Un cerco de silencio de 300 años. Es lo que ha envuelto las sonatas y los conciertos de Vivaldi rescatados por la violinista Lina Tur en el disco Vivaldi Premieres (Pan Classics). Su alianza con Olivier Fourés, también violinista y considerado ya como uno de los grandes expertos mundiales en la obra del prete rosso, tras superar los recelos iniciales de algunos popes academicistas, ha permitido desempolvar los pentagramas en que quedaron registrados, entre los años 1710 y 1740. Ambos mantienen una estrecha relación profesional, avivada por la obsesión de la instrumentista por armarse de un poso teórico antes de afrontar sus proyectos discográficos. Fue precisamente al hilo de unas cuestiones que le planteó sobre Vivaldi como se encendió la bombilla. Fourés vio en Lina Tur una reencarnación contemporánea de Anna Maria, la más virtuosa de las violinistas con las que Vivaldi contaba en la orquesta femenina del veneciano Ospedale de la Pietá. "Bromea con que me parezco en su carácter. Ella tenía la capacidad de expresar infinitos estados de ánimo, con una paleta de colores amplísima", explica a El Cultural.



La propuesta, claro, le entusiasmó: "Interpretar a Vivaldi es como adentrarse en el laberinto de un canal repleto de historias, de magia y de conocimiento". El carácter inédito es un acicate añadido pero no el definitivo para esta violinista tan versátil: se maneja con solvencia y garantías en un arco histórico que comprende 400 años, jalonados por el barroco, el romanticismo y la época contemporánea. Del material proporcionado por Fourés seleccionó aquellas piezas que le eran más afines estética y emocionalmente. Aunque también buscó completar un discurso que demostrase la variedad de registros de Vivaldi, puesta en duda en su día por compositores tan eminentes como Stravinsky, que sentenció: "Vivaldi no ha escrito 400 conciertos, ha escrito el mismo 400 veces". "En el disco convive el Vivaldi del virtuosismo más extremo, casi Rock'n' roll, y el más dulce y melancólico, que remite al balanceo de la olas de los canales". Lina Tur remata el álbum con otra primicia: las ornamentaciones compuestas por Pisendel a partir del vivaldiano Concierto en fa menor RV 202.



El desafío de exhumar partituras no es una novedad en su trayectoria. De Boccherini hizo las primeras grabaciones de sus Tríos op. 34 con La Ritirata y, como concertino de la Hofkapelle de Munich, protagonizó otra recuperación mundial: la de Le Nozze de Iole ed Ercorle de Leonardo Leo. En Alemania también registró Sardanapalus, de Boxberg, una de las primeras óperas escritas en el idioma germano. Avisa que seguirá explotando esta veta a lo largo de esta temporada. Lina Tur además capitanea MUSIca ALcheMIca, formación que confabula la música clásica con otras artes. Como la poesía. Junto a Antonio Colinas ha urdido varios recitales. La presentación en concierto de las piezas de este disco tuvo como epílogo un poema suyo (Un concierto), incluido en su último libro, Canciones para una música silente (Siruela). Esa hibridación de diversas artes no tiene nada que ver con la fusión. Lo deja muy claro: "No hay simultaneidad. La música siempre queda en su estado original".

Un concierto

(fragmento)



[...] Ya no sé si la música

es la mar, o la mar

es el alma del violín en llamas,

o si éstas son delfines

que, acompañando a una vela blanca,

van surcando a lo lejos

el horizonte de las islas;

o si la leve estela

que va dejando en la plata fundida

acaso es el largo del Concierto

en fa menor de Vivaldi, o es la ornamentación

que hizo Bach para el clave

de L´estro armónico

del Cura Rojo. [...]



Antonio Colinas