Isabel Bayón en el Teatro Villamarta. Foto: José F. Ferrer

El festival francés, el de más prestigio fuera de España, congrega una constelación de figuras del universo flamenco. Argentina, Marina Heredia, Israel Galván y Rocío Molina sobresalen en un cartel de enorme impacto.

Con los años, la ciudad francesa de Nimes se ha ido transformando en un territorio cuya afectividad hacia el flamenco ha marcado su configuración cultural, haciendo suya una música que fue calando poco a poco. Las migraciones que partieron de España al finalizar la Guerra Civil, las posteriores de las décadas de los cincuenta y sesenta, y la presencia de familias gitanas, muchas de ellas de origen español, procedentes de La Camarga y de Marsella, constituyeron el caldo de cultivo para la adopción de unos componentes artísticos que ahora ya forman parte de su herencia.



El festival de Nimes cumple su vigésimo cuarta edición y ha elaborado, del 7 al 18 de enero, un programa de verdadero impacto, con figuras de primer nivel, pero a la vez favoreciendo la intervención de artistas menos conocidos, como es el caso de Márquez el Zapatero o Antonio el Carpintero, dos ejemplos de las viejas escuelas de Triana y Morón, respectivamente, o el del joven Juan Moneo Moneíto, descendiente de una familia relevante del barrio jerezano de San Miguel. A esto hay que añadir el proyecto de El Canijo de Jerez y el homenaje que Extremadura le rinde a Porrina de Badajoz por parte de un grupo de sobresalientes figuras, entre ellas Ramón el Portugués, Guadiana, Miguel Vargas o El Peregrino.



Una inteligente norma del festival, el de más prestigio y larga tradición fuera España, es la de equilibrar la nómina de voces singulares con la de aquellas figuras del baile en perfecta ebullición creativa. Y entre esas voces, la de Argentina, que lleva más de un año paseando con éxito su obra Viajando por el cante, la de Marina Heredia, con su espléndido trabajo de madurez A mi tempo, la de José Valencia, que se ha ganado un primer puesto como concertista solista, o la de la magnífica pareja formada por Melchora Ortega y David Lagos. Junto a ellos, el baile clásico y de raíz que renueva Pepe Torres, el de José Galán con En mis cabales, el de la bailaora local, Chely la Torito, o el enigmático Tuétano, de Andrés Marín, un ejercicio indagatorio hacia los confines de lo más oculto.



Hay que destacar la participación de tres Premios Nacionales de Danza, lo que le otorga en esta ocasión no sólo una alta credibilidad sino el reconocimiento de un esfuerzo por parte de François Noël y Patrick Bellito, responsables de la dirección de un ciclo que ha adquirido especial envergadura. El primero de ellos es Israel Galván, que aparece con el inquietante y rompedor Lo Real, estrenado a finales de 2012 en el Teatro Real. Y Rocío Molina, que además de presentar Afectos, junto a la cantaora Rosario la Tremendita y el contrabajista Pablo Martín, como artista residente monta en el transcurso del festival su espectáculo Impulso.



La tercera y recientemente galardonada con el Nacional de Danza es Isabel Bayón, que acude con Caprichos del tiempo, aunque Isabel no se deja llevar por los vientos pendulares que soplan hacia una dirección en una época y hacen lo contrario en otra. Huye de las imposiciones transitorias para manifestar sólo su tiempo interior, el del arte sin fecha de caducidad. Partiendo de las músicas de Ramón Montoya, Vallejo, Sabicas o Paco de Lucía, que ya forman parte de la historia del flamenco, Isabel lanza una poderosa mirada hacia el futuro, afianzándose en el camino que le dicta su propia sensibilidad: "Deseo llevar a Nimes mi baile de la escuela sevillana, que es una manera de sentir y estar en el escenario, una mezcla de delicadeza y emotividad, de percibir el suelo debajo de los pies y querer llegar al cielo con los brazos".