Philip Levine en una visita a Barcelona tras ganar el Pulitzer, en 1995. Foto: J.M. Baliellas.

Ganó el Pulitzer y dos veces el National Book Award. Vivió en España durante algunos años y dedicó muchos poemas a nuestra Guerra Civil. El poeta estadoundense Philip Levine ha fallecido este sábado a los 87 años de edad en Fresno (California, EEUU), víctima de un cáncer de páncreas, según ha informado el diario The New York Times.



Levine recibió el Pulitzer en 1995 por su colección The Simple Truth (La simple verdad) y ganó dos veces el National Book Award, en 1980 por Ashes: Poems New & Old (Cenizas: poemas nuevos y viejos) y en 1991 por What Work Is (Lo que es el trabajo). Sus escritos aparecieron a menudo en The New Yorker, Harper's Magazine y otras publicaciones importantes. También era profesor emérito de lengua en la Universidad Estatal de California, donde impartió clases durante 34 años, de 1958 a 1992.



Su poesía tenía un fuerte impulso narrativo y autobiográfico y huía de las convenciones poéticas, por lo que no gustaba a todos los críticos. Para algunos, recuerda Margalit Fox en The New York Times, la poesía de Levine era simplemente "prosa con saltos de línea" y otros encontraban monótono que incidiera siempre en los mismos temas. Muchos otros críticos en cambio, continúa Fox, admiraban su estilo aparentemente sencillo, que podía contradecir su trabajado ritmo con una superficie coloquial. Son los mismos que alaban su uso de la poesía como vehículo de un radical criticismo social, sus sinceras exploraciones de la naturaleza masculina y sus clarividentes descripciones de la vida de la clase trabajadora y de los inmigrantes judíos.



Algunos de los temas más recurrentes de su poesía fueron su su cruda infancia en Detroit, la capital de la industria del motor, y los empleos alienantes que tuvo en su juventud. También dedicó buena parte de su poesía a España, donde vivió algunos años, y los anarquistas españoles, que le obsesionaron desde que era un niño, ya que algunos de los vecinos del barrio donde vivía con sus padres -que eran inmigrantes judíos rusos- viajaron a nuestro país para combatir junto a ellos y no todos regresaron. Uno de sus poemas más conocidos se titula Francisco, I'll Bring You Red Carnations (Francisco, te traeré claveles rojos), dedicado al líder anarquista Francisco Ascaso, muerto en Barcelona en los comienzos de la guerra:



Here in the great cemetery

behind the fortress of Barcelona

I have come once more to see

the graves of my fallen.



[...]



For two there are floral

displays, but Ascaso faces

eternity with only a stone.

Maybe as it should be. He was

a stone, a stone and a blade,

the first grinding and sharpening

the other.




Aquí, al gran cementerio

detrás de la fortaleza de Barcelona,

he venido una vez más para contemplar

las tumbas de mis caídos.



[...]



Para dos de ellos hay ofrendas

florales, pero Ascaso afronta

la eternidad con sólo una piedra.

Quizá es como debe ser. Él era

una piedra, una piedra y una espada,

la primera moliendo y afilando

a la otra.