Un momento de Ay, Carmela en los Teatros del Canal

El director Fernando Soto estrena en los Teatros del Canal su versión de la mítica obra de Sanchis Sinisterra, un canto a la supervivencia y a la dignidad del ser humano que ya es un clásico de nuestra dramaturgia contemporánea.

Tres décadas han pasado desde que el maestro Sanchis Sinisterra subió a las tablas Ay, Carmela la historia de Carmela y Paulino, dos artistas que van a parar a Belchite, ciudad recién tomada por el bando nacional durante la Guerra Civil, donde se verán obligados a hacer una función para los vencedores y los presos que serán ejecutados al día siguiente. Pero para Fernando Soto, que dirige a partir del día 27 en los Teatros del Canal una versión protagonizada por Cristina Medina y Santiago Molero, "es como si lo hubiera escrito ayer. Sinceramente me parece uno de los mejores textos de nuestra dramaturgia contemporánea", reconoce el director, que leyó el texto hace 28 años en la escuela de Arte Dramático "y me pareció brutal, una gran lección de vida".



El relato nos llega desde los ojos de Paulino, superviviente y con un alto concepto de la dignidad del artista y del hombre, que necesita aferrarse a la idea de que la aparición de Carmela, una muerta que vuelve a la vida, es real y que el espectáculo debe continuar sea como sea. "Creo que Paulino es realmente el muerto, un muerto en vida que, como él mismo dice: 'me tengo que quedar aquí y tragar toda esta mierda'", opina Soto. El director destaca que durante los ensayos, que visitó el propio Sinisterra, "ha estado latente y presente esa necesidad de Paulino y el por qué ella viene, el por qué se necesitan. Es maravilloso esta cosa demiúrgica que no sabemos de dónde viene que hace posible que un muerto en el teatro aparezca y diga: 'he venido porque me apetecía verte y ya está', y esa irrealidad sea real".



La dependencia vital de nuestros propios fantasmas es una de las claves que Soto quería explotar en esta versión, esa idea tan presente en el texto de que los muertos no deben caer en el olvido. "Ay, Carmela establece una reflexión muy importante, que los muertos sólo se morirán cuando los olvidemos, si no lo hacemos estarán siempre ahí".







¿Otra vez España?

A pesar del renombre y el peso del texto, a Soto le ha sorprendido encontrarse con gente de la profesión que le preguntaba por qué montar Ay, Carmela otra vez. "Me he dado cuenta de la verdad de aquello que ya decía Fernán Gómez, que en España hay un poco de desprecio por lo nuestro". El director opina que esta actitud responde a una confusión, que en el caso de Ay, Carmela la historia ha quedado empañada por el fondo político. "La gente está muy equivocada, no es un texto que hable sobre la Guerra Civil, sino que esta es solo un contexto. Carmela habla sobre la dignidad de dos artistas que no han tenido oportunidades, es un poco ese viaje a ninguna parte que hizo Fernán Gómez. Está de fondo la guerra, el bando nacional, la República… Eso es un entorno importante, pero la pieza no entra en ideologías".



Por ello Soto opina que este montaje es una oportunidad más para presumir de "la buena dramaturgia tenemos en este país. También la de ahora, que es herencia de herencia de herencia. Hay vida más allá de Shakespeare. No nos damos cuenta pero habría que cuidar mucho a nuestros dramaturgos".