Image: Dalí, obra completa III, poesía, prosa, teatro y cine

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Letras

Dalí, obra completa III, poesía, prosa, teatro y cine

Salvador Dalí

7 octubre, 2004 02:00

Salvador Dalí, por Gusi Bejer

Int. A. Sánchez Vidal. Destino/Fundación G. y S. Dalí/Seacex. 1.289 págs, 30 euros

La publicación de las obras completas de un autor permite ver, tanto o más que su variedad, su coherencia. La de Dalí siempre estuvo clara, pero su sistema se comprende ahora mejor. Agustín Sánchez Vidal lo explica al hilo de su evolución, y sus pertinentes notas dan cuenta de los detalles de sus recurrencias.

Las cuatro lenguas usadas por Dalí para expresarse -catalán, español, francés e inglés- se han unificado aquí en una sola, cuando tal vez habría sido más exacto editar cada texto en la lengua en que su autor lo concibió. Pero esto es una leve discrepancia, como también lo es el que no se hayan subsanado, aunque sea en nota, los desacatos y atrocidades que su autor comete con casi todas las citas en latín. Dalí es una confusión perpetua y en su mente se cruzan los nombres tanto como se intercambian los símbolos o la ortografía se adultera : todo en él es una móvil mezcla que avanza, con su legión de elementos heteróclitos, hacia y contra la más burguesa claridad.

El volumen tercero de su obra reune su poesía, su prosa narrativa, su teatro y su cine. Sus inicios datan de 1919, cuando tiene quince años y se mueve dentro de un dandysmo romántico, impresionista y crepuscular, no lejano de la hora violeta de Eliot y de los primeros poemas de Lorca, pero donde ya se habla de mejillas azules "como un ruido de cristal mojado". Su llegada a la Residencia de Estudiantes es recreada en un texto de 1923 en el que aparecen dialogando Buñuel y Lorca, y en el que se parodia la jerga futurista de Guillermo de Torre. Su conocimiento de Apollinaire queda patente en la lluvia oblicua de su "Caligrama", como los ecos de las greguerías de Ramón están presentes en "Sketschs arbitrarios de la feria" y constituyen su base léxico-semántica. "Cuento de los ocho años" mezcla a Wilde con Gerardo Diego, y sus "Dos prosas" y "Poema" adelantan no poco del superrealismo de Aleixandre. "El campo" invierte los correlatos objetivo y subjetivo, como su "Pez perseguido por un racimo de uvas" coincide con el artefacto surrealista de Alberti, al que también remiten algunas expresiones de su novela Rostros Ocultos.

La poesía de Dalí es una realización lírica de su creación plástica. De ahí la coincidencia de títulos y el desarrollo paralelo de sus poemas, sus cuadros y su cine, en los que encontramos un mismo sistema formular y la explotación -como en sus proyectos cinematográficos y escénicos- de situaciones generadas por lo que Freud llama "actos fallidos". Pero lo más interesante de su obra poética es tal vez la absoluta novedad de sus metáforas y la aplicación de su método crítico-paranoico. Para Dalí, "el lirismo de las imágenes poéticas sólo es filosóficamente importante cuando logra, en su acción, la misma exactitud que obtienen los matemáticos en la suya". Por eso, el poeta debe "demostrar lo que dice". La imagen exacta es una de sus obsesiones tanto en su lírica como en su plástica; el canibalismo y la coprofagia son para él manifestaciones del amor; y la forma política que le atrae es "la monarquía metafísica", a la que canta.

El Dalí poeta -como el Dalí pintor- debe casi todo a Péret, de quien toma su idea de los relojes blandos, y de Lautréamont, cuyos Cantos de Maldoror él mismo ilustrará. De su narrativa sobresale el relato "El loco de Ordis", con sus distintas maneras de ponerse en pie, y su novela ya citada, en la que rinde homenaje a su museo personal de la pintura y de la literatura, al tiempo que describe el fondo intelectual, artístico y moral de un fin de época. Como es habitual en él, confunde a Lope con Calderón y a éste con Campoamor en una delirante y divertidísima simbiosis por la que desfilan personajes en clave o con su propio nombre y en la que Dalí retrata más que opina, objetiva más que satiriza, y realiza, más que idealiza, una muy concreta historicidad enmarcada entre el inicio de la guerra civil y el final de la guerra mundial. A Dalí, como a Valle, no le interesa la clase media, sino "esa pasión rodeada solamente por una aridez oxidada", que identifica con "el lujo". Eso, y la técnica de Balzac, de Cervantes y de Stendhal, que combina con fuentes más diversas, logrando un panóptico perfecto a partir de una anamorfosis relativa. Pero, más que en la novela, donde Dalí mejor y más variadamente demuestra su talento es en su idea wagneriana del espectáculo absoluto. Lo que le lleva a elegir la música, los decorados, los vestidos y la coreografía con un sentido radical. Y es aquí, en los detalles de sus atrevidos proyectos escénicos, donde mejor se entiende su singular evolución al clasicismo desde la vanguardia. En el catolicismo de Reverdy descubre lo "anacrónico por anticipación" y la apoteosis del sacrificio, como en la relectura del mito de Teseo y Ariadna encuentra la clave de la corriente alterna de la historia. Nietzscheano en casi todo, cree que sólo "invirtiendo el árbol genealógico de la humanidad existirá la posibilidad de poder volver a iniciar a la inversa un nuevo ascenso a los cielos". Aliteraciones mantenidas y rimas a veces cacofónicas acompañan su último empeño teatral, muy próximo a la ópera. En cuanto a sus guiones y proyectos cinematográficos, destaca su "Contra la familia" -que lo acerca a su criticado Cernuda, al que llama "Cernudo"- y "La cabra sanitaria", con su utilización de los "diversos estados instantáneos"; su maravilloso "Babaouo" con su personal historia del cine, su "Guillermo Tell, ballet portugués" y sus acotaciones minuciosas; su homenaje a los cómicos del cine mudo en "Los misterios surrealistas de Nueva York"; "La mujer surrealista"; el cálculo visual de "Moontide"; y la parodia de nodo en "La sangre catalana". A partir de ahora habrá que empezar a considerar a Dalí como lo que acaso fue: la más compleja y brillante personalidad del 27.


Babaouo
En uno de los textos inéditos de este volumen se refiere Dalí a su guión cinematográfico Babaouo y escribe:
"En la época en que escribí Babaouo se supo que Babaouo era yo. No es cierto, pero ambos teníamos lemas en común. El primero era Sacha Guitry, que decía: "Si los que hablan mal de mí supieran lo que yo pienso de ellos hablarían de mí 500 veces peor". Babaouo y yo decíamos: "Lo importante es que hablen de nosotros aunque hablen bien"-"Nosotros sólo hemos frecuentado gentes de éxito guapos e inteligentes, eso se contagia" "El termómetro del éxito está marcado por los celos de los falsos amigos" "Es frecuente que los seres insignificantes se gasten fortunas y se esfuercen durante toda su vida para al fin demostrar que son mediocres" -"Jamás nos enfadamos con nadie, son los demás, cuando no logran imitarnos, los que se enfadan con nosotros" - "Hacemos como el emperador Marco Aurelio el día que dijo hoy he dejado de tener cualquier tipo de opinión sobre lo que sea"- "Gala es el único ser viviente cuyas opiniones cuentan para nosotros, qué descanso". BABAOUO Y SALVADOR DALí