Goizalde Núñez y Yolanda Aristegui en Bette and Joan

La obra Bette and Joan representa una jornada de trabajo entre Bette Davis y Joan Crawford en el rodaje de ¿Qué fue de Baby Jane? en el Teatro Cervantes de Alcalá de Henares.

Que Bette Davis y Joan Crawford se llevaban un poquito mal es de sobra conocido. Las razones también. Usurpación de papeles esenciales en el Hollywood dorado, robo de maridos, asedio a regalos de Crawford que Davis jamás aceptó. La electrizante relación entre ambas fue imparable y aunque no llegaron a compartir plató hasta ¿Qué fue de Baby Jane? el intercambio de desprecios nunca cesó. Pero cuando tuvieron que rodar juntas la película de terror se multiplicó por dos. Al guion de miedo se unió la tirantez entre ambas. De esta historia se acaba de hacer una serie de televisión y en el Teatro Cervantes de Alcalá de Henares aterriza Joan and Bette, la historia en forma de teatro. El ring de combate lo dirige, en esta ocasión, Carlos Aladro y la encarnación de las divas corre a cargo de Yolanda Aristegui (Davis) y Goizalde Núñez (Crawford).



La adaptación teatral, nominada a los Premios Max como mejor versión, quiere ir más allá del homenaje a las dos estrellas del cine de los años 30. Subyace en el guion, escrito por Anton Burge y estrenado en Londres hace cinco años, la reivindicación que ya hicieron en su momento Crawford y Davis, y que Aristegui y Núñez hacen ahora suya: la dificultad de las actrices de encontrar papeles protagonistas y de calado llegadas a cierta edad. "El texto sintetiza en una historia toda la biografía de estos dos personajes maravillosos que tienen una especie de vida paralela", señala Carlos Aladro, actual director del Festival de Otoño a Primavera. Cuando eran grandes estrellas de Warner y Metro Golden Mayer nunca trabajaron juntas pero en el ocaso de sus carreras Crawford "se hizo con el guion y puso en pie el proyecto invitando a Davis a compartir el proyecto con ella".



"El rodaje de ¿Qué fue de Baby Jane? fue mítico por la convivencia entre ellas. En ese momento ya no eran estrellas pero se comportaban como tal, debió de ser descacharrante. Anton Burge sintetiza todo eso en una sola jornada de trabajo", adelanta Aladro. Así pues, el espectáculo al que asistimos es al de las desavenencias entre dos divas, convertidas hoy en mitos, "desde que llegan por la mañana al rodaje y hasta que vuelven a su casa a partir de las 7 de la tarde". La escena es sencilla: dos camerinos imaginariamente contiguos, "en realidad cada uno estaba en una punta", en el que se teje un monólogo compartido al tiempo que se intercalan escenas en las que conviven cuando se visitan la una a la otra. "Es una especie de balance que hacen ellas mismas en el rodaje de la película".



Para la recreación del set de rodaje han revisitado el cine de la época, sus carreras y a un libro en el que se hace una biografía comparada de las actrices. "El vestuario de la pieza está inspirado en los modelos que podemos ver en las fotografías y en los fragmentos de rodaje en los que se les ve charlando en los descansos". Pero sobre todo han querido buscar los detalles de sus movimientos y eso, más que en las películas, se ve en los documentales como El último adiós de Bette Davis, donde se ven los tics que revelan sus mundos privados. No obstante, "ni Aristegui ni Núñez las están encarnando sino que les están rindiendo un homenaje y debajo subyace el juego de dos actrices maduras que a día de hoy tienen que convivir con situaciones en las que se mezcla lo personal, lo profesional, lo laboral", señala Aladro. Se trata del "problema de la relación con el mundo de los hombres que en el caso de Davis y Crawford era terrorífico porque vivieron en un mundo gobernado por los hombres de una manera muy patriarcal y se ve la relación de cómo tenían que compartirlo todo en una subyugación total que las convertía en sujetos de usar y tirar", critica el director.



La reivindicación de papeles protagonistas

Ahí reside la vigencia de la pieza y "lo que se está contando es la dificultad y el esfuerzo de seguir trabajando en la condición de la mujer en el mundo del espectáculo". Pero la obra de teatro, prosigue Aladro, "es una comedia amable". Además, en una constelación mágica que ocurre de vez en cuando en el mundo de las artes la cadena HBO acaba de lanzar Feud: Bette and Joan con Susan Sarandon encarnando a Bette Davis y a Jessica Lange en la piel de Joan Crawford. Carlos Aladro cree que esta sincronización se puede deber al "movimiento de reivindicación de intentar ser más simétricos y equidistantes con la profesión". Y es que "hay una serie de actrices sensacionales que desde hace un tiempo están promoviendo que haya historias en las que se pone a mujeres de edad como protagonistas. Se trata de hacer ver que todas ellas pueden seguir contando historias y que no solo los hombres se pueden hacer mayores y encarnar a detectives viejunos".



Por eso, el mayor reto de la pieza reside en el desafío y el equilibrio que "tiene entre el homenaje y la anécdota divertida, simpática, tierna y entrañable que supone traer a estos dos personajes al presente". Un ejercicio, a fin de cuentas, para que las actrices traigan la conversación de entonces al presente. Ese es el mismo motivo de ser de la obra porque "el teatro es un lugar donde se establece un diálogo con el ayer para hablar de lo que nos pasa hoy". De este modo, las actrices encarnadas, con sus miedos, sus ambiciones, sus ideales, sus objetivos, representan una serie de valores y de cuestiones que nos atañen aún hoy.



@scamarzana