A finales de los años 70, algo se estaba fraguando en la ciudad universitaria de Athens (Georgia), donde empezó a emerger un sustrato de jóvenes con inquietudes artísticas que no tardarían en formar grupos de rock. De este entorno surgieron The B-52’s o Pylon, y poco después una de las bandas que alcanzaría el cénit del rock: R.E.M.
La banda formada por Michael Stipe (voz), Peter Buck (guitarra), Mike Mills (bajo) y Bill Berry (batería) tomaría las riendas de los precursores llegando mucho más lejos que ellos gracias a una discografía extensa y comprometida, pero sobre todo por firmar algunas de las mejores canciones pop de finales del siglo XX como Losing my religión, Man on the moon, Shiny Happy People, Everybody Hurts, Stand e It’s the End of the World As We Know It (And I Feel Fine).
El libro Este grupo se llama REM (Ediciones Contra) escrito por Peter Ames Carlin, quien ya había demostrado su buen hacer en el terreno biográfico con sus repasos a las carreras de McCartney, Springsteen o Brian Wilson, consigue captar de manera exhaustiva, a través de sus casi 500 páginas, el alcance y el significado de la larga transición de finales de siglo que hubo entre el punk y el florecimiento del "indie" a través de la vida y los discos de R.E.M.
A contracorriente
También revela el profundo espíritu a contracorriente de una banda que sufrió continuas contradicciones producidas por la fama, mientras rastrea cuidadosamente su sobresaliente trayectoria, desde las fiestas en la ciudad universitaria de Athens a principios de los 80 hasta la ubicuidad global y su lenta combustión hacia la disolución en 2011.
Y es que ya desde el principio, a R.E.M. se los conocía por lo que no querían hacer más que por lo querían hacer. En otoño de 1983 el grupo cumplía tres años en activo. Su primer LP, Murmur, que ya contenía las principales señas de identidad en canciones como Radio Free Europe y Talk About The Passion, llevaba tan solo unos meses a la venta, mientras pasaban la mayor parte del tiempo en la carretera viajando de un club de rock a otro.
De tal manera que cuando el programa de la NBC Late Night With David Letterman les preguntó si querían aparecer en el show nocturno más moderno de la televisión y vía principal para llegar a millones de jóvenes televidentes amantes de la música, para el cuarteto de postpunk de una pequeña ciudad del noreste de Georgia evidentemente suponía una oportunidad enorme. Eso si, lo que nadie se esperaba es que su líder Michael Stipe decidiese que no iba a responder ninguna pregunta del famoso presentador David Letterman.
Su extraordinaria timidez, impropia de un frontman como el que se convertiría más tarde, se lo impedía. Y además estaba convencido de que no tenía mucho más que decir aparte de lo que ya había escrito en sus letras. Así que nada más terminar la primera canción que tocaron en el programa, Michael se esfumó del escenario y se tuvo que encargar el guitarrista Peter Buck de responder a las cuestiones de Letterman.
Al convertirse en artistas de una discográfica a tiempo completo, el grupo tuvo que enfrentarse a una nueva serie de expectativas con las que no estaban dispuestos a transigir. No iban a escribir canciones con estructuras tradicionales o letras fáciles que se pudiesen interpretar de manera literal. Además, tampoco mostrarían interés en incluir las letras de las canciones en sus álbumes.
Cuando empezaron a hacer vídeos promocionales, Michael Stipe también se negó a hacer playback ante la cámara, aunque fuese la práctica habitual en casi todos los vídeos exitosos de aquella época. El ex estudiante de arte convertido en cantante comenzó a supervisar los vídeos musicales del grupo, pero en vez de hacer clones parecidos a los que emitía la MTV optó por crear películas artísticas de vanguardia, a menudo tan abstractas que parecían carecer de forma, lo que garantizaba que prácticamente no se emitiesen en ningún lado. No es no.
El periodo dorado
Pero si con sus posteriores álbumes Document (1987) y Green (1998) ya comenzaron a ganar mas adeptos y escalar puestos en las listas de ventas, no es hasta la de llegada de su seminal Out Of Time (1991) -que vendió más de 10 millones de copias- cuando R.E.M se convierte en el fenómeno musical del momento.
Principalmente por su imbatible single Losing My Religion, cuyo vídeo fue muy criticado por la iglesia católica, pero también por joyas como Shiny Happy People y Radio Song, conformando su disco pop más redondo, luminoso y accesible gracias a las inolvidables melodías de Michael Stipe. Mientras, conseguían quedar por delante de grupos como U2 o Nirvana en las listas de ventas.
Con su disco más exitoso, la banda inauguraba una década en la que se produciría la mayor revolución de la música independiente. De paso, influyeron vocal y compositivamente a algunos de los cantantes mas importantes que dominarían la escena musical en los años siguientes como Eddie Vedder y Thom Yorke.
Miembros de la banda REM. Foto cedida por la editorial Contra
Para una banda nunca es fácil sobreponerse a un superventas tan importante. Un año más tarde, en 1992, R.E.M. lanza un disco más oscuro y con letras poco reconfortantes, Automatic for the people, considerado por muchos como el mejor trabajo del grupo. Contenía también excelentes canciones como Everybody Hurts, Man on the Moon, The Sidewinder Sleeps Tonite y Find The River.
Cuando en 1994 la banda edita Monster, un disco mucho más guitarrero y estridente que buscaba encajar (aunque sin conseguirlo del todo) dentro de la dinámica ruidosa y virulenta de las numerosas bandas alternativas que reinaban en aquella década, su éxito coincide con las muertes de dos grandes amigos de Michael Stipe, el líder de Nirvana, Kurt Cobain, para quién estaba escrito el tema Let Me In que al final terminó interpretando R.E.M., así como el actor River Phoenix, a quien está dedicado el disco.
Tras su publicación vino una larga gira de 130 conciertos por los cinco continentes. En España dieron 3 conciertos, que abrieron la gira europea en febrero de 1995 en San Sebastian, Madrid y Barcelona. Pero la gira no estuvo exenta de problemas de salud para sus miembros, ya que Mike Mills sufrió un ataque de apendicitis por el que se tuvieron que cancelar, entre otros, los conciertos de Madrid y Zaragoza de Julio.
No obstante, por lo que será recordado este tour es por el aneurisma cerebral que sufrió el batería Bill Berry durante el concierto que estaba dando el grupo en Laussanne (Suiza), que a punto estuvo de acabar con su vida.
Berry abandona el grupo dos años después y con él se pierde parte del espíritu de la banda. Su marcha, sin duda, afecta a la música de R.E.M., que comienza a entrar en una etapa delicada y menos sorprendente con discos como Up, Reveal y Around The Sun. Pese a mantener la calidad inherente de la banda, carecen de canciones memorables como las que habían firmado en la década anterior.
This is The End
Durante la primera mitad de 2010 R.E.M seguía trabajando en el nuevo álbum, teniendo claro que este sería su último trabajo: era el quinto de los cinco álbumes que debían a la discográfica Warner.
Cuando Collapse Into Now (que contaba con colaboraciones de Patti Smith y Eddie Vedder) se publicó el 7 de marzo de 2011, su decimoquinto álbum podría haber llamado mucho más la atención si sus miembros lo hubiesen anunciado como la despedida definitiva de REM. Pero no lo hicieron, claro. De hecho, esperaron seis meses -con su hermetismo habitual- para dejar un comunicado oficial que finiquitaba una trayectoria impecable y que a la vez también revelaba una separación amistosa en lo que parecía ser el momento más adecuado.
Miembros de la banda REM en uno de sus últimos conciertos. Foto cedida por la editorial Contra
Como cuarteto, la última vez que se pudo ver a R.E.M. sobre los escenarios fue en 2007 durante la ceremonia de inducción del Rock and Roll Hall of Fame. Hacía casi 20 años que Michael Stipe, Peter Buck, Mike Mills y Bill Berry no actuaban juntos, de tal manera que la banda volvió a los escenarios de manera excepcional.
En una noche llena de sorpresas, la banda de rock alternativo ofreció la que probablemente sea su última aparición. La reunión, que tuvo lugar en el Marriot Marquis Hotel de Nueva York, sirvió para que el público y los millones de espectadores que han podido ver los vídeos después, pudieran disfrutar de la que podría ser la última vez que tocaran juntos Losing my religion.