Image: 1914. De la paz a la guerra

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Letras

1914. De la paz a la guerra

Margaret MacMillan

29 noviembre, 2013 01:00

Familias de Berlín dicen adiós a los soldados que marchan al frente

Traducción de José Adrián Vitier. Turner, 2013. 864 páginas. 39,90 €

En cierta ocasión, el presidente Kennedy comentó que "en 1914, cuando la mayor parte del mundo estaba ya sumida en la guerra, el príncipe von Bülow, antiguo canciller alemán, preguntó al entonces jefe de gobierno, Bethmann-Hollweg: ‘¿Cómo ha sucedido todo esto?'. A lo que Bethmann-Hollweg respondió: ‘¡Si alguien lo supiese!'. Si algún día este planeta quedase arrasado por la guerra nuclear", prosiguió Kennedy, "y los supervivientes de la devastación lograsen resistir al fuego, al emponzoñamiento, al caos y a la catástrofe, no querría que uno de ellos preguntase a otro: ‘‘¿Cómo ha sucedido todo esto?' para recibir la increíble respuesta: ‘¡Si alguien lo supiese!".

La anécdota sobre la Primera Guerra Mundial procedía de la popular obra de Barbara Tuchman Los cañones de agosto, en la que exploraba los precedentes inmediatos y las primeras semanas de la contienda.

Si Tuchman fue una influencia para Kennedy y para la imaginación popular, un año antes Fritz Fischer se había convertido en la piedra de toque para los historiadores. Su controvertido ensayo Objetivos de Alemania en la Primera Guerra Mundial, publicado en inglés en 1967, acusaba a Alemania de haber empezado la guerra intencionadamente. Desde entonces todos los historiadores han participado en el juego de repartir culpas. Entre la investigación reciente, Max Hastings da la razón a Fischer al considerar responsable a Alemania; Sean McMeekin sostiene que la culpable fue Rusia; Niall Ferguson señala a Gran Bretaña; mientras que Christopher Clark presenta a una Europa que se adentra "sonámbula" en la guerra. Pese a todos estos audaces trabajos, la cuestión sigue sin resolver.

La magnitud del desastre que siguió a los acontecimientos de agosto de 1914 dificulta la labor del historiador. El conflicto se llevó 20 millones de vidas de militares y civiles y causó más de 21 millones de heridos. Para algunos países la carga fue mayor que para otros. Mientras que Gran Bretaña, Francia y Alemania perdieron entre un 2 y un 3% de sus poblaciones totales, la de Serbia quedó mermada en un escalofriante 15%.

Todo esto significa que cualquiera que escriba sobre 1914, en particular ahora que se aproxima el año del centenario, más vale que tenga nervios de acero. Margaret MacMillan, historiadora canadiense de la Universidad de Oxford, ya había abordado antes temas polémicos. Su excelente trabajo sobre la Conferencia de Paz de París, París, 1919, nos obliga a reflexionar sobre cuáles eran las posibilidades reales después de tanta muerte y tamaña conmoción. Ahora pasa de las consecuencias de la guerra a sus orígenes para inquirir "cómo en el verano de 1914 Europa llegó al punto en el que la guerra se convirtió en algo más verosímil que la paz".

Uno de los puntos fuertes de 1914. De la paz a la guerra es la destreza con que MacMillan evoca el mundo de comienzos del siglo XX, cuando hacía 85 años que en Europa no se producía ningún conflicto bélico entre las grandes potencias. Como la autora señala, "en 1900 los europeos tenían buenas razones para sentir satisfacción por el pasado reciente y confianza en el futuro. Los 30 años transcurridos desde 1870" -cuando estalló la Guerra franco-prusiana - "habían traído consigo una explosión de la producción y la riqueza, y una transformación de la sociedad y del modo de vida de la gente". Los alimentos eran mejores y más baratos; la higiene y la medicina habían experimentado avances espectaculares; la mayor rapidez de las comunicaciones, incluido el telégrafo público a buen precio, supuso un mayor contacto entre los europeos. "Considerando todo ese poder y toda esa prosperidad", MacMillan pregunta, "¿por qué querría Europa echarlo todo a perder?".

Su respuesta es que en último término la guerra se precipitó sobre los individuos que tomaban las decisiones clave. "Es fácil tirar la toalla y afirmar que la Gran Guerra era inevitable", escribe en las primeras páginas; "pero es una idea peligrosa, sobre todo en una época como la nuestra, que en muchos aspectos se asemeja al mundo de los años anteriores a 1914".

Los retratos que hace MacMillan de los hombres que llevaron a Europa a la guerra son soberbios. En un pasaje tragicómico describe el último encuentro entre los primos imperiales que gobernaban Alemania, Gran Bretaña y Rusia durante una boda real en Berlín en mayo de 1913. Al rey de Gran Bretaña, Jorge V, le resultaba imposible hablar con Nicolás II de Rusia sin que el káiser Guillermo II los espiase. Más tarde, Guillermo sermonea a Jorge acerca de las alianzas de Gran Bretaña con "una nación decadente como Francia y otra medio bárbara como Rusia". El hecho de que el káiser creyese que había causado una impresión positiva al rey muestra lo equivocados que eran sus juicios.

1914. De la paz a la guerra relata con esmero los acontecimientos que condujeron al enfrentamiento. Sin embargo, en lo que se refiere a las causas, MacMillan se mueve más en la conjetura. "Pese a que han fascinado y seguirán fascinando a los historiadores y a los estudiosos de la política", dice refiriéndose a los distintos debates, "quizá tengamos que aceptar que nunca habrá una respuesta definitiva, porque para cada argumentación existe una contraargumentación sólida".

Aun así, la lógica de la argumentación de MacMillan es tal que incluso hoy, cuando nos guía día a día y hora a hora a través de las consecuencias del asesinato del archiduque Francisco Fernando el 28 de junio de 1914 en Sarajevo, estamos esperando que alguno de los políticos salte sobre la mecha encendida. El zar de Rusia implora a su primo y par en Alemania que contribuya a mantener la paz. El káiser y Bethmann-Hollweg se acobardan por un momento. Los húngaros, sin los cuales el Gobierno de Viena estaba atado de manos, ansían un acuerdo con Serbia. Mediante su escurridizo ministro de Asuntos Exteriores, sir Edward Grey, los británicos pretenden librarse de cumplir sus obligaciones con Francia y Rusia como miembros de la Triple Entente. Es difícil pensar que Europa no se encaminaba hacia el abismo.

¡Qué limitados parecen estos hombres de estado de 1914 comparados con sus predecesores! Personalidades como Bismarck, Witte y Salisbury no eran individuos prudentes, pero sí personajes con mucho más talento y criterio. En 1898, Lord Salisbury advertía de "la complicada y tenue línea que separa una concesión indebida de la precipitación que, más de una vez en la historia, ha sido la ruina de las naciones".

© NEW YORK TIMES BOOK REVIEW

Los libros del 14

Diario de un estudiante. París, 1914. Gaziel. Diéresis, 2013. 352 páginas. 19 euros
Ese agosto de 1914 en el que se desencadenaron las hostilidades entre Alemania y Francia, Gaziel (seudónimo del gerundense Agustí Calvet) empezó a captar en un diario personal la "angustia misteriosa del mundo presente" al ver cómo se desmoronaba el brillante París en el que vivía. El diario recorre sus experiencias desde el 1 de agosto de 1914, con los franceses enardecidos de orgullo patriótico, hasta el 4 de septiembre, cuando Gaziel regresa a España después de huir de un París aterrorizado ante la inminente ocupación. 35 días que cambiaron el mundo.

1914. El año de la catástrofe Max Hastings. Crítica, 2013
Cómo una Europa incapaz de imaginar la magnitud de la catástrofe que iba a desencadenarse se lanzó a lo que pretendía ser "la guerra para acabar con todas las guerras", y fue, por el contrario, el inicio de un siglo de barbarie. Hastings se basa en los resultados de las investigaciones más recientes para profundizar en los orígenes, los planes y la dirección del conflicto, y baja después hasta el campo de batalla para narrarnos los combates y revivir la experiencia humana de quienes participaron en ellos, valiéndose de una riquísima documentación de cartas, diarios y testimonios de veteranos de guerra -oficiales rusos, artilleros serbios, soldados franceses o belgas…- que está en poder del autor. Un libro esclarecedor que va mucho más allá de los tópicos.

Crónica de la guerra europea 1914-1918. Vicente Blasco Ibáñez. La Esfera
El escritor español Vicente Blasco Ibáñez, exiliado en Francia en el verano de 1914, fue testigo directo del conflicto y también narrador de primera fila de la contienda que «iba a acabar con todas las guerras». Concebida en varios volúmenes, la Crónica de la Guerra Europea de 1914 constituye hoy un testimonio de primer orden sobre los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial. Minuciosa, completa, detallada y, sobre todo, muy personal, no es sólo un relato impactante de la violencia desatada, sino también un análisis completo de sus circunstancias y motivaciones, de su entorno social, político y humano. Ninguneada durante el franquismo debido a su carácter antialemán, esta auténtica enciclopedia de la Gran Guerra había caído en el olvido.

Las aventuras del buen soldado Svejk, Joroslav Hasek. Galaxia Gutenberg, 2008. Hay héroes desconocidos y oscuros, privados de la fama y la gloria históricas de un Napoleón. Sin duda, Svejk es uno de ellos. Tras un periplo por tribunales, calabozos y manicomios, este entrañable pícaro moderno acaba enrolado en las filas del ejército austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial. Allí dará muestras de su infinita inocencia, verborrea aplastante y sentido común, armas suficientes para hacer frente a la estupidez supina de los estamentos militares. Las aventuras del buen soldado Svejk constituye un manifiesto antibelicista de primer orden y una proclama satírica irreverente contra la futilidad y el sinsentido de la guerra narrada desde la óptica de un idiota genial.

Para acabar con todas las guerras. Una historia de lealtad y rebelión, 1914-1918. Adam Hochschild. Península, 2013 Lo que nos atrae de esta Primera Guerra Mundial es la forma en que destruyó para siempre la Europa segura de sí misma y luminosa de húsares y dragones con cascos con plumas y de emperadores que saludaban desde carruajes descubiertos tirados por caballos. Dos imperios, el austrohúngaro y el otomano, desaparecieron por completo bajo la presión de la interminable matanza, el káiser alemán perdió su trono y el zar de Rusia y toda su fotogénica familia, con su hijo ataviado de marinero y sus hijas con vestidos blancos, perdieron la vida. Incluso los vencedores fueron perdedores: en Gran Bretaña y Francia juntas hubo más de dos millones de muertos y terminaron la guerra fuertemente endeudadas.

Diario de Guerra. (1914-1918). Ernst Jünger. Tusquets, 2013
Movido por su sed de peligros y aventuras, el jovencísimo Ernst Jünger -tenía entonces diecinueve años- se alistó voluntariamente en el 73.° Regimiento de Fusileros, cruzó la frontera de Luxemburgo a finales de 1914 y, poco después, entró en combate. Desde entonces, y casi a diario, relató en quince cuadernos su participación en una contienda que diezmó a una generación entera. Pronto encuentra el infierno: poblaciones arrasadas, heridos abandonados a su suerte, compañeros desventrados; una verdadera máquina de devastación. También describe la dureza de la vida en las trincheras, el peligro de las incursiones nocturnas para capturar prisioneros o las ocasiones en que escapa de la muerte, agazapado en el cráter de un obús.

Breve historia de la Primera Guerra Mundial. Norman Stone. Ariel, 2013
La primera guerra mundial resultó un conflicto desconcertante para sus protagonistas y lo sigue siendo en buena medida para los historiadores. Lo que debía ser un guerra con botines imperiales y enfrentamientos relámpago, se convirtió en una carnicería sin sentido, con millones de hombres exterminados mediante una atroz mecanización bélica. La mayoría de los estados implicados acabaron arruinados, e incluso los nominalmente ganadores se vieron irreparablemente afectados. El botín se demostró infame y el recuento final de víctimas terrible, aun en comparación con las cifras de veinte años después. Este libro propone una concisa, clara y audaz aproximación a un acontecimiento histórico esencial para entender el siglo XX.

La Primera Guerra Mundial en el cine. El refugio de los canallas. Emilio G. Romero. T y B Editores, 2013
La Primera Guerra Mundial que se extendió por varios continentes entre 1914 y 1918, supuso el primer apocalipsis de la historia de la Humanidad. Durante cuatro años un escalofrío recorrió el mundo no solo ante las masacres de la contienda, sino por toda una convulsión social, demográfica, cultural y económica que azotó a las principales potencias de principios del siglo XX. El escritor y abogado Emilio G. Romero realiza un apasionante recorrido por aquella tragedia utilizando el cine como instrumento de ilustración de las causas, desarrollo y consecuencias de la hecatombe mundial de la que en los próximos años se celebrará en centenario. En una primera parte el autor aborda el conflicto desde el punto de vista histórico, militar, sociológico y económico visualizando los diferentes ámbitos de la guerra a través de escenas de multitud de películas que han reconstruido aquellos años. En la segunda parte describe las diferentes etapas de la historia del cine y cómo han representado la contienda según las circunstancias políticas y culturales.