Portada del Quijote de Ibarra, 1780

Arranca el ciclo Biografías e Historia Carlos III y Cervantes. El Quijote y la Ilustración con la conferencia de su directora, Carmen Iglesias.

"Coraje para vivir, generosidad para convivir y prudencia para sobrevivir". Se trata de una frase del filósofo Fernando Savater que ha recuperado este lunes Carmen Iglesias para referirse a la vida de Miguel de Cervantes. Es el año del IV centenario de su muerte y, junto a la Fundación Banco Santander, ha querido rendir homenaje su figura junto a la del rey Carlos III, en el tercer centenario de su nacimiento, con el ciclo de conferencias Carlos III y Cervantes: El Quijote y la Ilustración que se celebra en CentroCentro Cibeles los próximos cinco lunes consecutivos.



Son 100 años los que separan a las dos ilustres figuras y existen nexos que los unen. "El érase una vez siempre interesa", señala Carmen Iglesias, que dirige la cita e inaugura el ciclo de conferencias este lunes con El mundo de Cervantes y el mundo ilustrado en el reinado de Carlos III. Desde la Academia de la Historia querían rendir tributo al monarca más ilustrado de España y, antes de que saltara en los medios la polémica sobre la falta de interés en el aniversario del escritor del Quijote, ellos quisieron unirlos. "Los valores de Cervantes y su obra contribuyen a aglutinar vínculos emocionales de nuestra trayectoria histórica", apunta Iglesias.



Y fue Carlos III quien encargó en 1780 una edición de lujo del Quijote (conocido como el Quijote de Ibarra) que hizo que ya no solo se entendiera la historia como una novela de caballerías y de puro entretenimiento sino que la consagró como clásico universal bajo su reinado y sus signos reformistas. "El Quijote, que fundó la literatura moderna, es una exploración del ser humano", opina Iglesias y como dijo Ayala, "no nos dábamos cuenta de su originalidad". Y esta pasa por la gran inteligencia de su creador, Miguel de Cervantes, que concibió a don Quijote y Sancho Panza desde su propia imaginación.



Aunque dos años antes, en 1778, fueron los ingleses, "con esa apertura de reconocer lo bueno", quienes en el primer cuarto del siglo XVIII lo pusieron a la altura de los grandes europeos. Corría el año 1778 y habría que esperar dos años para que ocurriera lo mismo en España. Pero aquí, el siglo XVIII comenzó con la Guerra de Sucesión y con Carlos III llegó la consolidación de la Ilustración y bajo su reinado la ciencia, la tecnología, la economía y la cultura gestaron una modernización que llevó a España a posicionarse como una gran potencia.



La directora de la Real Academia de la Historia por su parte, centrará su conferencia en tres ejes: educación, mujeres y justicia. El primero se centra en la educación tanto de Cervantes como de Quijote. "Una de las conquistas de la Ilustración fue cumplir con la máxima de que es el mérito y no el nacimiento" lo que hace a una persona. Lo quiso Cervantes pero tuvo que pasar un tiempo. El segundo eje da cuenta de que "el avance de una sociedad se mide a través del papel social que tienen las mujeres en las mismas". Cervantes se rodeó de ellas pero tuvo que llegar Carlos III para preocuparse por la educación de las niñas y las mujeres con una reforma. Y el tercero, la justicia. "En Cervantes existe una protesta o llamada sobre la arbitrariedad de la justica que está fragmentada", incide.



El lunes 4 de abril será el turno de Jean Pierre Atienvre con Cervantes al margen de los clásicos en España en el siglo XVII, el lunes 11 Carmen Sanz con Mecenas y editores: una historia cultural en la que hablará de las mujeres que editan a Cervantes en el XVII. El próximo lunes 18 de abril será el turno de Julián Martín Abad y El Quijote en los talleres de impresa españoles del siglo XVIII donde mostrará distintas gráficas, la de Ibarra, la de Sancha, etc, respecto a la figura del Quijote, y, por último, Pedro Álvarez de Miranda cierra el ciclo con Cervantismo y quijotismo en la España de Carlos III.



La locura de don Quijote

"Todos tenemos una obsesión", dice Carmen Iglesias. Eso a lo que ahora llamamos manías. Esas que si se mantienen bajo control y sin que interfieran en el resto de facetas son llevaderas. La de don Quijote era la caballería y cuando la extrapoló a todos los sentidos de su vida enloqueció pero Cervantes "supo mantener su dignidad". De modo que "le podemos compadecer pero nunca despreciar", anota Iglesias. Y es que el escritor fue un hombre ilustrado.



La lectura de la obra en su época tuvo comprensiones diferentes según el estrato social. Dostoievsky, de hecho, dijo que es el libro más triste que había leído porque narra una derrota, la derrota de la muerte. "El mundo popular lo leía como entretenimiento" mientras que hoy en día el 40% de los españoles no han pasado de unas pocas líneas, según el CIS. "La asignatura pendiente de la Democracia es la educación. A los clásicos hay que aprender a respetarlos y empezar con ellos desde pequeños, tienen que volver a las escuelas. El fallo ha sido la desmantelación de la secundaria", concluye Carmen Iglesias.



Como dijo George Steiner, "no es que leamos a los clásicos sino que los clásicos nos leen a nosotros".



@scamarzana