“¿Cuándo se va a hacer Yerma como es debido?”, le preguntó hace un tiempo Pepa Gamboa a Laura García Lorca, sobrina del poeta. Esta se quedó desconcertada (“¿Cómo?”). Gamboa le dijo que a ella siempre le había parecido que Juan, el marido de la ‘marchita’, tenía un serio conflicto con su identidad sexual. Y que este explicaba la imposibilidad de la frustrada protagonista de consumar su deseo de alumbrar un hijo. Esa manera de interpretar el clásico lorquiano ha cuajado finalmente y verá la luz este viernes en el Centro Federico García Lorca de Granada, que, tras tantas vicisitudes y controversias, presenta su primera producción teatral.

“Te aseguro que no he querido buscar polémicas ni provocar”, explica Gamboa a El Cultural en la Residencia de Estudiantes. “Es que lo veo muy claro desde que era pequeña. Yo he sido testigo de esa historia en mi pueblo bastantes veces: homosexuales que se casaban y luego sus matrimonios no daban hijos. La gente decía de la mujer: ‘No se queda’”. La teoría tiene su lógica. No suena descabellada si tenemos en cuenta la orientación de Lorca en el terreno íntimo. Tampoco cuadra que un campesino, hombre más bien elemental, desatienda el requerimiento incesante de sexo de su bien parecida y joven cónyuge.

Con este planteamiento, Gamboa llamó a la puerta de una de las autoras que más admira: Lola Blasco, Premio Nacional de Literatura Dramática en 2016 por Siglo mío, bestia mía. Esta recogió el guante, persuadida de que la nueva perspectiva tenía fundamento. Además, creía oportuno articular una lectura contemporánea del drama de Yerma. “Porque es quizá una de sus obras que han envejecido peor. Hoy una mujer puede tener un hijo sin necesidad de contar con un hombre y, además, no existe una imposición social tan fuerte para tenerlos”, explica la dramaturga alicantina, que ha titulado su trabajo La pasión de Yerma.

Natalidad bajo mínimos

Por esas razones, la carga trágica de la protagonista, vista con ojos de hoy, se ve muy aligerada. “De hecho, me vi tentada a prescindir de esta cuestión pero luego me di cuenta de que, si lo hacía, me quedaba sin obra”. La solución fue insertar la maternidad bajo un prisma actual. Blasco filtra las aprensiones que, frente a la procreación, tienen nuestros jóvenes (y no tan jóvenes), que han desplomado el índice de natalidad a niveles de la posguerra. “Aparecen los miedos que les echan para atrás. Y los de las que ya somos madres hacia un futuro tan incierto, porque no sabemos siquiera si el planeta será habitable para los humanos. He intentado escribir lo que, modestamente, creía que Lorca escribiría si viviera en nuestra época. Ha sido mi manera de serle fiel”.

Blasco se ha expresado con un lenguaje de hoy, claro para el público, sin buscar la mímesis con la dramaturgia lorquiana. Muchas escenas están trastocadas o son de nuevo cuño, alguna otra, las menos, se mantienen muy cercanas al original. Los personajes, más de 20, se han quedado en cinco, por lo que las partes más corales se han eliminado. Para encarnar a Yerma cuentan con un reclamo mediático potente: María León. Es una actriz con una ambivalencia pintiparada para la propuesta de Gamboa. “Bajo su aspecto moderno se esconde una mujer muy antigua, que tiene muy presente las tradiciones de sus antepasados”, apunta la innovadora regista, que, junto a Israel Galván, ha renovado las puestas en escena flamencas y que aquí funde periodos históricos, huyendo de literalidades cronológicas y jugando con la teoría de los agujeros de gusano. La acompañan Críspulo Cabezas (sí, el inolvidable protagonista de Barrio), Mari Paz Sayago, Lucía Espín y Diego Garrido. Sus movimientos sobre las tablas están ‘coreografiados’ por María Cabeza de Vaca y envueltos por la música de Rosario La Tremendita, que ha empleado para la letra de sus composiciones (a caballo entre el flamenco y la electrónica) algunos fragmentos del texto original que se han quedado fuera.

Tragedia pero con humor

Otra aportación de Blasco es el humor. “Al público de hoy le cuesta mucho digerir una tragedia pura desde el primer minuto hasta el último”, señala la autora, que se suma a la oleada de reescrituras lorquianas de los dos últimos años. Recordemos: Pablo Messiez con Bodas de Sangre, José Manuel Mora con La casa de Bernarda Alba, Pablo Remón con Doña Rosita la soltera y el osado proyecto de Conejero, que añadió dos actos a la inconclusa Comedia sin título. “Era algo que ya tocaba. Caía por su propio peso que se revisara”, apunta Gamboa. Ella es artífice de una de las versiones más llamativas de los últimos tiempos. Nos referimos a La casa de Bernarda Alba que hizo con gitanas del barrio sevillano de El Vacie, de la que se hizo eco hasta el Financial Times. “Laura [García Lorca] y sus familiares me dijeron que esa era la Bernarda que le gustaría ver a Lorca hoy”. Era el mejor cumplido que podía recibir.

“No busco provocar, yo siempre vi que el marido de Yerma tenía un conflicto con su identidad sexual”. Gamboa

Blasco, por su parte, ve luces y sombras en este fenómeno: “Es positivo comprobar que Lorca sigue hablando de nuestra época, pero también significa que los programadores son más proclives a darnos una oportunidad cuando ofrecemos un trabajo con el sello de algún clásico incontestable que cuando es uno propio”. Este último argumento lo refuerza la circunstancia de que Blasco, de nuevo junto a Gamboa, estrenará en el Español una versión de Mujercitas en abril, subtitulada En palabras de Jo.

En cualquier caso, la puesta al día lorquiana aporta un interesante contraste de las obsesiones del autor de Poeta en Nueva York con las de nuestros dramaturgos. Una confrontación que da lugar a veces a alteraciones en las tramas primegenias. Así sucederá en este montaje respaldado por CaixaBank que viajará luego a Valencia, Valladolid, Sevilla, Madrid… Gamboa y Blasco han pactado una omertá inquebrantable al respecto. La segunda, al menos, da una pista: “Es extraño que una mujer mate a su marido porque no le da un hijo. Más en un tiempo donde lo que vemos casi cada día en los informativos son asesinatos de mujeres a manos de sus parejas”. ¿Será entonces Juan el que mate a Yerma? “Ya lo veréis, ya lo veréis…”, contestan repeliendo la curiosidad periodística.

@albertoojeda77