Image: La danza retoma el paso hacia el público

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Danza

La danza retoma el paso hacia el público

20 octubre, 2017 02:00

Un momento de Out of Context/For Pina, de Alain Platel. Foto: Chris Van der Burght

Los últimos años la danza ha sufrido una sangría. Disolución de compañías, disminución de espectáculos, alejamiento del público... La tendencia está siendo revertida por teatros (Canal, Español, Matadero...), salas alternativas y festivales, que han devuelto el protagonismo a una disciplina cada vez más híbrida. ¿Estamos ante un verdadero resurgir?

Exposiciones, proyectos de investigación, espacios alternativos o festivales que integran movimiento en sus distintas formas. Este crecimiento todavía revierte muy tímidamente en el sector, pero montajes de todos los formatos se ponen en marcha ante un público expectante que llena las salas. La muestra La danza de la Edad de Plata aflora en la Residencia de Estudiantes acompañada por una cuidada publicación, y acaba de presentarse el libro Coreografiar exposiciones, de Mathieu Copeland, que recoge las preguntas surgidas en la exposición que ha comisariado en el CA2M.

"Estamos en un evidente periodo de creatividad", declara a El Cultural Natalia Álvarez Simó, responsable artística de los Teatros del Canal y directora del Centro de Danza Canal. "La danza ha sido muy demandada por el público, pero también había una queja constante por parte del sector". Con los años, el Canal se ha convertido en lugar de referencia para esta disciplina. "Poco a poco se ha ganado a pulso ser el heredero del Teatro Albéniz; tiene unos espacios privilegiados: tres salas... ¡y nueve estudios de danza en el mismo edificio! El hecho de que me llamaran a mí, exclusivamente para programar danza, ya es toda una declaración de intenciones".

Hacia el mestizaje de géneros

La hibridación artística actual dificulta sin duda la clasificación de espectáculos y los conceptos danza o coreografía engloban montajes complejos en los que el movimiento juega un papel importante. "Nuestra convocatoria de residencias de creación va dirigida a danza y artes del movimiento porque es muy complicado poner etiquetas en las propuestas actuales", añade Simó. La responsable del CDC defiende la necesidad de ocupar espacios urbanos: "Es una muy buena forma de crear público porque te saltas la cuarta pared. Es como decirle a la gente: todos tenemos un cuerpo y todos podemos bailar". Considera importante haber creado "una comunidad en la que los artistas se sienten arropados, las familias pueden acercarse y los investigadores saben que pueden participar". Daniel Abreu ocupará su Sala Negra hasta este domingo con La desnudez, dando paso en la Sala Roja a Del infierno al paraíso, una revisión de la Divina Comedia de Dante con la fascinante acrobacia aérea de la NoGravity Dance Company que pondrá de manifiesto, entre los días 25 y 28, la ausencia de fronteras en el lenguaje del cuerpo que manejan los coreógrafos en la actualidad. Más adelante, los días 14 y 15 de noviembre, Alain Platel y Les Ballets C de la B rendirán homenaje a Pina Bausch con Out of Context/For Pina, una obra que parte del movimiento inconsciente y los gestos primarios del ser humano para desarrollarlos con gran complejidad teatral.

Espacios como El Montacargas y Tribueñe en Madrid, o La FuNdiciOn en Bilbao también se han decantado por la creación coreográfica de forma valiente y ofrecen ya con frecuencia obras de formato más reducido con carácter experimental de artistas emergentes. El Festival de Teatro y Danza contemporánea de Bilbao (BAD) presenta, desde el día 20 y en jornadas sucesivas, The Endgame por Lökke/Olatz de Andrés, Funtzak de Nuria Pérez o Feedback por Ana Capilla. Pero antes de que los bailarines puedan alcanzar la escena, otros centros se preocupan de que los artistas tengan las condiciones necesarias para arrancar su proceso de creación. "En Naves-Matadero tratamos de apoyar a artistas y proyectos que no tienen espacios para ellos", explica Mateo Feijóo, director de este proyecto madrileño. "Damos cobertura a artistas locales en el proceso de investigación, montaje y producción que desarrollan durante el tiempo que les acogemos, porque no hay presupuesto que nos permita abordar los gastos de viajes o dietas, pero sí tratamos de generar proyectos vinculados con otros centros incluso fuera del territorio nacional; es importantísimo darles visibilidad". Para Feijóo, los proyectos deben conllevar "cierto riesgo y un proceso de investigación". En residencia figuran Mónica Valenciano, que prepara Imprenta Acústica en (14 borrones de una) Aparición, el tándem Muriel Romero y Pablo Palacio, que combina danza, electroacústica, tecnología interactiva y ciencias cognitivas, y las coreógrafas Paz Rojo y Cai Tomos.

Según Feijóo, "vivimos en un momento de convulsión, en el que los límites de todo se diluyen, donde hay un gran individualismo y desgana, no tenemos líderes políticos interesantes, no hay propuestas que vayan más allá de la cultura de mercado... y el artista tiene mucho que decir. Esta vinculación interdisciplinar se lleva haciendo en la video-creación y las artes plásticas desde hace muchos años, pero las artes escénicas, sobre todo en el ámbito nacional, se han mantenido más al margen; cada vez hay más artistas y más proyectos que participan de esa hibridación. El trabajo del bailarín es cada vez más permeable y puede estar presente en propuestas muy distintas. Hay una mirada desde diferentes disciplinas al cuerpo y su presencia dentro del proyecto creativo y la escena".

Uno de nuestros creadores más heterodoxos, Marcos Morau (Premio Nacional de Danza, 2013), acaba de presentar una adaptación de su obra Vorònia en La Pedrera, dialogando con la obra de Joan Ponç. "Quiero pensar que estas cosas suceden porque la danza intenta filtrarse en otros soportes. Espero que el hecho de programar danza en espacios poco habituales sea una demanda del público y no una tendencia, una moda", explica. "Estoy abierto a que sigamos buscando danza en lugares en los que antes no la había". Desea creer "que el público tiene cada vez menos miedo ante el arte contemporáneo y sabe sentarse a ver danza". Admite sin dudarlo que no le gustan las categorías estereotipadas, pero sí necesita "que el que aborda un proyecto sepa qué es lo que está haciendo".

Para Morau, "bajo el paraguas de movimiento cabe la danza, pero sin calidad no cabe nada; no podemos asustar al espectador y a veces hemos utilizado el escenario como campo de experimentación en vez de como campo de presentación". Este mes lleva su trabajo a Cardiff y a Seúl antes de presentar su nueva obra en Pekín, y explica que en España "vamos con retraso, como siempre, porque aunque hemos corrido mucho, no podemos olvidar que hace veinte años íbamos los últimos. Pero soy optimista y en los últimos doce años que llevo en esta profesión he visto cierta evolución. La solución está en la educación para saber colocarse delante del arte y entender cuál es su valor en la vida".

Más cauta se muestra la coreógrafa Sol Picó (Premio Nacional de Danza, 2016), quien, tras su paso por el Conde Duque de Madrid y el Jovellanos de Gijón, actuará en el Mercat de les flors tras la bailaora Olga Pericet, quien ofrece Pisadas. Fin y principio de una mujer este fin de semana. Con We Women, que se verá del 26 al 29 de octubre, Picó se enfrenta a la condición de la mujer y deja paso a su siguiente obra: Dancing with frogs, recién estrenada en Temporada Alta y que se verá en el Mercat del 1 al 5 de noviembre. Fraguada durante un año y centrada en la masculinidad, la coreógrafa compartirá escenario con siete hombres. "Tengo una necesidad, e incluso cierta obligación, de no ofrecer siempre solos, y para preparar a un grupo de bailarines profesionales y presentar un espectáculo de calidad no puedes trabajar en condiciones precarias. Se necesitan horas de ensayos pagadas dignamente, y por eso en ocasiones la danza se está ‘amateurizando'. Salimos adelante gracias a un equipo lleno de pasión pero no todos los programadores arriesgan, incluso sabiendo que llenamos todos los días".

Austeridad frente al ornato

Últimamente, Picó ha prescindido de escenografías complejas por los recortes: "Me encanta ‘vestir' las coreografías, pero he optado por viajar con lo justo. No me quejo, el proceso de creación ha sido precioso; los bailarines han contribuido mucho, participando con su punto de vista y sus improvisaciones". Respecto al futuro, la coreógrafa quiere pensar "que hay una intención de ayudar a recuperar la danza; sin embrago, tras veintitrés años como compañía independiente, veo que hay una estrategia de programar dirigida a los jóvenes pero no hay un proyecto para mantener las compañías ya establecidas".

@ElnaMatamoros

Danza en el museo

Cada vez es más común encontrar actuaciones de danza en museos como el Prado, el Reina Sofía y el Thyssen. La Compañía Nacional de Danza, por ejemplo, ha celebrado el 25 aniversario de este último bailando en algunas de sus salas, entre sus cuadros. El bailaor Fernando Romero, que prepara Silencio & Ruido con la compañía de Manuela Nogales para el Teatro Central de Sevilla, acaba de adaptar su coreografía sobre Pierrot Lunaire de Schönberg para el Centro Pompidou de Málaga. Esta integración en salas de arte, explica, "es más notable en la danza clásica o contemporánea por sus nexos con lo que se expone. El flamenco ha llegado más tarde y lo que se presenta en museos suele enfocarse hacia la experimentación. Hay una deuda aún no reconocida por los flamencos hacia la danza contemporánea". También, dice, "la danza tuvo estos años atrás un retroceso en sus espacios naturales y se ha tenido que adaptar a otros lugares para sobrevivir; el bailarín se ha mezclado y ha transformado esos entornos" que, por otra parte, conllevan dificultades: "Tienes que valorar los recursos que hay para adaptarlos; la responsabilidad económica recae en la compañía a pesar de que el caché suele ser más reducido que en un teatro". Aun así, aplaude la iniciativa: "Cada vez hay más conciencia de la conexión de la danza con las demás artes; es muy buena señal".