Antonio Tabucchi. Foto: Santi Cogolludo



El escritor italiano Antonio Tabucchi, considerado un referente literario en Europa, ha muerto a los 68 años de edad en Lisboa. El escritor se encontraba ingresado en el hospital de la Cruz Roja de Lisboa a consecuencia de las secuelas de una larga enfermedad. Los funerales se celebrarán el próximo jueves en la capital portuguesa, según explicó su viuda, Maria José Lancastre.




Sabía Antonio Tabucchi que los años se le iban echando encima con intenciones muy sospechosas. Sabía que una enfermedad llamada cáncer lo quería arrancar de entre los vivos hacia un destino incierto. Lo sabía y le daba pena. No volver a caminar sobre las calles empedradas de teselas de Lisboa era muy duro de asumir. Renunciar a los cigarros (los fumaba con delectación), a los cafés humeantes, a las conversaciones, a leer a Pessoa, a reunirse con sus alumnos en la Universidad de Siena... Era una perspectiva que le dolía demasiado durante su convalecencia en el Hospital de la Cruz Roja de Lisboa.



Ese momento ha llegado esta mañana. Había nacido en Pisa en 1943. Tenía sólo 68 años. El escritor italiano ha muerto en su amada capital portuguesa, a la que dedicó muchas de sus mejores páginas, y donde vivía la mitad del año junto a su mujer, María Jose Lancastre, natural de la ciudad. El amor por Lisboa le vino por el amor a Pessoa. En uno de sus viajes de juventud se encontró por casualidad en la parisina Gare de Lyon un libro que aparecía firmado por Álvaro de Campos, uno de los heterónimos del autor del Libro del desasosiego. Era el poema Tabacaria y yacía olvidado sobre un banco. Leerlo fue una revelación. Tabucchi se obsesionó con aquellos versos y decidió saberlo todo sobre aquel laberíntico autor. En la actualidad, era uno de los máximos expertos de su obra. A ella dedicó alguno de sus ensayos, como Un baúl lleno de gente, de 1990.



Pero la faceta que más popular le ha hecho ha sido la de novelista y cuentista. El primer libro de cuentos, Plaza de Italia, lo publicó en 1973, en el que ya se vislumbraba el sustrato político de su literatura. En la línea de autores como Di Lampedusa y Federico de Roberto, intentaba contar la historia desde el punto de vista de los derrotados. En este caso, un grupo de anarquistas toscanos. Sin embargo, hasta 1984 no empezó a despertar el interés y del público. Fue con la novela Nocturno hindú, en la que el protagonista, en búsqueda de un amigo desaparecido en la India, va poco a poco configurando el puzle de su identidad.



Aunque el verdadero espaldarazo hacia la popularidad lo recibió en 1994, cuando publicó Sostiene Pereira. La novela, ambientada en el Portugal fascista de Salazar, narra la transformación ideológica de un apocado redactor jefe de una sección de cultura de un diario lisboeta. A punto de jubilarse desarrolla su trabajo sin complicarse la existencia ni meterse en jardines. Hasta que un joven al que contrata como colaborador para escribir obituarios le muestra la necesidad de implicarse en aquel sórdido periodo que les ha tocado vivir (al otro lado de la frontera, en España, la guerra civil ha estallado y una de sus primeras víctimas es ni más ni menos que el poeta Federico García Lorca). La novela obtuvo diversos galardones de prestigio (el Campiello y el Jean Monnet) y fue llevada al cine por Roberto Faenza, en la que sería la última aparición en la pantalla grande del ya legendario Marcello Mastroianni.



En 1997, dio a la imprenta otra de sus novelas más turbadoras, La cabeza perdida de Damasceno Monteiro. Tabucchi se había quedado con la mosca detrás de la oreja tras leer las crónicas periodísticas sobre la aparición de un cadáver decapitado que aparece en un parque de Oporto. Decidió investigarlo y comprobó que detrás de aquel asesinato había una trama de narcotráfico en la que miembros destacados de la Guardia Nacional tenían una participación directa. La novela tuvo un carácter profético, ya que alguno de los policías responsables del crimen (Damasceno fue asesinado en una comisaría, después de ser torturado) acabaron confesando su implicación. Aun así, Tabucchi siempre negaba que la literatura pudiera tener incidencia alguna en el curso de la realidad. Se quitaba rápido cualquier mérito que le pudieran atribuir. A él le bastó con dejar constancia de la dificultad de la justicia para alcanzar con sus sentencias a los poderosos.



Lucha contra el berlusconismo

Eso era algo que también sabía Tabucchi. Lo sabía muy bien. En los últimos años, libró una batalla intelectual contra Berlusconi. Fue uno de los opositores más destacados frente a Il Cavaliere y sus chuscos modales de gobernante. Esta actividad le procuró algunos sobresaltos, como la querella del presidente del Senado Renato Schifani, uno de los hombres de confianza de Berlusconi, en la que reclamaba al escritor más de un millón de euros por vulnerar presuntamente su derecho al honor. Tabucchi se había limitado a defender un artículo del periodista Marco Travaglio (fundador del diario Il Fatto Quotidiano, uno de los arietes antiberlusconianos más persevarantes) en el que ponía en evidencia los lazos del político siciliano con la mafia.



A Tabucchi le desesperaba desperdiciar su tiempo en los tribunales. Sabía que no le quedaba mucho y que tenía todas las de perder. Se enfrentaba a los mejores abogados de Italia. Y él era un simple escritor y un profesor de universidad, con recursos económicos limitados. Su último libro de relatos editado en España por Anagrama (su editorial en nuestro país) El tiempo envejece deprisa no podía tener un título más revelador. En él, repasaba la ferocidad del siglo XX, marcado por guerras cruentas que desangraron a la humanidad.



Cada mes de octubre su nombre aparecía en las quinielas del Nobel de Literatura. Sabía Tabucchi que andaba cerca de echarle el guante al codiciado premio. Pero marcharse sin él no le daba pena. Lo que de verdad entristecía a Tabucchi, mientras la vida se le escapaba en la cama del hospital, era no poder patear de nuevo las teselas negras y blancas del centro de Lisboa, sentarse en un café y encender un cigarro. Sabía que no podría volver a hacerlo. Lo sabía y le daba pena.

Bibliografía

Publicada en español por la editorial Anagrama

Piazza d'Italia (1975)

El juego del revés (1981)

Dama de Porto Pim (1983)

Nocturno hindú (1984)

Pequeños equívocos sin importancia (1985)

La línea del horizonte (1986)

Los volátiles del Beato Angelico (1987)

Réquiem. Una alucinación (1992)

Sostiene Pereira (1994)

La cabeza perdida de Damasceno Monteiro (1996)

La gastritis de Platón (1999)

Sueños de sueños. Los tres últimos días de Fernando Pessoa (2000)

Se está haciendo cada vez más tarde (2002)

Tristano Muere (2004)

Autobiografías ajenas (2006)

El tiempo envejece deprisa (2010)

Racconti con Figure (2011)

Viajes y otros viajes (2012)