El flamenco absorbe todas las manifestaciones artísticas y las lleva a su terreno, y este ha sido el año del asentamiento definitivo de la danza contemporánea, la performance, la música electrónica y los nuevos espacios sonoros para formar parte natural de las características conceptuales y expresivas del flamenco, destacando en este sentido a Perrate con Raúl Cantizano, Rocío Márquez con Bronquio, La Tremendita con Pablo Martín Jones, Eva Yerbabuena con Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola o Rocío Molina con Niño de Elche.

Dada la calidad de sus programaciones y la diversidad de sus propuestas, una vez más los grandes ciclos en su conjunto –Flamenco Festival en EEUU y Reino Unido, Flamenco on Fire de Pamplona, Nimes, Bienal de Sevilla, Jerez, Suma Flamenca de Madrid, entre otros– han constituido un factor imprescindible para la difusión de un arte cada vez más valorado fuera de nuestro país y han servido de escaparate para estrenos de campanilla, como La leona, de Olga Pericet, Sheherazade, de María Pagés, Cantes del silencio, de David Lagos, Seises, de Israel Galván, La confluencia, de Estévez y Paños o Identidad, de Dorantes.

A todos nos conmovió el fallecimiento de Manolo Sanlúcar, que ha dejado una obra inmensa, además de haber creado un nuevo lenguaje para la guitarra flamenca en obras como Tauromagia o Locura de brisa y trino. También, en el capítulo de la guitarra, destacamos la gira de despedida de uno de los históricos, Víctor Monje Serranito. Triunfo asimismo del flamenco en el apartado de los reconocimientos: el Princesa de Asturias de las Artes para unas exultantes Carmen Linares y María Pagés.

1. La leona

Olga Pericet. Bienal de Flamenco de Sevilla

2. Scheherazade

María Pagés. Liceu, Festival de Mérida, Teatros del Canal

3. Carnación

Rocío Molina y Niño de Elche. Bienal de Venecia

4. Principio y origen

Rosario la Tremendita y Pablo Martín Jones. Disco y gira

5. Identidad

David Peña Dorantes. Disco y gira