Marina Perezagua

Libros del Lince. Barcelona, 2015. 320 páginas, 19'90€

Tras sus colecciones de relatos (Leche y Criaturas abisales) Yoro es la primera novela de Marina Perezagua (Sevilla, 1978). Una novela es una larga travesía y Perezagua sabe bien en qué consisten las travesías: su pasión literaria va unida a su condición de nadadora y buceadora de apnea. El pasado verano cruzó el Estrecho de Gibraltar. Yoro es una novela larga, hermosa e intensa. La intensidad ya estaba en sus relatos, también ese aire de confidencia que alterna brazadas de timidez y de desinhibición. La intensidad en narraciones largas es siempre motor y lastre, pero Perezagua concibe el texto como lucha, como gestación, de ahí los capítulos como fases de un embarazo con posterior alumbramiento.



Y de un alumbramiento terrible, de una luz cegadora se habla aquí: la protagonista-narradora era una niña japonesa que estaba en la escuela cuando Little Boy cayó sobre Hiroshima; el otro protagonista, Jim, era un soldado norteamericano, maltratado prisionero de guerra de los japoneses. Yoro es una niña deseada y buscada con desesperación a lo largo de la vida, una búsqueda que conducirá hasta campamentos de refugiados y minas de África. La protagonista cuenta y "justifica" su lucha personal como ante un juez que dictará sentencia, y lo hace con un delicado tirar del hilo, un aire de fábula y de aventura que tiene mucho de apelación sentimental. El dolor del mundo, la tragedia bélica del s. XX (prolongada en nuestros días) y la cuestión de si es posible reparar y compensar tanto daño, recorre un libro que tiene algo de budista-nietzscheano-schopenhaueriano, centrado en la férrea voluntad de los hombres y la gran cadena del dolor del mundo. Recorre de uno a otro continente las terribles formas de explotación contemporánea (sexual y laboral). La comunicación con la naturaleza, su comprensión intelectual y poética da lugar a hermosos pasajes.



Yoro es un libro reflexivo, denso, donde caben la parábola y la ensoñación-visión. La identidad y el cuerpo propio son límites frágiles, vulnerables y difusos, como el individuo en el mundo.