Ha sido pródigo este año todavía pandémico en acontecimientos musicales. Como es habitual hemos recibido la visita de maestros directores de primera, aunque, la verdad, los clásicos, los eméritos, van desapareciendo poco a poco, el último Bernard Haitink. De los ya veteranos que siguen en la brecha hemos de citar al impertérrito Daniel Barenboim, que bebe en los hontanares de la mejor tradición directorial germana (Strauss, Abendroth, Furtwängler, Celibidache…). Con su Staatskapelle de Berlín bien engrasada ofreció para Ibermúsica dos conciertos de alto interés.



El capítulo de decesos es tristemente amplio en esta ocasión. Entre los que se nos fueron dos compositores nonagenarios que fueron portadores de las estéticas más actuales y que nos acercaron a Europa: García Abril, Cristóbal Halffter y Luis de Pablo (esté último estará presente en el Real con su última ópera, El abrecartas). A su lado apuntamos el tránsito de personas relevantes en otros campos: el tenor Francisco Ortiz (voz importante no del todo reconocida en este país), Ramón Regidor, profesor de canto y tratadista, Rafael Banús, crítico, traductor, radiofonista… En el ámbito canoro, allende las fronteras, consignamos la muerte de dos grandes sopranos. la polaca Teresa Zylis Gara y la eslovaca Edita Gruberova. Y del tenor Giuseppe Giacomini.



Del baúl de los recuerdos salieron figuras históricas de la talla de los integrantes de la saga de los García, justamente celebrados por distintas instituciones (Real, Fundación March, LittleOpera de Zamora, Maestranza. Palau de les Arts…), con el pianista Curro Soriano como uno de los principales oficiantes. Y se celebraron los aniversarios de grandes tenores como Caruso (100 años de la muerte), Di Stefano y Corelli (100 años del nacimiento). Por supuesto hubo también celebración de los 100 años del nacimiento del compositor argentino Astor Piazzolla con conciertos y actividades diversas.



El Teatro Real, galardonado con el International Opera Award, abrió la puerta a la discutible pero fantasiosa producción de Loy de Rusalka y la curiosa de Alden de Partenope. Aplausos para su política de estrenos en salas alternativas (Marie de Germán Alonso y sobre todo Tránsito, un gran acierto de Jesús Torres), pero no para su habitual preterición de algunas joyas de nuestro patrimonio lírico; aunque esta temporada al menos programó, en versión de concierto, Don Fernando, el Emplazado de Valentín Zubiaurre.



En el Teatro de la Zarzuela de Madrid se están recuperando partituras olvidadas de ese patrimonio que pregonamos: Marianela de Pahissa, Circe de Chapí, Tabaré de Bretón… Y se anuncia el estreno mundial de La Celestina de Pedrell. Novedades que se unen a las organizadas por la Universidad Autónoma de Madrid en beneficio del sorprendente espectáculo On Air, dirigido y protagonizado por la soprano Laia Falcón; o la atrevida propuesta Se vende de la Fundación El Instante, en la que estrenó Fernández Guerra su monólogo Un tiempo enorme.



La Orquesta Nacional y la de la Radio Televisión mantienen en alto sus espadas y, guiados por el diligente y aguerrido David Afkham y (ya por poco tiempo) el imaginativo y fantasioso Pablo González, nos ofrecieron de cuando en cuando manjares de interés. En la Orquesta de la Comunidad, que reduce su presupuesto cada año, ha desembarcado con buen pie la polaca Marzena Diakun. En lo tocante a festivales, una mención especial al de Granada, que programó el estreno en España del Project Crumb-Lorca a cargo del Taller Atlántico que dirige Diego García Rodríguez.



Por último, una llamada de atención al cincuentenario del Coro Nacional. Y, en otro orden de cosas, a la aparición de algunos libros capitales como el ya histórico de Julian Budden sobre Puccini o el de Alex Ross en torno a Wagner. Por su parte Juan Villalba acaba de publicar una extensa biografía de la soprano Elvira de Hidalgo.