Andrés Marín en un impactante momento de su Carta blanca. Foto: Antonio Acedo

El bailaor presenta Carta blanca, un espectáculo en el que su cuerpo experimenta sucesivas metamorfosis. El festival francés también convoca a Miguel Poveda, David Lagos, Rafaela Carrasco, Cañizares, Daniel Casares...

"Carta blanca, en principio, fue un encargo que me hizo el Museo Picasso de París. Posteriormente ha ido transformándose y adquiriendo diferentes texturas hasta alcanzar otra magnitud. En cualquier caso, se trata de un ámbito sin fronteras que me permite circular libremente por mi universo, por mi imaginario, sin ningún tipo de ataduras. Es un espacio dinámico, siempre en actividad", explica a El Cultural el bailaor sevillano Andrés Marín, un artista habitual en el Festival de Nimes, el más notable acontecimiento flamenco fuera de nuestro país, que este año cumple su vigésimo sexta edición y que se celebra del 15 al 23 de enero. La programación, como ocurre desde sus comienzos, es atípica, sorpresiva, al margen de lugares comunes y, por supuesto, no supeditada a la novedad del momento ni a las estrategias de la moda. Como dice Patrick Bellito, adjunto a la dirección del Teatro de Nimes para temas flamencos y consejero artístico de flamenco en el festival, éste "se diseña estimulado por la pasión, el amor y la empatía con los artistas, que, contando con todos los medios y facilidades para desarrollar su capacidad creativa, se sienten en Nimes como en su propia casa".



El Ballet Flamenco de Andalucía, dirigido por la bailaora y coreógrafa Rafaela Carrasco, abre el ciclo con el espectáculo En la memoria del cante: 1922, inspirado en el famoso concurso que tuvo lugar en Granada, impulsado por Manuel de Falla y Federico García Lorca, con la presencia de figuras tan emblemáticas como don Antonio Chacón, Manuel Torre y La Niña de los Peines; proseguirá un concierto de la joven Gema Caballero, para dar paso a la propuesta Bach Flamenco, de la bailaora Verónica Vallecillo y el violonchelista Raphaël Perraud, y continuar con Dinastía de la casa de los Sordera donde intervienen los hijos y un nieto del gran Manuel Soto Sordera, insigne maestro de los cantes de Jerez, para, después del concierto de Miguel de Tena, llegar a Carta blanca, "una historia sin argumento en la que por medio de mis aportaciones coreográficas y escénicas y de mis sugerencias rítmicas y visuales, cada espectador tiene la opción de llevar a cabo su propia lectura. No impongo nada, ya que el ser humano es imaginativo por naturaleza. Siempre dejo zonas abiertas porque el flamenco es un arte vivo, no una pieza estática, de museo. Cuando todo queda tan pulido, tan pulcro, pierde esa espontaneidad orgánica que lo diferencia de otro tipo de daza", opina Andrés Marín de su última obra.



Cargas de pasado

La fiesta del mejor flamenco sigue con el imprescindible espectáculo Made in Jerez, un cuadro de primer nivel integrado por el cante de David Lagos, Melchora Ortega y Londro, el baile de Mercedes Ruiz y Diego de la Mergara y las guitarras de Alfredo Lagos y Santiago Lara. Juan Manuel Cañizares presenta su prodigioso concierto dedicado a Falla y la bailaora Patricia Guerrero Touché, para finalizar con actuaciones del guitarrista Pepe Fernández, el cantaor y guitarrista José Ángel Carmona y llegar a la clausura con Miguel Poveda y su Recital flamenco, en el que incorpora en su grupo al magnífico guitarrista malagueño Daniel Casares.



Para Andrés Marín, el Festival de Nimes se ha mostrado invariablemente receptivo ante trabajos arriesgados y elaborados con criterios distintos. "Estoy en el flamenco para buscar otra dimensión en la expresión artística a través de la danza, pero en todo momento con una poderosa base clásica. Innovar no es más que tener tu propia personlidad y venir cargado de pasado".