Gómez-Pando como Hamlet. Foto: Luis Castilla.

Como Cervantes, Shakespeare sigue imparable protagonizando nuestra oferta teatral. Llega ahora al Fernán Gómez de Madrid (6 de abril), procedente del Teatro Clásico de Sevilla, con parada y fonda en el Festival de Almagro, este Hamlet de Alfonso Zurro que tendrá que ‘competir' durante algún tiempo con el de Miguel del Arco del CNTC. Son dos visiones del príncipe de Dinamarca muy distintas y a la vez complementarias. Zurro persigue claridad y limpieza expositiva, encerrando al protagonista en una cáscara de nuez donde dice que podría vivir. "Esa es la base conceptual del espacio escénico diseñado por Curt Allen Willmer. Colocamos a Hamlet frente a un mundo de espejos para que el espectador escudriñe en su propia conciencia a través de imágenes y palabras".



El reparto, encabezado por Pablo Gómez-Pando, se enfrenta a una versión que quiere ser atemporal. Las dudas de Hamlet, sus interrogantes, saltan del escenario hasta llegar al espectador desde su verdad desgarrada. "¿Somos reales o imágenes reflejadas caminando por una superficie inestable? -se pregunta el director-. Lo que dabería ser sólido es mudable. Las raíces son imposibles porque no hay materia alguna que las sustente".



Y por encima, según Zurro, la ambición del poder. El poder manipulador, corrupto, vengativo y asesino: "Todo ello es un motor que mueve a los personajes y los aboca a la confrontación y a la destrucción. Algo huele a podrido cuando alguien se lanza a conseguir el poder a toda costa". Así es como el Teatro Clásico de Sevilla crea su propio microcosmos para enseñar las cartas de los engranajes que mueven la humanidad, sus relaciones, sus conciencias, sus miedos y sus aspiraciones. "Ser o no ser, existir o no existir. Siempre la misma cantinela. Y la duda, la imposibilidad de tomar una decisión. El miedo a caer en el vacío de la nada o en el tumulto de la eternidad. Pero si uno no actúa, otros lo harán...", concluye Zurro.



La producción de este Hamlet está firmada por Noelia Díez y Juan Montilla (también como Claudio). Ambos presumen de haber colaborado en un montaje "novedoso, apasionante y definitivo". Díez considera que la riqueza de la obra se encuentra larvada en los múltiples sentidos que ofrece el texto: "Esas interpretaciones posibilitan los actos de comprensión. Hamlet llega al teatro presente, a los espectadores modernos. Permite entendernos a nosotros mismos. Es un espejo de la vida misma, una posibilidad para observar con asombro la tragedia del hombre moderno. Como espectadores, la pregunta es inaplazale: ¿qué sentido tiene nuestra vida si vamos a morir? No hay escapatoria a esa pregunta. Sin embargo hay posibilidades frente a la existencia. Se puede escapar a la dictadura de la razón. Hemos resistido demasiado, es la hora de huir y afrontarla desde la imaginación y el poder de la pasión. Eso es el teatro y nuestro objetivo".



Amparo Marín, Rebeca Torres, Antonio Campos, Manuel Monteagudo, José Luis Bustillo, Manuel Rodríguez y José Luis Verguizas completan el reparto de este Hamlet que ha conseguido seis candidaturas a los Premios Max, entre ellas las de Mejor Espectáculo y Mejor Dirección.



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