Stanley G. Payne. Foto: F.D.Q.

Este año se cumplen 80 años de la sublevación militar del 18 de julio de 1936 que dio origen a la Guerra Civil Española y que desembocó en la larga dictadura franquista. Uno de los más destacados hispanistas contemporáneos, el estadounidense Stanley G. Payne, acaba de publicar un libro sobre los caóticos últimos meses de la II República antes de su caída. Se titula Camino al 18 de julio y la edita Espasa. El subtítulo da una idea del enfoque del libro: "La erosión de la democracia en España (diciembre de 1935-julio de 1936)". La tesis de Payne, miembro de la Real Academia de la Historia que hace unos días fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, es que la II República no fue el "paraíso democrático" que suele describir la historiografía actual y que, durante la escalada de acontecimientos que llevaron a la Guerra Civil y que alcanzó su punto más caliente con el asesinato del líder de la oposición, Calvo Sotelo, los líderes de la República tuvieron varias oportunidades de evitar la contienda fratricida. En pocos días verá la luz otro libro suyo, centrado en la vida política de Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la II República entre diciembre de 1931 y abril de 1936.



Pregunta.- Dice que la mejor síntesis de la Segunda República en cuatro palabras la hizo el historiador Javier Tusell: "una democracia poco democrática". ¿Cree que se ha mitificado aquel régimen?

Respuesta.- Sí, la Segunda República se ha convertido en un mito deliberado que se ha usado sobre todo para descalificar aún más a la dictadura de Franco, como si hubiera derrocado un paraíso.



P.- También asegura que se han estudiado poco los últimos meses de la república, en los que se produjo una escalada de violencia. ¿Cuál es la razón?

R.- Porque se ha querido apoyar esa idea de la república como una gran democracia, como un paraíso político. Fue todo lo contrario, pero se prefiere no hablar de eso. Se estudia mucho la fundación de la Segunda República y de ahí se salta al inicio de la guerra civil, dando un gran salto.



P.- ¿Entonces la historiografía es tendenciosa?

R.- Sí, salvo excepciones. Algunos historiadores tienen motivos ideológicos, otros simplemente siguen una determinada moda.



P.- En los últimos años de la república el apoyo de la sociedad a los partidos políticos estaba muy fragmentado, de modo que era muy difícil formar gobiernos estables. ¿Encuentra algún paralelismo con la situación política actual de España?

R.- Hay una semejanza en lo abstracto; ahora no existe la posibilidad de formar gobierno, así que habrá unas nuevas elecciones, pero en la república sí había mayorías, y la más estable fue la de centro-derecha, pero fue eliminada arbitrariamente. También hubo una mayoría importante del frente popular tras el fraude de las elecciones de febrero de 1936, aunque por la división de los republicanos de izquierda y los revolucionarios no fue posible constituir un gobierno mayoritario.



P.- ¿Por qué cree que la guerra fue evitable hasta el 14 de julio, cuatro días antes del levantamiento militar?

R.- A pesar de la existencia de una conspiración militar desde finales de junio, el general Mola solo tenía el apoyo del 15% de los oficiales. En tales condiciones, una sublevación sería una empresa descabellada y Mola incluso pensó en dimitir y huir al extranjero. Pero hubo un punto de inflexión con el magnicidio de Calvo Sotelo. Sobre todo por el modus operandi: lo secuestró y lo asesinó un escuadrón formado por policías y milicianos.

Azaña permitió que estallara la sublevación militar pensando que sería fácil reprimirla"

Era el jefe de la oposición y su asesinato tuvo un efecto eléctrico y dramático, decidió a muchos que antes estaban indecisos. A pesar de ello, la tarde del 13 de julio, doce horas después del asesinato, el general Mola intentó ponerse en contacto con el presidente de la República a través del amigo personal de Azaña Mariano Ansó, presidente de la comisión de las Cortes, para tratar de averiguar si el gobierno estaba dispuesto a hacer un cambio en su política e intentar reconciliarse con la oposición, pero Ansó no quiso hablar con él. El día siguiente, Mola dio las órdenes finales para lanzar la insurrección militar. Por su parte, Azaña permitió que estallara la sublevación pensando que sería fácil reprimirla, pero no fue así. Entonces trató de cambiar de estrategia, pero ya era demasiado tarde. En vez de rendirse a los militares insurrectos, Azaña prefirió rendirse a sus aliados revolucionarios, y eso supuso el nacimiento de la guerra civil.



P.- En su libro describe la época de crecimiento y estabilidad que vivió España en los años 20 a pesar de la "dictablanda" de Primo de Rivera. ¿Cómo surgió la crispación que caracterizó a los años 30?

R.- Surgió lo que podríamos describir como la típica situación prerrevolucionaria: tras una mejora de las condiciones de vida, tuvo lugar la más fundamental de las revoluciones, que es la psicológica. Gran parte de la sociedad empezó a tener unas expectativas mucho más altas y la república pudo satisfacerlas hasta cierto punto. Llegó la recesión económica y las izquierdas perdieron el poder en 1933. Entonces tuvo lugar la insurrección de 1934, que fue un antecedente importante de la guerra civil. En ese sentido, se puede decir que los españoles fueron víctimas de su propio éxito.



P.- A finales de 1935, el presidente Alcalá-Zamora se negó a que formara gobierno Gil-Robles, líder de la CEDA, aunque era el partido mayoritario en las Cortes. ¿Fue un error?

R.- Las izquierdas habrían soportado mucho mejor un gobierno de Gil-Robles que la dictadura de Franco. Los fundadores principales de la República fueron las izquierdas moderadas, los socialistas y los anarquistas, pero querían que fuera un régimen exclusivo de las izquierdas.
Los fundadores de la República querían que fuera propiedad exclusiva de la izquierda; la derecha debía quedar en el basurero de la Historia"


Para ellos, la derecha debía quedar en el basurero de la historia. Cuando se celebraron las primeras elecciones verdaderamente democráticas la derecha se unió con el centro y ganó las elecciones. La izquierda quería que el presidente de la república, Alcalá-Zamora, anulara las elecciones, pero este respetó los resultados. Esa fue su hora de gloria.



P.- Pero se ha acusado a Gil-Robles de simpatizar con el fascismo y en alguna ocasión dijo que la democracia no era un fin, sino un medio para llegar al poder y que luego acabaría con ella. ¿Aun así Alcalá-Zamora debería haberle encargado formar gobierno?

R.- Supongamos que esa fuera realmente su intención. ¿Qué podría haber hecho con solo el 40% de los votos? Además, Gil-Robles dijo eso durante la primera campaña electoral y sus palabras en las cortes, con otros políticos y con respecto a cosas serias eran diferentes. Siempre obedeció la ley. Pero pongamos la posibilidad de que aquella intención era cierta y que hubiese llegado al poder. Habría cambiado como mucho el sistema electoral para hacer un régimen más corporativista y menos democrático, algo autoritario. ¿Habría sido esto tan malo como la guerra civil o la dictadura de Franco? Creo que no.



P.- En su libro apoya la teoría de que Franco "se vio obligado" a participar en la sublevación militar a causa de la violencia de los meses previos al 18 de julio.

R.- Franco quería permanecer leal a la república aunque no le gustase. Era muy ordenancista y disciplinado. Ante los militares más exaltados él siempre dijo que sería un error levantarse, que las sublevaciones militares eran cosa del siglo XIX, que solo podrían empeorar la situación. Esa fue la opinión de Franco hasta el magnicidio de Calvo Sotelo. En cierto sentido, era más leal a la constitución que Manuel Azaña.



P.- Dice que Franco era conservador pero moderado. ¿Cómo se radicalizó hasta fundar un régimen con una ideología tan marcada?

R.- Es un tanto misterioso. Tenemos un montón de archivos del régimen de Franco, pero no sus papeles personales. Estos documentos existen y están en poder de su hija, Carmen Franco. Yo he hablado con ella un par de veces y es imposible que acceda a revelarlos, puede que estén depositados en un banco de Suiza. En el archivo Franco sí hay unas cuantas notas y memorandos pequeños que escribía para sí mismo en los que exponía sus pensamientos. No sabemos cómo fue ese proceso tan rápido de evolución ideológica. La sublevación militar del 18 de julio quería rectificar la república, los monárquicos eran una minoría y Franco no estaba entre ellos.



P.- ¿Entonces Franco no era monárquico?

R.- Sí, mucho, pero aceptaba que la realidad del momento era la república. No creía entonces en una restauración, le interesaba únicamente lo que él llamaba "la salvación de España". Después de la victoria, ya verían cómo arreglar la situación. Pero poco después de empezar la guerra cambió por completo de idea y consideró que rectificar la república no era suficiente y que era necesaria una contrarrevolución, un cambio total de régimen. Franco se convirtió en algo que nunca había sido, un radical.



P.- Suele decirse que Franco usó a la Falange por conveniencia.

R.- Antes de la guerra no tenía casi contacto con la Falange, y había una tirantez fuerte entre José Antonio Primo de Rivera y Franco. Éste no sabía nada del fascismo, que era un nuevo radicalismo. Franco era conservador, pero en algún momento surgió en su cerebro la idea de un régimen de partido único y de una revolución nacional. Nunca antes había hablado de revoluciones, no le gustaban.



P.- En el libro otorga gran parte de la culpa del inicio de la guerra a los líderes de la República. ¿Cuál de ellos fue según su opinión el que más influyó en este sentido?

R.- Hay tantos culpables que sería injusto señalar a uno. En el comienzo del proceso está Alcalá-Zamora, pero no se le puede imputar toda la responsabilidad. Después del 19 de febrero de 1936 [dimsión de Portela y acceso al poder del Frente Popular] estaba horrorizado, pero ya era demasiado tarde. Y al final de la república, Azaña también fue responsable de su caída; no más que otros, pero era quien tenía el poder en ese momento. Quiso mantener el pacto con los revolucionarios a toda costa y eso fue un error del que se dio cuenta demasiado tarde. Los dos quisieron volver atrás demasiado tarde: Alcalá-Zamora, dos días tarde; Azaña, cinco días tarde.



@FDQuijano