Image: Gregory Porter, una protesta sutil

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Gregory Porter, una protesta sutil

17 mayo, 2018 02:00

Gregory Porter, este miércoles en su concierto en Pamplona. Foto: Baluarte / Iñaki Zaldua

El cantante y compositor estadounidense se ganó a la sala grande del Auditorio Baluarte de Pamplona este miércoles 16 de mayo en su presentación del disco Nat King Cole & Me (Blue Note, 2017). Su gira española de 2018 le llevará en julio por el Teatro Real de Madrid, el festival La Mar de Músicas de Cartagena y el Jazzaldia donostiarra.

Gregory Porter confiesa que "cantar en España es un sueño hecho realidad". Alaba además la expresividad del público y "la viveza de la cultura: la arquitectura, la música, el vestir...". Para este 16 de mayo el ya imprescindible vocalista de jazz ha venido acompañado de su banda y ataviado con su inconfundible gorra con pasamontañas. Baluarte está casi lleno y se oyen los primeros vítores sin que los músicos hayan tocado una nota. El artista comienza a repasar temas de sus discos previos reinterpretándose a sí mismo, como todo buen jazzista debe hacer en directo. "Creo que las fronteras entre estilos son algo artificial, aunque me considero un vocalista de jazz", comenta a El Cultural antes del concierto, recordando que entre sus referencias están el blues, el gospel o el soul.

El setlist incluye canciones originales del artista, así como varios temas de Nat King Cole. Porter entona el mítico Nature Boy de Cole, fusionándolo con el groove de su tema Musical Genocide en uno de los momentos más intensos del concierto. También interpreta Smile y Mona Lisa, acompañado solo por el pianista Chip Crawford. Smile es uno de esos temas que suenan elegantes y sencillos pero esconden mucho más. "Esta música es de la época del movimiento por los derechos civiles, es socialmente comprometida: no fue un tiempo dulce para los afroamericanos y otras minorías", explica Porter. "Pienso en mi música y en la de Nat como una protesta sutil, creo que el activismo es una parte importante de toda manifestación artística. El jazz, en sentido puro, siempre ha sido una expresión política", añade.

Porter nació años después de la muerte de Nat King Cole, aunque lo llama Nat, como si fuese un viejo amigo. "Su música me reconfortó en la infancia", dice apuntando al vacío de una figura paterna. "No creo que nadie tenga que ser el abanderado de Nat, porque su música habla por sí misma. Para mí este disco con la London Studio Orchestra es un homenaje a un gran artista que me ha influido y me ha hecho sentir, sentir de verdad". Deja abierta la posibilidad de trabajar sobre la figura del crooner de nuevo más adelante: "En Nat King Cole & Me incluyo algunas de mis favoritas, pero tengo otra lista de canciones suyas", ríe.

Aunque el de California se declara un amante del sonido de las cuerdas, prefiere la libertad de cantar en grupos más pequeños, no en vano es un jazzman. "Puede que en el futuro me veáis trabajando a capela o acompañado por un solo instrumento", avanza. El barítono quiere explorar sus raíces musicales, aunque hay algo que sabe desde hace tiempo: "No quiero malgastar el aliento, quiero generar un impacto positivo con mi música".

La hora y media de concierto se pasa demasiado rápido. Los problemas técnicos con el saxo no dejan que el ambiente se empañe y Porter conecta a la perfección con su audiencia. Los cinco instrumentistas y el cantante se marcan una sinfonía de los adioses para terminar y regresan a escena con una sorpresa anunciada: Quizás, Quizás, Quizás, el mítico bolero de Osvaldo Farrés incluido en Nat King Cole & Me. El público corea el estribillo y aplaude a rabiar, aunque no lo suficiente para ganarse otro tema. El titán del jazz vocal deja a Pamplona con ganas de más.