Discos

David Bowie: diez discos, diez caras

12 enero, 2016 01:00

Del pop británico trovadoresco de sus inicios, con un pie en el cabaret de La ópera de los siete peniques de Kurt Weill, a la explosión del glam rock en Ziggy Stardust con sus numerosas consecuencias para la cultura contemporánea -de la música a la moda o el propio concepto de masculinidad-, pasando por su época berlinesa hasta llegar a su éxito como estrella de las pistas de baile, y unas dos últimas décadas marcadas por la experimentación y la búsqueda. El camaleónico David Bowie siempre cambió y siempre siguió siendo Bowie, con una serie de discos maravillosos como Space Oddity, The Man Who Sold the World, Hunky Dory o Let's Dance y Black Tie White Noise hasta el último, Blackstar, lanzado pocos días antes de su muerte, que han marcado el devenir de la civilización occidental y más allá de consideraciones de cualquier tipo, sigue siendo maravilloso escuchar.

Space Oddity (1969)

Tras lanzar una serie de sencillos que no tuvieron demasiado éxito en el estilo del pop trovadoresco británico (el mismo que acaba de rescatar Pete Doherty), David Bowie compuso su primer gran éxito y una de sus canciones más famosas, Space Oddity, en la que dramatiza el lanzamiento al espacio del Mayor Tom. Tiene una de las melodías más reconocibles de la historia de la música (ese "Can You Hear me Major Tom?") y la canción fue utilizada por la BBC para retransmitir el alunizaje del Apolo 11. La canción fue relanzada a mediados de los 70 cuando Bowie ya era un artista mucho más conocido, alcanzando los primeros puestos de las listas británica y estadounidense. Hay más temas en el disco que acabarían definiendo el estilo setentero de Bowie. El músico sigue por las sendas del pop inglés de los recién concluidos 60 avanzando ya la sofisticación del glam en temas como Cygnet Committee o experimentando en canciones como Memory of a Free Festival, donde se hacía eco del auge de lo lisérgico y lo hippie. Fue el primer disco producido por el hombre que lo acompañaría hasta Blackstar, Tony Visconti.

The Man Who Sold the World (1970)

Es un disco de sonidos más duros e incluso heavies donde se nota la influencia de Black Sabbath y Led Zeppelin. La canción que da título al disco, The Man Who Sold the World, es una de las más populares del artista gracias a esa línea de bajo tan icónica y esa letra sencilla tan repetitiva e hipnótica: "We must have died alone, a long long time ago...". Ataque al aislamiento de las elites, quizá Bowie no podía prever que su propio éxito le generaría un efecto similar al que describía en ese hombre que "vendió el mundo" y se sentía solo en la cima. Arrancan los 70 y el artista comenzó a colaborar con los Spiders from Mars, la banda de músicos que lo ayudaría a conquistar su sonido, y el rock toma nuevos caminos que Bowie definiría. En este disco aún se nota la influencia hippie a través del sitar y efectos alucinógenos, como en All the Madmen o sus primeros coqueteos con el blues y la música negra, que tanto admiraba, en canciones como Black Country Rock.

Hunky Dory (1971)

A Bowie se le daba muy bien reproducir ambientes cósmicos y una de sus más famosas baladas, Life On Mars?, compara la confusa Tierra con el planeta rojo. En esta canción critica la banalidad de la cultura de masas al definir su época como un freak show en el que el imperialismo británico ha sido sustituido por el imperialismo de Mickey Mouse. Es un disco más pop que el anterior, una transición al Bowie del glam (en esta portada seguimos sin poder distinguir si es un chico o una chica). En la célebre Changes, el artista describe el convulso paso de década y sus propios cambios personales. Dice que el tiempo lo ha cambiado, pero él no puede cambiar al tiempo. Lo haría si pudiera.

The Rise and Fall of Ziggy Stardust (1972)

Fue Starman la canción que convirtió definitivamente a Bowie en una superestrella con esa bella melodía trufada de ironía que daría forma definitiva a su estilo y lo convirtió en el gran artista de los ambientes espaciales de ciencia ficción. En una realidad un tanto gris, de repente aparece por la radio un hombre venido de otra galaxia para anunciarnos una nueva era en la que "los niños bailarán", pero el hombre de las estrellas tiene miedo de que las cabezas de los humanos "exploten". Surge el personaje de Ziggy Stardust, el molde sobre el que se construiría el glam, un extraterrestre bisexual y andrógino que llega al mundo para cambiarlo y observa con distante ironía y dosis de acidez una contemporaneidad monolítica.

Diamond Dogs (1974)

En pleno auge del glam rock, con un Bowie perpetuamente disfrazado con ese look estrambótico de mallas y trajes de niña victoriana imposibles que transformó el mundo de la música pero también el de la moda o la propia masculinidad, el artista entrega un disco de rock provocador y contundente con ecos del punk y guiños a los Rolling Stones. Contiene canciones tan icónicas como Rebel, Rebel, que se convirtió un himno de la nueva juventud en pie de guerra que subvertía los roles sexuales de sus padres en plena era post Mayo del 68. Lo mismo ocurre con la subversiva 1999 o Sweet Things, en la que canta "chicos, chicos, son una cosa dulce", haciendo gala de ese dramatismo que se le daba tan bien y donde su voz parece alcanzar nuevas cotas de lirismo. Brilla el Bowie más crítico con la sociedad de masas y de consumo en canciones visionarias como 1984, un ataque a la televisión, o Big Brother, en la que critica la construcción de mitos falsos.

Low (1977)

David Bowie se instala en el Berlín punk de Nina Hagen por el que también corría Lou Reed para dejarse influir por la electrónica alemana de bandas como Kraftwerk o Neu! y dejar de lado el glam para explorar nuevos sonidos que prefigurarían la música de los años 80. Primera parte de su "trilogía de Berlín" (le siguen Heroes y Lodger) y producido por Tony Visconti, fue también la primera de sus colaboraciones con Brian Eno y un disco con el que Bowie parecía renunciar a su condición de superestrella del pop rutilante para convertirse en un músico de vanguardia. El disco surgió de su voluntad de dejar su adicción a la cocaína y él mismo ha dicho que fue el más doloroso de su trayectoria. Del krautrock de Always Crashing in the Same Car a la experimentación pura de Art Decade (la mitad del álbum es más instrumental), Low fue el inicio de un artista más abierto y explorador.

Scary Monsters (1980)

Después de la trilogía de Berlín, aclamada por la crítica pero discreta en ventas, Bowie le dijo a Tony Visconti que quería un disco más comercial y Scary Monsters, que lo devolvió al número uno, es un álbum en el que vuelve a brillar la capacidad del músico para construir melodías inolvidables y pegadizas como Ashes to Ashes, donde rescata al mayor Tom. Comienzan los ochenta, esa época del sintetizador en la que la música de baile salía de las discotecas para colarse en las casas, y Bowie se lanza como nuevo abanderado de un tiempo marcado por el optimismo y la eclosión mundial del pop. Las nuevas constantes de los 80 aparecen en sus canciones como el auge de la moda en Fashion y de la cultura adolescente en Teenage Wildlife.

Let's Dance (1983)

Let's dance fue el último gran éxito del Bowie previo a sus numerosas reinvenciones como artista adulto y vanguardista. Producido por Nile Rodgers de Chic con esas trompetas tan características del cool jazz de la época dominada por grupos como Talking Heads o los Genesis de Peter Gabriel, Let's Dance se convirtió en un gran éxito gracias a canciones como la que da título al disco o Modern Love y China Girl, que marcan una época dominada por el auge de los yuppies y la estética de porno soft a lo Nueve semanas y media.

Black Tie White Noise (1993)

Después de su experiencia frustrada con Tin Machine, donde Bowie se pasó al rock duro sin alcanzar demasiado éxito, Black Tie White Noise es un regreso a los grooves del jazz y el dance, que sí se lo habían dado, y un nuevo homenaje a la música negra que le sirvió de inspiración toda la vida. El artista no logró convertirse en número uno ni alcanzar el papel central en la cultura que tuvo en su mejor época, pero es una excelente muestra de lo que dio de sí el Bowie maduro con un disco sofisticado y juguetón en el que el artista se sentía feliz por su reciente matrimonio con la modelo Iman, con la que estaría hasta el final de sus días (el álbum se abre con la canción The Wedding). Es un disco con una sofisticada electrónica como la fastuosa Pallas Athena y aproximaciones al soul como la canción que da título al disco.

Blackstar (2016)

La muerte del mito y la revelación de su enfermedad le han dado un sentido completamente nuevo a este disco que Bowie ya sabía que sería el de su despedida. Sin nosotros saberlo, Bowie nos comunicaba su próxima muerte en la sensacional Lazarus, en cuyo vídeo aparece como un hombre enfermo encadenado a una cama y donde rescata el mito de Lázaro, el resucitado por Cristo. Es también una declaración de principios, en la sublime Blackstar nos dice que "no soy una estrella de cine, soy una estrella oscura". Producido por Tony Visconti, con el que vivió sus mejores años, hay una influencia clara del jazz más sofisticado y moderno que surge de los beats de Flying Lotus o la vanguardia alcanzada por Kendrick Lamar en su último disco sin olvidar esa facilidad para la melodía (cierra la preciosa I Can't Give Everything Away) o el rock a la Bowie en 'Tis a Pity She Was a Whore.

@juansarda