan a asomarse a la edad adulta, con todas las convulsiones (y decepciones) que tal rito iniciático conlleva, es su gran especialidad literaria. Como Dios manda, Tú y yo, Te llevaré conmigo, No tengo miedo… Son todos títulos protagonizados por jóvenes a punto de constatar que la vida va en serio. Parecería pues que no hay riesgo en su última apuesta narrativa, Anna (Anagrama). Que Ammaniti se ha acomodado en una poltrona ya familiar. Pero sí lo hay, porque el escritor romano, uno de los más populares y sólidos de las letras italianas, perfila por primera vez a una mujer como personaje principal de una de sus tramas y, además, se estrena como demiurgo de un universo distópico. Estamos en Sicilia, año 2020. El mortífero virus de 'la roja', que sólo se manifiesta en mayores de 14 años, ha vaciado la isla de adultos. En mitad de una muchachada huérfana y desorientada, Anna madura a toda velocidad para salvarse a sí misma y a los suyos. Frente al colapso de la civilización, su intento de formar una familia es un gesto de rebeldía radical y esperanzada.



Pregunta.- ¿Cómo se le ocurrió lo de 'la Roja', ese virus que se manifiesta en la pubertad y mata a los adultos?

Respuesta.- Siempre he tenido gran pasión por las historias apocalípticas en las que se debe reconstruir el mundo. Pienso en novelas como Soy leyenda de Matheson, o The Stand de Stephen King… Además, quería terminar con mi ciclo de novelas con adolescentes como protagonistas, en las que profundizo en su choque con el mundo adulto, y me parecía natural que en esta última incursión ni siquiera apareciesen los mayores, para ver cómo podían organizarse por sí solos. De esta inquietud ha surgido la novela, con el fin de darle una respuesta.



P.- ¿Por qué eligió Sicilia para situar la trama?

R.- Porque es un paisaje naturalmente perfecto, con el mar, los ríos, las montañas… Y también porque es una isla pero no tan aislada. Al fin y al cabo, la separa del continente apenas un brazo de mar. Siempre he ambientado mis libros en Italia y Sicilia, es una especie de cuna de la humanidad, por donde han pasado los fenicios, los griegos, los romanos, los españoles, los normandos, los árabes… Es un territorio rezumante de historia.



P.- El paraje desolado que retrata recuerda al de La carretera de McCarthy. ¿Fue esta novela una referencia para escribir Anna?

R.- La verdad es que no. El paisaje de La carretera es un territorio inerte, que no tiene nada que expresar. En los personajes no hay esperanza. En cambio, Anna es la novela más esperanzada que he escrito hasta la fecha. Anna lucha por un futuro para ella y los suyos. No se conforma con la supervivencia.



P.-Es la primera vez que un libro suyo lo protagoniza una mujer. ¿Era un desafío pendiente?

R.- Sí, totalmente. Era un desafío que necesitaba afrontar y también un regalo a mis lectores, que suelen ser lectoras en realidad. Lo cierto es que la mayor parte de los lectores son lectoras.



P.-¿Cómo se ve el mundo a través de los ojos de una 'ragazzina'?

R.- Perfilé a Anna como la chica de la que me habría enamorado cuando fui un adolescente: decidida, arrojada, un poco masculina, competitiva, batalladora, que no se arrugase. Todo lo contrario de una muñeca remilgada.



P.-¿Y se enamoró finalmente de ella mientras escribía?

R.- Vaya sí lo hice, locamente. Hasta el punto que cambié algunas cosas de la historia por celos. Tenía previsto que ella tuviera relaciones sexuales con Pietro y finalmente las impedí (ríe).



P.-Lo que no hace ni mucho menos por primera vez es meterse en la piel de un adolescente. ¿Qué le atrae tanto de ese periodo vital?

R.- Es el periodo en el que uno se hace preguntas sobre lo más profundo de la existencia. Es un momento ambigüo. Por un lado, crees que la vida debe de ser algo parecido a lo que viven tus padres pero, por otro, también sospechas que tiene que haber algo, que no sabes exactamente qué es. Es el momento en el que intuyes que debes buscar tu propia personalidad, tu propia originalidad, para ubicarte en el mundo. Por eso los adolescentes dan tanto juego en la literatura.



P.-¿Y cómo era el adolescente Niccoló Ammaniti?

R.- Recuerdo que fue una época de mucha soledad, en la que me esforzaba por integrarme. O más bien, por mimetizarme con mis compañeros. Era muy angustioso sentirme diferente. Tardé un tiempo en darme cuenta de que parecerme al resto es una cosa muy triste.



P.-Anna, en cualquier caso, es, sí, una adolescente pero debe madurar a toda velocidad…

R.- Exacto, es lo mismo que ocurre con los niños en el Tercer Mundo, donde la adolescencia es una pasaje que no existe. Este es un privilegio de los países desarrollados.



P.-Una de las instrucciones que les da la madre en su Cuaderno de las cosas importantes es aprender a leer. ¿Hasta qué punto esa instrucción es esencial para un muchacho?

R.- Es fundamental, sobre todo en un mundo en plena disolución. La literatura es una gran aliada de la memoria. Te permite saber que las preguntas que te has hecho tú ya se las hizo otra persona antes, que los caminos que pretendes recorrer ya están recorridos.



P.-¿Cree que la humanidad camina hacia un mundo desolado como el que retrata en Anna?

R.- Sí, temo que algo grave va a pasar. La naturaleza puede sostener mucho tiempo ya los destrozos del hombre. Pero la naturaleza es más fuerte que el hombre. Lo demuestran casos como el de Chernobil. Hoy día es una de las regiones con mayor densidad de animales salvajes. O las barreras coralinas que se levantan en torno a las áreas del lecho del mar más contaminadas. Necesitamos urgentemente poner en marcha una política ecológica global, si no, la naturaleza se acabará vengando.



P.-En Anna presenta la disolución de la civilización pero también el embrión de una nueva, que es el instinto de Anna de formar una familia.

R.- Es un instinto muy fuerte que llevamos en nuestro ADN los seres vivos. Incluso una oveja, acostumbrada a vivir arropada en el rebaño, lo abandona si tiene que ir a buscar a su cordero que se ha quedado rezagado. Anna es un hermana que aspira a ser madre. Y ahí empieza todo de nuevo.



P.-Decía que es la novela más esperanzada que ha escrito. ¿Le despierta también esperanza la llegada del Movimento Cinque Stelle al gobierno de Roma, una ciudad al borde del colapso?

R.-No estoy convencido todavía de que tengan capacidad para cambiar las cosas de raíz. Ha habido hundimiento absoluto tanto de la izquierda como de la derecha. La gente estaba deseosa de cambio y le ha dado la oportunidad a personas que todavía no han participado en responsabilidades de gobierno. Eso puede ser una ventaja pero también puede suponer que queden en un ejercicio superficial de la política. Es un momento de grandes cambios. La II República que debía llegar tras la caída de Berlusconi ha llegado ahora gracias al Movimento Cinque Stelle. Hay que ver qué es lo que van hacer. Yo tengo mis dudas, honestamente.



@albertoojeda77