Dani Nel·lo. Foto: Mery Cuesta

El músico, líder de Los Mambo Jambo y ex miembro de Los Rebeldes, presenta en Madrid y otras ciudades un disco homenaje a los intérpretes que revolucionaron el sonido del saxo tenor desde finales de los años 40 en los ámbitos del rhythm and blues y el rock and roll. Un recorrido por honkers como Arnett Cobb, Noble Watts, Lynn Hope o King Curtis.

Con la crisis que siguió a la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos llegó el declive de las big bands que habían colonizado todo el país a ritmo de swing y sus mejores solistas se buscaron la vida creando formaciones más pequeñas, combos de músicos que se separaron en dos caminos: unos se dirigieron hacia el territorio intelectual y complejo del bebop y otros hacia derroteros más populares y viscerales que desembocaron en el rhythm and blues. Los saxofonistas que eligieron este camino inventaron a finales de los años cuarenta un nuevo lenguaje en el saxo tenor, un estilo "salvaje" que fue una de las primeras manifestaciones musicales de la rebeldía juvenil y de demolición de las barreras raciales en la América conservadora de la posguerra.



Setenta años después y a miles de kilómetros, Dani Nel·lo, antiguo miembro de Los Rebeldes y líder de Los Mambo Jambo, una de las bandas de rock and roll y R&B instrumental más potentes de España, rinde tributo a aquellos maestros con Los saxofonistas salvajes, un disco de versiones de los años cuarenta a setenta que ilustra la evolución de aquel sonido poderoso y gamberro que inundó el rhythm and blues, el rock and roll y que continuó después su camino por otras ramas de la música popular como el soul o el funk. "Aquel lenguaje se fue haciendo cada vez más grande y a pesar de ser al principio un fenómeno local, acabó convirtiéndose en un lenguaje universal capaz de enganchar a un chaval de 15 años en un barrio obrero de Barcelona", explica el músico, que se inició entonces en el saxofón por casualidad y de manera autodidacta. Este jueves presenta el disco en la sala Porta Caeli de Valladolid, el viernes tocará en El Sol de Madrid y el 15 de junio estará en la sala Jamboree de Barcelona.



Más que una serie de innovaciones técnicas, lo que define a este sonido es la actitud, que se traduce en un aumento de la expresividad del instrumento. A los músicos que lo practicaban se les conocía como honkers (de honk, bocina o claxon), porque hacían sonar el saxofón como auténticas bocinas recorriendo toda su tesitura. "Era una música que a veces resultaba un poco disparatada, y en casos más extremos, como Big Jay McNeely, Chuck Higgins o Joe Houston, que hacían auténticas barbaridades". Sobre el primero circula, quién sabe si real o no, una anécdota asombrosa: en un concierto, bajó del escenario, se mezcló con el público, salió del local y siguió tocando en la calle. Llegó la policía, lo arrestó y el promotor tuvo que sacarlo de la comisaría pagando una fianza. McNeely volvió a la sala, se subió al escenario y se unió de nuevo a la banda, que no había dejado de tocar en todo ese tiempo.



Big Jay McNeely durante un concierto en 1953

Nel·lo es un ávido estudioso y coleccionista de discos de aquella época, una afición que funciona como una red neuronal: "Entras por un músico y este te lleva a otro, que te abre a dos más", explica el saxofonista, que además de ser el antólogo, intérprete y arreglista principal y productor del disco, ha elaborado una guía de escucha en la que demuestra su erudición musical: "Con que cinco o seis personas descubran quién era Red Prysock habrá merecido la pena". Como explica en la guía de escucha, este músico fue uno de los grandes precursores del saxo de rock and roll y uno de los reyes de los solos de una única nota.



El disco cuenta con la participación de Pere Miró (saxo barítono), Dani Baraldés (guitarra), Héctor Martín (guitarra), Anton Jarl (batería), Matías Míguez (bajo) y Albert Sabater (percusión), y comienza con una versión de Flying Home Mambo. El solo que hizo Illinois Jacquet en la grabación de 1942 con la orquesta de Lionel Hampton "es considerado por muchos musicólogos como el primer solo de saxo tenor de rhythm and blues", y por eso Nel·lo decidió incorporarlo al disco como pista de apertura, aunque su versión se inspira más en la de Arnett Cobb.



King Curtis, presente en el disco a través de una versión de Ific, es otro de los saxofonistas salvajes preferidos de Nel·lo. "Siguiendo sus grabaciones se puede comprender la evolución del saxo tenor en la música afro-americana en su época dorada". Lamentablemente su carrera solo duró veinte años porque en 1971 fue asesinado.



Las grabaciones originales de algunas de las composiciones incluidas en Los saxofonistas salvajes son hoy difíciles de encontrar. El músico barcelonés accede a ellas buceando en las plataformas de venta online que ofrecen discos de 45 rpm, vinilos de siete pulgadas en los que se grababa una canción por cara. "Muchas de estas canciones son caras B que nunca aparecen en las recopilaciones, como es el caso de Teen Scene [de Nobel Watts], Spanish Onions [de Freddie Mitchell] y The Dogs [de Gil Bernal].



El disco cuenta también con versiones de Shake Dance, "una descarga de ritmo y actitud" de Willis Jackson; Sands of Sahara, con Lynn Hope, "uno de los personajes más pintorescos y controvertidos del saxo de R & B de finales de los 40 y principios de los 50", que sentía predilección por las melodías exóticas y aparecía en escena con un turbante; Sassy, de Herb Hardesty; o Shoe String, de Red Prysock, entre otras. El álbum se cierra con Nervios son nervios, de Big Jay McNeely, con quien Nel·lo ha tocado y grabado en alguna ocasión y que "a sus 90 años sigue siendo un saxofonista salvaje".



"Este es un fuego hecho con una leña muy antigua", afirma el ex de los Rebeldes. "Por eso ha sido muy fácil hacerlo. Lo difícil ha sido quedarme solo con 13 canciones. Ya estoy deseando hacer el segundo volumen".



@FDQuijano